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Tú que compartiste información falsa o medias verdades, que al final resulta lo mismo que la mentira.

Tú que te burlaste de cómo habla otro boliviano o boliviana, cómo viste, cómo vive o cómo piensa.

Tú que diseñaste memes con el único propósito de herir la dignidad de alguien, de su preferencia sexual o ideológica.

Tú que alimentaste de odio a tus hijos hacia otros desde que nacieron, de pronto inicialmente sin esa intención pero luego, al escucharte, te creyeron todos los insultos hacia unos y otros.

Tú que siendo profesor llenaste de tus propias frustraciones a tus alumnos para también sembrar odio en ellos y desesperanza.

Tú que incitaste a la violencia, al menosprecio y a la victimización.

Tú que promoviste ese hastío acumulado en los grupos de WhatsApp a tu familia y que no diste lugar a la opinión diferente ni al libre pensamiento.

Tú que eliminaste amigos de muchos años de tus redes sociales, pasanakus y reuniones. Y en su lugar los aislaste y hablaste mal de ellos a sus espaldas.

Tú que generaste incertidumbre, miedo y desabastecimiento en los mercados y supermercados.

Tú que te opusiste a que circulen ambulancias y los enfermos puedan ser atendidos con regularidad en los hospitales.

Tú que insultaste, miraste con desprecio, escupiste y humillaste.

Tú que crees que existe una religión superior a otras y que la verdad se encuentra en un libro.

Tú que has considerado enemigo a otro, pero después hablas de amor y justicia.

Tú que saliste con palos, chicotes y bates para hacer respetar tus derechos y para que entiendan tu punto de vista.

Tú que le diste más importancia al dinero que a los bosques, la flora y la fauna.

Tú que superpusiste la política a cosas más importantes de la realidad social nacional.

Tú que vanagloriaste a una persona y en su nombre arremetiste contra tu prójimo.

Tú que normalizaste la violación permanente de los derechos humanos de otros.

Tú que no aprendiste nada de los errores del pasado y no tienes la valentía de aceptar que te equivocaste.

Tú que no aceptas que puedes estar equivocado y que crees que hay un bando bueno y otro malo. Y que por supuesto eres parte de los buenos.

Tú que ahora te preguntas cómo fue que llegamos hasta donde estamos.

La respuesta es fácil: Tú y yo somos los culpables, porque tú y yo construimos todo esto y lo alimentamos cada minuto con expresiones, frases y comentarios.

En resumen: Todos somos culpables y la única forma de salir de esto es dejar de pensar en “ellos” y “nosotros”. Humildad, tolerancia y respeto.

Todos juntos y unidos podemos salir de este hoyo inmundo en el que estamos.

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