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Encontrados por ahí, entre los papeles del máximo cabecilla de una organización política (¿o criminal?), yacen escondidos estos aforismos que alguien, cargado de artera y supina maldad, enseña a los líderes máximos de un Estado abusivo y dictador. O tal vez se los susurran en los oídos, porque es sabido que los tiranos no leen. Lo importante es que estos aforismos están ahí, y los registro aquí, para el solaz y la educación de los que todavía creen que hay algo llamado los “Estados progresistas, nacionalistas, populares”, pero que en realidad no son más que Estados abusadores que creen que están más allá del bien y del mal.

  1. Siembra el odio sobre todas las cosas, y tus seguidores creerán que eres lo máximo porque a la gente común le encanta odiar.
  2. Crea un enemigo y ódialo. Así estimularás a tus acólitos para que crean que los representas y los entiendes, y así legitimarás tu poder sobre los que se te oponen basado en ese mismo odio.
  3. Para cubrir las apariencias y no echar mano a la represión física, utiliza las leyes sórdidamente para perseguir a los que se te oponen, porque la represión disfrazada de ley no se nota…o al menos siempre podrás decir que no es tu culpa, que es culpa de la (falsa) justicia.
  4. Discursea siempre, y siempre di pachotadas, porque la gente que te sigue se identifica con las necedades más flagrantes, porque son las que pueblan su vida cotidiana.
  5. Utiliza la injuria, el insulto y la difamación como tus principales armas. Nunca digas el nombre de los que consideras tus enemigos, siempre usa epítetos despectivos para referirte a ellos. Así tus seguidores se sentirán refocilados de legitimar sus propios prejuicios e intolerancias.
  6. Cambia la realidad de los hechos a tu pura y caprichosa conveniencia. Tienes el poder, puedes abusarlo como quieras: la realidad es la que tus oficiosos “intelectuales orgánicos” construyen por los medios. El oportunismo de tus intelectuales se lleva muy bien con los resentimientos de tus prosélitos.
  7. Si los que se te oponen intentan salir a las calles a protestar por tus abusos, manda a tus secuaces para que sean ellos los que los ataquen y agredan. Así nunca tendrás la culpa, porque no es el gobierno el que reprime, son los “movimientos sociales” los que exigen “justicia”. Tú estarás siempre limpio y sin culpa alguna.
  8. Mientras más cínico y mentiroso seas, tanto mejor. Mientras más ególatra y victimista seas, tanto mejor. Mientras más caldees los ánimos de venganza, de castigo a los que se te oponen, mientras más estimules el resentimiento de tus seguidores, tanto mejor. Para tus fanáticos serás un dios.
  9. Idolatra los símbolos y desgárrate las vestiduras si es que alguien osa menospreciarlos o tan solo ignorarlos. Los símbolos, pero especialmente las banderas, son la herramienta más poderosa del fanatismo humano, y debes instaurar un régimen de adoración por las banderas por encima de las personas, porque los símbolos son las drogas perfectas de idolatría de tu propio poder.  
  10. Siembra el miedo, impulsa e inventa las teorías de la conspiración más delirantes posibles. Con eso estimularás la morbosidad de tus seguidores, y te adorarán como si fueras su salvador, y creerán que sí hay un plan en su contra, por lo que, llegado el momento, actuarán violentamente contra todos aquellos que confirmen sus más rabiosos miedos.
  11. Échale la culpa de todos los males a un enemigo externo. Mejor si ese enemigo se llama “imperialismo”, o “capitalismo”, aunque también puede ser “vacunas”, “terrorismo”…; pero lo importante es que sea externo. Y acusa a tus opositores de trabajar al servicio de ese enemigo, con lo que los convertirás fácilmente en “traidores a la patria”. Ese enemigo externo tiene que ser, claro, más poderoso y más exitoso que tú, que tu modelo político y económico de mundo: estimula entonces la envidia, pero de la peor: el enemigo externo tiene la culpa de todo, y tu retraso no es culpa propia, es culpa de los otros que no te dejan ser.
  12. Utiliza el poder de los rumores para crear miedos, odios, envidias, sed de venganza. Y si dispones de “guerreros” o “samuráis” o “gladiadores” que se encarguen de repartir rumores de odio por todos los rincones, tanto mejor. Nada estimula más el servilismo fanático que las patrañas hábilmente propagadas. 
  13. Miente siempre, sé falaz y tramposo, odia los razonamientos y la lógica, detesta los argumentos. Llena la cabeza de tus seguidores de falacias y medias verdades. Así te garantizas que la mentira pase por verdad, y así garantizas tu poder abusivo para siempre.
  14. Permite todo tipo de corrupción, reparte todo tipo de prebendas y favores a tus acólitos, y no te preocupes de destruir la naturaleza, porque la política del favor y la clientela valen más que esas inútiles especies animales, que esos árboles, que esos ecosistemas. Autoriza el enriquecimiento ilegal de los tuyos y persigue cualquier ganancia honesta de tus contrarios, porque esa es tu moral. El poder por encima de todo. El poder justifica todo los medios.
  15. Realiza siempre un culto a la violencia y a la venganza. Piénsate a ti mismo como el gran vengador, el héroe que no teme matar a sus enemigos, los odiados, los indignos, los malos. Tú eres la encarnación del bien y tienes el derecho a la violencia contra el mal. Es una cruzada. Mata sin miedo, porque en la violencia contra tus enemigos, en el dolor y la humillación con los que los aplastas, está el signo de tu poderío. Mientras más brutal, tanto mejor: más te temerán, y por tanto más consolidarás tu abusivo poder.
  16. Exalta la ignorancia, valora la estupidez y el fanatismo. Búrlate de los que piensan, haz escarnio de los pacíficos, prohíbe el espíritu crítico, no toleres el libre pensamiento. Porque la inteligencia, el criterio, la claridad de ideas y la búsqueda de la verdad son peligrosos… pueden mostrar que no eres más que un fantoche que arma su poder gracias al abuso del poder, y que convierte a un Estado, en un Estado hecho a imagen y semejanza de ti.
  17. Aunque tu poder sea infinito, aunque tu maldad no tenga límites, aunque el odio que siembres te llene de placer pérfido, y el mal que causes sea profundo y despreciable, no te olvides, sin embargo, que tú también estás hecho solo de carne y huesos.

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