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//Dra. María López-Collada Estrada//

¿Qué tiene que ver paracetamol con la satisfacción de los pacientes? ¿Les suena a algo la frase: "Fui al doctor y solo me dio paracetamol"? Les invito a seguir leyendo para sorprenderse junto conmigo:

Paracetamol es un analgésico versátil y seguro: provee analgesia por diversos mecanismos. Se cree que involucra a las vías eicosanoide, serotoninérgica, dopaminérgica, opioide y endocannabinoide. Funciona para muchos tipos de dolor y a menos que exista una sobredosis importante, podemos estar muy tranquilos en cuanto al perfil de efectos adversos, incluso si se utiliza a largo plazo.

Como especialista en dolor lo prescribo todos los días. Si bien sería ingenuo pensar que el dolor de alguien que ya ha "peregrinado" lo suficiente como para llegar a mi consulta va a remitir con paracetamol a modo de monoterapia, suele ser una pieza importante del rompecabezas de la analgesia multimodal.

Sin embargo, puedo entender la decepción que alguien puede sentir al ir a consulta con una algóloga, lleno de expectativas, tal vez imaginando que le van a prescribir un fármaco muy novedoso y en lugar de esto, salir con una receta que entre otras cosas, indica paracetamol. El mismo que tomó en su casa cuando empezaba el dolor sin necesidad de que nadie se lo prescribiera, con el que ya experimentó una analgesia insuficiente.

A menudo me he percatado de que necesito explicar y justificar mi prescripción, y muchas veces percibo en la cara de mis pacientes que no logré convencerles del todo. Pero sigo insistiendo, ya que estoy —o estaba hasta hace poco— convencida de que era lo mejor para mis pacientes.

¿Estaba? Resulta que aunque lo sigo prescribiendo, recientemente leí un artículo que me hizo poner la situación en perspectiva: un grupo de investigadores se dio a la tarea de aplicar una encuesta de satisfacción a los pacientes que acudían a un tratamiento analgésico y midieron la diferencia en quienes recibían o no paracetamol y resulta que los pacientes se sienten mucho menos satisfechos con una atención médica en donde se les prescribe el fármaco. Algo así como si percibieran que no se le dio la importancia necesaria a su padecimiento y a su dolor, lo cual, evidentemente, a cualquiera hace sentir insatisfecho.

Uno podría pensar que eso no importa tanto, que siempre y cuando el paciente degluta la tableta y el fármaco llegue al sitio de acción, las ideas que se puedan tener alrededor salen sobrando. Pero en primer lugar, lo más probable es que esas personas que salieron insatisfechas de la consulta no se apeguen al tratamiento y evidentemente, un fármaco no funciona en el paciente que no lo toma.

Está demostrado que el cumplimiento terapéutico va en una relación proporcional al grado de relación que se tenga con el médico. Y en segundo lugar, aun si el paciente se apega ciegamente a nuestra prescripción —lo cual es realmente poco probable—, si no está convencido de ella no le funcionará igual, ya que el grado de expectativa que se tiene con respecto a un tratamiento analgésico influye en la mejora que se experimenta.

¿Cuántas de mis recetas de paracetamol se habrán quedado en el asiento del carro o en el buró de mis pacientes? Nunca lo sabré, lo más probable es que muchas. Lo que sé es que por lo menos tengo que contemplar la posibilidad de que paracetamol, mi querido y confiable aliado, en algunos casos pueda haber disminuido la satisfacción de mis pacientes al ir a mi consulta.

¿Qué opinan? ¿Hacia dónde se inclina la balanza en el próximo paciente en quien esté indicado paracetamol?

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La autora de este artículo es anestesióloga, especialista en cuidados paliativos y medicina del dolor. Trata enfermedades como el Síndrome del dolor regional completo y el Síndrome del dolor pélvico.

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