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Entender el concepto de dignidad humana o dignidad de la persona ha pasado por un desarrollo histórico complejo.

Ya se hablaba de la dignidad en la antigua Roma, la cual se ganaba por ciertos méritos políticos, morales, incluso militares o por simplemente tener una posición social. El ciudadano romano trataba de mantenerla a toda costa porque era la imagen que proyectaba hacia sus pares.

Cuando llegó el cristianismo, el concepto de dignidad humana asumió una relación directa con la divinidad y en el comportamiento que la iglesia instruía para sus feligreses, es decir, se era digno en tanto el individuo en sociedad cumplía los dogmas y cánones establecidos. De cierta manera, esto presentaba algún atisbo de igualdad.

Históricamente ni siquiera las revoluciones liberales, que tantos avances en libertades y derechos dieron a la humanidad, confirieron una definición cabal, puesto que estas relacionaron la dignidad humana a la racionalidad del pensamiento y, por último, a la condición económica y social del individuo, como que la libertad, igualdad y fraternidad perdieron su horizonte.

Tuvo que pasar mucho tiempo antes de que la humanidad llegue a la conclusión de que la  dignidad humana es algo intrínseco al ser humano por su propia naturaleza, por su propio valor como persona, sin que tenga que ver su condición, naturaleza, posición, conducta, mérito, moralidad o cualquier otra situación que, de alguna forma, lo gradúe o mida, por ejemplo al señalar que si eres bueno eres digno. Por el contrario, si no cumples las reglas establecidas por la sociedad o el Estado, pierdes esa condición.

En ese mismo sentido, sería absurdo afirmar que los humanos son más o menos explotables o utilizables como un objeto. Es justamente la dignidad la que nos hace detenernos y pensamos que la condición de persona no es algo adicional a la situación humana, sino es la manera que tienen hombres y mujeres de existir, de ser, y que cada uno ocupa un espacio en el mundo como miembro de la especie, en igualdad de derechos y deberes.

En consecuencia, aquellas personas que elaboraron la Declaración Universal de Derechos Humanos comprendieron, a partir de la universalidad de principios y valores comunes a todas y todos, que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen como base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”, por lo que afirma en su artículo 1 que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” y agrega que “toda persona humana tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna…”.

Entendiéndose por consiguiente que la dignidad es una condición especial y única, propia de la naturaleza del ser humano más allá de cualquier situación o conducta y está por encima de cualquier diferencia que nos individualiza y nos distingue unos de los otros y, por ello, se erige como principio esencial de los demás valores como ser la autonomía de la voluntad, la seguridad, la igualdad y la libertad.

En ese mismo sentido es importante referir que por un lado, la dignidad se constituye en valor fundamental de la sociedad, ya que los humanos siendo más conscientes de su propia dignidad, podrán respetarse unos a los otros, logrando una plena armonía social.

Y por otro lado, la dignidad también guía el accionar estatal, pues sirve como referente inicial, y horizonte final de las finalidades y objetivos de cualquier Estado, así lo señala nuestra propia Constitución en el artículo 8. II. “El Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto…”. Y el artículo 9.2 sobre los fines del Estado señala que este deberá: “Garantizar el bienestar, el desarrollo, la seguridad y la protección e igual dignidad de las personas, las naciones, los pueblos y las comunidades…”

Es evidente que construir y entender los elementos expuestos le han costado a la humanidad en su conjunto mucho tiempo y acontecimientos históricos traumáticos y terribles, que hasta el momento los estudiamos. Empero, individuos y sociedad, a pesar de los amplios avances culturales en pleno siglo XXI, no han logrado comprender a cabalidad el significado de la dignidad humana, y tenemos ejemplos recientes que nos muestran día a día esta triste realidad, veamos:

  • Hace unas semanas, las redes sociales primero y luego los medios de información daban cuenta de un video tomado en la ciudad de El Alto, donde un militar reducía a una persona que presuntamente había cometido el delito de robo. Esta acción, por si misma, no ameritaría mayor comentario, si el caso hubiera seguido un camino legal. Sin embargo, en la filmación se puede apreciar que el efectivo castrense procede a golpear sin motivación alguna al aprehendido (reducido) a la par que inicia una reprimenda verbal, todo bajo la atenta mirada de varias personas que aplaudían el accionar violento, y en la redes sociales comenzaban acalorados debates, luego de que algunas entidades de derechos humanos solicitaran la investigación y procesamiento del militar en cuestión, mientras que una parte grande de la población  respaldaba la “heroica” acción, ya que consideraba que es la vía correcta de tratamiento a los delincuentes. Pues no, si reconocemos que una persona posee dignidad como ser humano, su condición de antisocial no la hace menos humana o de una categoría inferior. Es evidente que merece una sanción, sí, pero bajo un debido proceso y con las garantías y derechos que otorga la norma fundamental, caso contrario, volvamos a la época de la inquisición y quizá los “buenos” se sientan satisfechos de echar por la borda varios siglos de avances jurídicos.
  • A principios del mes de julio se reportaba la violación e infanticidio de la niña de 9 años Esther, por parte de Zenón Manzaneda , autor confeso del hecho. Gran parte de la opinión pública alzó su voz de protesta por este terrible y triste hecho, solicitando castración química o pena de muerte contra el autor y otros los violadores e infanticidas. Sin embargo, las ejecuciones u otras medidas que afectan la integridad de la persona nunca han sido la solución contra la criminalidad, así lo demuestran diversos estudios y ejemplos prácticos. Amnistía Internacional reporta que Hong Kong eliminó la pena de muerte hace más de 50 años y por su parte Singapur la sigue aplicando como medida de disuasión, según sus autoridades. Sin embargo, los índices de los delitos contra la vida en ambos territorios, de similares características, se han mantenido iguales. De la misma manera Irán aplica la pena máxima contra los delitos de tráfico de drogas, sin embargo, el negocio de estupefacientes sigue campante.

Por otra parte, la pena de muerte es una medida extrema e irreversible. Por eso las entidades de derechos humanos la proscriben, no porque se defienda delincuentes como muchos afirman, sino porque en muchos casos se cometieron errores judiciales, confesiones forzadas, parcialidad de la autoridad jurisdiccional, defensas inadecuadas y falta de recursos económicos de los imputados, que dieron paso a que inocentes sean condenados.

Finalmente, la pena de muerte inobserva la dignidad de la persona. Representa el fracaso de la sociedad frente a sus problemas estructurales y sociales. Permite la salida por la simple venganza, que va más allá de los valores y principios de una sociedad que vive en un Estado Constitucional de Derecho.

  • Guido y David son una pareja de diferente orientación sexual, tan humanos como usted o yo, con anhelos, metas y objetivos individuales y como pareja, convive desde hace más de 10 años y tiene un proyecto de vida en común, por lo que han solicitado al Estado su protección y garantía de reconocimiento de sus derechos a formalizar su relación, aspecto que el Sereci no ha comprendido, por lo que sus acciones vulneratorias de derechos han merecido una sentencia de un tribunal de garantías que ha favorecido a la pareja, con una resolución que cumple los estándares de derechos humanos. Empero, es triste observar la forma cómo la sociedad ha reaccionado principalmente en la redes sociales por este hecho, a manera de ejemplo copio algunos comentarios: “Gente antinatural con ínfulas de conocimiento específico de lo correcto e incorrecto...la publicación es una falacia...en Bolivia la ley ampara las buenas costumbres y tradición…”; “luego querrán adoptar y así sucesivamente, si nadie les pone un lato, es deber de la sana sociedad poner orden”; “o están satisfechos con lo que está pasando y quieren causar más problemas eh o quieren convertir a más personas normales a ser gay eh sólo lo digo pero los de esta Unión me dan asco…”. Estos ejemplos nos dicen lo mucho que nos falta como sociedad para entender a cabalidad el principio de dignidad humana.
  • Hace unos días atrás circuló un video íntimo supuestamente de la presidenta del Senado, Eva Copa. Lo mismo había acontecido el año pasado con la actual presidenta Jeanine Áñez, presuntamente quienes difunden estos videos tienen el objetivo de afectarlas políticamente. Sin embargo, fuera de los afectos o desafectos político-partidarios que tenemos, la gran parte de la sociedad debería estar indignada por usar estas armas tan bajas en nuestra tan lamentable arena política. Pero, en su mayoría esto no acontece, pues ambos videos fueron ampliamente difundidos. Los partidarios de uno y otro bando político los utilizaron para seguir denigrando a estas ciudadanas. Sirvieron para hacer bromas y colocarles sobrenombres, lo que solo demuestra lo fácilmente que se olvida la dignidad de estas mujeres públicas y que se refleja en el trato generalizado que se da a la problemática de violencia contra la mujer, así como la sociedad machista, hipócrita y patriarcal en la que nos encontramos.

Como observamos, la dignidad humana se constituye en el punto de partida del reconocimiento de todos los demás derechos humanos, así como nos permite una perspectiva para concebirlos, entenderlos e interpretarlos.

El momento que comencemos como individuos y sociedad a tratar a nuestros semejantes por lo que son, seres iguales con dignidad y derechos, habremos realmente avanzado, caso contrario, los ejemplos expuestos nos seguirán doliendo y marcándonos como una sociedad negativa y decadente.

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2 Comentarios

  1. Muy buen artículo, estimado Marco. Te agradezco haber precisado la necesidad de tomar conciencia que conceptos como dignidad tienen que consolidarse y evitar retroceder en esta constante evolución de la sociedad, del ser humano.

    1. Doctor, se le acaba de pasar a Marco Loayza su comentario. Gracias por leernos.

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