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Apenas a unos días de iniciado el 2022 y ante el incremento de contagios por Covid-19, escuché decir: “Celebramos las fiestas presenciales y las clases siguen virtuales”. Esa expresión me llevó a reflexionar que la sociedad boliviana sigue priorizando sus costumbres, tradiciones y fiestas por encima de las condiciones de la salud pública.

La Alcaldía de la Paz, en coordinación con la Policía, encaró los operativos para evitar las fiestas por fin de año en 17 puntos de la ciudad paceña. Se intervinieron 50 fiestas de fin de año, se detectaron aglomeraciones y consumo excesivo de bebidas alcohólicas. En la ciudad de Cochabamba, la Policía y Alcaldía también desplegaron a sus funcionarios para hacer cumplir las restricciones por fin de año y secuestraron bebidas alcohólicas que estaban siendo consumidas en algunos locales, los cuales fueron cerrados. Por otro lado, el secretario de Salud de la Gobernación de Santa Cruz, Fernando Pacheco, recomendó a todos los municipios de ese departamento"que no se autorice ninguna fiesta para fin de año, de ninguna índole" y se sugirió la "prohibición de consumo de bebidas alcohólicas los días 30 y 31 de diciembre y 1, 2 y 3 de enero" (El Deber, 01/01/2022).

Según la agencia de noticias EFE (04/01/2022), Bolivia alcanzó los 9.242 nuevos casos de la Covid-19, la cantidad más alta desde el inicio de la pandemia, mientras el país atraviesa por una intensa cuarta ola de contagios que comenzó a fines de octubre del año pasado. El departamento de Santa Cruz, el más golpeado por la pandemia, tuvo su nivel más elevado con 6.047 casos y 34 fallecidos. El gerente de Epidemiología del Servicio Departamental de Salud de Santa Cruz, Carlos Hurtado, informó que el índice de positividad en esa región es del 54 por ciento, y explicó que de los 34 muertos reportados en Santa Cruz, 21 no tenían vacuna, además de que en los centros de salud, hay 152 personas en cuidados intensivos y 111 de ellas conectadas a un respirador.

A su vez, Hurtado recordó que desde la fiesta de Todos Santos se recomendó a la población que no haya fiestas de graduación y “aquí están las consecuencias”. Pese a esos llamados, la ciudadanía de todos modos no cumplió con las recomendaciones (agencia Fides, 29/12/2021).

De esa forma se plantea la estrecha relación entre creencias, prácticas sociales, tradiciones y costumbres. Una creencia se define como la idea o pensamiento que se asume como verdadero, mientras que una práctica social es un modo recurrente en que los integrantes de una sociedad realizan una actividad de forma compartida. Por otro lado, las tradiciones y las costumbres son algunas de las principales manifestaciones de una cultura determinada que se definen como un conjunto de creencias y experiencias que se heredan de una generación a otra, con frecuencia incluyen las prácticas rituales, religiosas, gastronómicas o folklóricas.

Las y los bolivianos no estamos pensando en el mañana, sino en el hoy. Se prioriza lo efímero, el espectáculo superfluo y banal antes que la salud y la vida. La fiesta antes que el cuidado de la propia vida. Esta forma de actuar se reproduce en miles de formas. Ya lo hacían los cientos de miles de mineros que, explotados por la mita, bebían sin cesar cuando tenían la oportunidad de abandonar las bocaminas. Su suerte estaba sellada, morirían de tuberculosis por el trabajo inhumano que realizaban, el futuro les era ajeno.

Ahora se prefiere vivir el momento, no pensar, solo entretenerse porque “hay que hacerlo”, porque así se explica “vivir”.

Incluso han surgido recientemente grupos de personas y colectivos, entre ellos el Consejo de Iglesias Evangélicas de Bolivia, los cívicos de El Alto, el magisterio rural y varios otros, que están en contra de los decretos 4640 y 4641. Ambos decretos obligan a los ciudadanos bolivianos a vacunarse contra el Covid-19, seguir los protocolos de bioseguridad (uso de barbijo, mantener distanciamiento social y lavarse las manos, entre otros) y portar su carnet de vacunas para acceder a instituciones públicas y privadas, entidades financieras, centros comerciales, mercados, centros educativos en general, locales de entretenimiento, transporte y establecimientos religiosos.

Otras instituciones que han expresado su rechazo tienen sede en el departamento de La Paz: Federación Departamental de Maestros de Educación Rural de La Paz, una fracción del Comité Cívico de El Alto, Federación Departamental Única de Trabajadores Campesinos de La Paz “Tupaj Katari”, Federación Departamental Única de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de La Paz “Bartolina Sisa”, Federación Departamental de Comunidades Interculturales Originarios La Paz, Consejo Departamental de Marcas Ayllus de La Paz y el Consejo de Federaciones Campesinas de los Yungas de La Paz. Con excepción de las primeras dos mencionadas, las demás han conformado un “Acuerdo Interinstitucional” que, en fecha 30 de diciembre de 2021, emitió una resolución en la que se exige “la abrogación del Decreto Supremo 4640 y 4641, que son decretos inconstitucionales” por haberse dictado sin consulta previa y socialización del pueblo boliviano” (Correo del Sur, 03/01/2022).

Al parecer, todos esos sectores desconocen que el artículo 35 de la Constitución Política del Estado determina que el Estado, en todos sus niveles, protegerá el derecho a la salud, promoviendo políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso gratuito de la población a los servicios de salud.

Ante ese panorama, es lamentable observar la falta de información de esos sectores y la falta de conciencia en torno a la necesidad de precautelar la salud pública y el bienestar de la población. La falta de sensatez es generalizada si se prioriza la fiesta u otros fines políticos antes que la vida. Aún no entendimos o malinterpretamos el concepto de “vivir bien” o de “bien común”.  

En ese sentido, cabe plantear que el tiempo en que vivimos nos reta a redefinir nuestra identidad, cuestionar las raíces mismas de la cultura boliviana, tan afín a la fiesta, a creencias religiosas, tradiciones y costumbres que hasta hoy fueron escasamente cuestionadas; pero que en el contexto actual deben redefinirse y evaluarse.

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