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La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Una forma simple de medir la obesidad es el índice de masa corporal (IMC). Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilogramos entre el cuadrado de la talla en metros. En el caso de los adultos, una persona con un IMC igual o superior a 30 es considerada obesa y con un IMC igual o superior a 25 es considerada con sobrepeso. Para niños y adolescentes, el IMC es específico para la edad y el sexo y, a menudo, se lo conoce como IMC para la edad. El estado de peso de un niño es diferente de las categorías de IMC de un adulto porque la composición corporal de los niños varía a medida que crecen y varía entre niños y niñas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado la obesidad infantil como “uno de los desafíos de salud pública más graves del siglo XXI”. En 2016, la OMS descubrió que, a nivel mundial, la cantidad de niños menores de 5 años con sobrepeso superó los 41 millones, y la cantidad entre las edades de 5 y 19 años fue de 340 millones.

Un estudio nacional en nuestro país que incluyó escolares y colegiales encontró una prevalencia de malnutrición por exceso en escolares de 5 a 18 años del 35,6%, conformada por un 21,9% de sobrepeso, 11,1% de obesidad y 2,2% de obesidad severa. Superan la media nacional en orden de frecuencia los departamentos de Tarija, Santa Cruz y Pando, con mayor prevalencia en el área urbana, en sujetos de 5 a 13 años, con una diferencia levemente a favor del sexo masculino.

El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para enfermedades crónicas, tales como hipertensión, diabetes tipo 2, dislipemias e intolerancia a la glucosa, entre otras, las cuales disminuyen los años de vida saludables en la población. Con el aumento en la prevalencia de sobrepeso y obesidad en los niños, se espera que varias de estas enfermedades ocurran en etapas más tempranas de la vida y causen mayor discapacidad y muertes prematuras e incrementen los gastos en la atención médica de enfermedades crónicas. Finalmente, otra consecuencia de la obesidad es el estigma y discriminación social, así como consecuencias psicológicas para los sujetos que la padecen, sin importar el grupo de edad de que se trate. Lamentablemente, los problemas de sobrepeso y obesidad en niños a veces no son visibilizados como una enfermedad, ya que culturalmente estos chicos pueden ser vistos como niños robustos, fuertes y sanos, acto que disminuye sustancialmente la búsqueda de ayuda de forma temprana (cuando consulte con su pediatra pregunte por el IMC de su niño).

¿Que causa el sobrepeso o la obesidad?

Por lógica, los niños al igual que los adultos desarrollan sobrepeso u obesidad cuando ingieren más calorías de las que su cuerpo puede gastar en una especie de desequilibrio, esto puede ser causado por factores ambientales (estilo de vida sedentario, dieta poco saludable) y genéticas (predisposición familiar a engordar condicionada por genes). Esta última puede controlarse haciendo ejercicio y consumiendo dieta saludable, de manera que el gen que predispone a la obesidad no se expresará.

Algunas de las causas más importantes que se asociaron a obesidad infantil, son las siguientes:

  • No recibir lactancia materna exclusiva. Los recién nacidos idealmente deberían recibir nada más que la leche de su madre hasta los 6 meses, pero es frecuente que esto se rompa por la introducción temprana de otros líquidos o fórmulas que pueden condicionar obesidad desde temprana edad.
  • Consumo de alimentos ultraprocesados. Lamentablemente los que más están disponibles en los supermercados, en realidad no son alimentos si no preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias derivadas de otros alimentos. No tienen ningún alimento completo, sino largas listas de ingredientes. En su etiquetado es frecuente leer materias primas refinadas (harina, azúcar, aceites vegetales, sal, proteína, etc.) y aditivos (conservantes, colorantes, edulcorantes, potenciadores del sabor, emulsionantes…)". Tienen un elevado contenido en azúcares libres, grasa total, grasas saturadas y sodio, y un bajo contenido en proteína, fibra alimentaria, minerales y vitaminas. Estos productos, representan un riesgo para la salud por distintas razones, ya que tienen una calidad nutricional baja y, por lo general, son extremadamente sabrosos, a veces hasta casi adictivos, imitan a los alimentos y la propaganda puede hacerles ver como saludables (¡no se olvide slogans como que alguna gaseosa es la chispa de la vida, o que algún alimento ultraprocesado tiene muchas vitaminas necesarias para que un niño crezca saludable, nada más alejado de la verdad!). Para que pueda identificar estos alimentos y evite dárselos a sus niños. He aquí los más frecuentes “venenos para la salud”: bebidas gaseosas azucaradas, refrescos de caja, precocinados, bollería, carnes procesadas, galletas, lácteos azucarados, postres, embutidos, dulces, cereales refinados, pizzas, nuggets, barritas energéticas o dietéticas, etc.
  • Elevado consumo de refrescos y bebidas azucaradas. Debido a su alto contenido de azúcar, estas bebidas son adictivas para muchos niños, de ninguna manera son saludables y por lo regular contienen una alta cantidad de energía en forma de azúcar o algún endulzante que no es recomendable para su consumo, incrementan el riesgo de sufrir diabetes, irritan el estómago, aumentan el riesgo de padecer litiasis renal (cálculos renales), deterioran la dentadura, provocan descalcificación de los huesos. Con seguridad muchos niños con sobrepeso consumen varios litros de gaseosas a la semana en sus hogares o en la escuela.
  • Bajo nivel de actividad física y sedentarismo. Lamentablemente el desarrollo de la tecnología expone a los niños a temprana edad a las actividades sedentarias (realizadas de sentado) como son el uso de celulares, videojuegos, televisión por muchas horas al día. Además, los programas de televisión suelen incluir anuncios de alimentos no saludables.

¿Cuáles son las complicaciones de la obesidad?

El sobrepeso y la obesidad pueden poner a su hijo en mayor riesgo de desarrollar las siguientes complicaciones:

  • Diabetes tipo 2. Esta enfermedad crónica afecta la forma en que el organismo de su hijo usa el azúcar (glucosa). La obesidad más un estilo de vida sedentario aumentan el riesgo de padecer diabetes tipo 2.
  • Colesterol alto y presión arterial alta. Una dieta deficiente puede causar una o ambas afecciones en su hijo. Estos factores pueden contribuir a la acumulación de placas en las arterias causando que las arterias se estrechen y endurezcan, lo que puede provocar un infarto cardíaco.
  • Dolor articular. El peso extra causa un estrés adicional en las caderas y las rodillas. La obesidad infantil puede causar dolor y, a veces, lesiones en las caderas, las rodillas y la espalda.
  • Problemas respiratorios. El asma es más frecuente en niños con sobrepeso. Estos niños también son más propensos a desarrollar apnea obstructiva del sueño, un trastorno potencialmente grave en el que la respiración del niño se detiene y comienza repetidamente durante el sueño y, además, puede predisponer a la presión alta.
  • Enfermedad del hígado graso no alcohólico. Este trastorno, que generalmente no causa síntomas, hace que se acumulen depósitos de grasa en el hígado. La enfermedad del hígado graso no alcohólico puede causar comience a fallar en su funcionamiento.
  • Complicaciones sociales y emocionales. Los niños con obesidad pueden experimentar bullying por parte de sus compañeros. Esto puede provocar la pérdida de autoestima y un riesgo elevado de aislamiento, depresión y ansiedad. Algunos estudios revelan que esto podría inducir al abuso de alcohol y tabaco.

Prevención

Para prevenir la obesidad infantil se requieren estrategias a través de acciones coordinadas entre el gobierno, industria, organizaciones comunitarias, escuelas, familias y profesionales de la salud, cada uno con acciones definidas.

Las acciones para manejar a un niño obeso son importantes y requieren de un compromiso familiar también importante. Dejar al niño sin intervención es condenarlo a una adultez de obesidad y enfermedades crónicas, menos años de vida con calidad y mayor riesgo de muerte más prematura. Está claramente establecida la relación entre obesidad en edades pediátricas y su continuación en la adultez; en otras palabras, los niños obesos tienen un mayor riesgo de convertirse en adultos obesos. A continuación, enumero algunas acciones que debería realizar si su hijo tiene sobrepeso:

  1. En niños menores de 2 años: fomentar la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida y extenderla hasta los 2 años de vida. Introducir alimentos complementarios a los 6 meses de vida. Incorporarlos a la dieta familiar durante el primer año de vida. No ofrecer alimentos dulces o salados para no fomentar el gusto por los mismos. Ofrecer una gran variedad de alimentos (aunque al principio no los acepten), no forzarlos a comer todo lo que está en el plato.
  2. En niños y adolescentes: promover el consumo de frutas y verduras (al menos 400 g/día), promover el consumo de agua potable con las comidas (las gaseosas o refrescos preparados industrialmente para nada son saludables). La alimentación debe ser completa, variada, suficiente, adecuada e inocua, evitar el consumo de alimentos con alta densidad energética y/o con elevado contenido de ácidos grasos saturados y trans, azúcares añadidos y sodio (alimentos ultraprocesados mencionados más arriba).

Finalmente es importante promover la actividad física con las siguientes recomendaciones, especialmente para escolares y adolescentes:

Realizar 60 minutos de actividad moderada o vigorosa/día, eso quiere decir un partido de futbol, básquet o manejar bicicleta (puede ser distribuida durante el día en sesiones de 10 a 15 minutos/sesión). Como parte de los 60 minutos, hacer 3 veces/semana ejercicios que promuevan fuerza muscular, estiramiento, y una vez por semana ejercicios que promuevan fortalecimiento de huesos. La participación familiar es importante especialmente con los más pequeños con juegos en espacios exteriores (jugar, andar en bicicleta, caminar) y algo muy importante en este tiempo de la tecnología es limitar el tiempo de ver televisión y videojuegos/computadora a menos de 2 horas diarias.

Un peso adecuado se logra a través de un balance de energía, como resultado de una alimentación correcta y saludable y la realización regular de actividad física. La prevención de obesidad infantil es una responsabilidad de todos, que requiere de esfuerzos individuales y cambios en la sociedad de manera conjunta. Para cumplir con la meta de detener el problema, es necesaria la participación de diferentes sectores y actores que permita el implementar estrategias que promuevan cambios importantes a todos los niveles.

Dr. Héctor Mejía Salas, M.Sc.

Pediatra Magíster en Epidemiología Clínica

Profesor Titular de Pediatría, UMSA

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