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Ejercer la medicina hoy se ha convertido en un gran desafío entre el arduo trabajo de muchos y los cuestionamientos hacia algunos. Hoy 21 de septiembre se celebra el día de médicos y médicas, esos profesionales de bata blanca que a veces son héroes anónimos.

La pandemia por COVID-19 dejó entrever la fragilidad del ser humano ante este virus letal que consternó a todo el planeta. En circunstancias como esas, los roles se invirtieron, muchos médicos se contagiaron y fallecieron.

Edelstein y Baider en su estudio “Médicos como pacientes” (1984) publicaron un estudio comparativo de las actitudes de los médicos y no médicos frente a su propia enfermedad. Los autores sugieren que las conductas de los médicos van de una extrema sobrerreacción a los síntomas hasta su negación. “Tienden al autodiagnóstico, se automedican y demoran más en consultar a otros colegas, que en general son amigos”.

En otra investigación cualitativa en salud denominada ¿Qué pasa cuando los médicos son pacientes? (2009), Fox y otros autores hablan de una fluctuación entre el pánico y la negación; existiría un cambio en las nociones de identidad y juego de roles entre el médico-paciente y el médico tratante.

En Bolivia, según el portal digital TELAM (01/01/2021) en el sector salud al menos 400 enfermeras, bioquímicos, técnicos y sanitarios fallecieron y de ellos 175 eran médicos. Durante la pandemia hubo demanda excesiva de los hospitales y los mismos médicos que enfermaron tuvieron que hacer filas ante los hospitales colapsados, también peregrinaron por pruebas y se les negó servicios de terapia intensiva por estar ocupados (El País, 05/09/2020).

En octubre de 2020, se pintó el mural «guardianes de vida», el doctor Juvenal Butrón, ex director de cirugías del hospital Viedma en Cochabamba es la figura principal del mural y representa a todo el personal sanitario que perdió la vida en Bolivia tratando enfermos de covid-19. Otro mural fue elaborado en Santa Cruz con las fotografías de los doctores y doctoras que fallecieron contagiados.

Cuestionamientos

A menudo juzgamos desde afuera que los profesionales en salud se han vuelto insensibles y algunos lucran con la salud; se olvidan que los y las pacientes somos personas y no estadísticas.

La Asociación de Víctimas de Negligencia Médica y Mala Praxis Bolivia recibió el año 2022, 55 denuncias entre mala praxis y negligencia, de las cuales solo dos siguen procesos penales en marcha y el resto son procesos administrativos (La Razón, 26/02/2023).

Este tema es extremadamente delicado y debe tomar en cuenta que cada uno de esos casos debe ser abordado desde una auditoría médica con el mayor rigor técnico y legal para esclarecer las circunstancias y responsables.

Una vida es invaluable y no se restituye por ello parte del juramento hipocrático que hace cada médico dice: “velar con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, aun bajo amenaza, y no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas”. Por tanto, la labor del profesional en salud (médicos, enfermeras, instrumentistas, analistas clínicos, auxiliares, camilleros, técnicos especializados, entre otros) es cuidar al máximo porque se cumplan los protocolos y procesos médicos.

El reto de un profesional hoy

Además de seguir constantemente estudiando la medicina desde sus especialidades y casos, uno de los principales retos hoy es la empatía. Esa capacidad de escuchar y mirar a los ojos a los y las pacientes, porque en esa interacción y diálogo puede estar el síntoma no visible y el diagnóstico adecuado. El desafío es correr el riesgo de comprender que cada persona es un mundo de virtudes y contradicciones, de luces y sombras y que su labor como médicos consiste en atender a los y las pacientes con calidez, respeto y empatía porque esa es la clave de un/a profesional que se sabe falible, pero hace el mayor esfuerzo por curar. En algunos casos una palabra o gesto amable del/la médico son el único aliciente para vivir que puede tener una persona enferma.

Un médico que tuvo COVID y pasaron varios meses para recuperarse, su experiencia le permitió conectar mejor con sus pacientes: “Yo trato siempre de escuchar al paciente lo que dice, la escucha es un momento fundamental de la entrevista porque el paciente viene a que lo escuchen, pero la verdad que la experiencia de haber pasado el COVID, me ha me ha brindado la posibilidad de entender un poquito más. La angustia que produce la enfermedad, la angustia que produce el no saber qué va a pasar con la vida de uno” (Ortiz y Cabrera, 2020, p. 94)

La salud mental por depresión o ansiedad de médicos, médicas, enfermeras y el resto del personal en salud debe ser abordado en su complejidad porque es un tema pendiente. Debe ser altamente desgastante ver sufrir por una enfermedad, comunicar a la familia que un ser querido ha fallecido. Los niveles de estrés son altos por una labor desgastante que también afecta a la salud emocional.

Lo más sencillo es abstraer y tratar a cada persona como una estadística, “blindar” los sentimientos para no deprimirse; no obstante, me temo que ese es un escape que parece que funciona, pero puede terminar con la capacidad de salvar vidas. Mi homenaje a tres queridos sobrinos quienes salvaron mi vida cuando estuve con COVID y a varias amigas que ejercen esta noble y sacrificada profesión.

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