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Ninguna especie de los mamíferos hubiera sobrevivido si no fuera por la sabia naturaleza que les dio la lactancia, es decir, les otorgó la capacidad de alimentarse de la leche de su madre inmediatamente nacen. En los humanos la leche producida en los primeros días, denominada calostro, provee a los bebés de anticuerpos de la madre que les defienden de muchas enfermedades infecciosas, por lo cual es imprescindible que la lactancia materna sea iniciada lo más precozmente posible (ojalá dentro de la hora de haber nacido).

La recomendación actual de la Organización Mundial de la Salud es que el bebé sea alimentado de forma exclusiva con leche materna desde la primera hora de su nacimiento hasta los 6 meses de vida, momento en el cual se inicia la alimentación complementaria con otros líquidos y alimentos densos, ricos en micronutrientes adecuados para la edad y culturalmente aceptables, continuando con la lactancia hasta los 24 meses de edad, o más tiempo, si ambos, la madre y el niño, así lo desean.

Los beneficios de la lactancia materna son innumerables y bien conocidos, pero dentro de estos destaca el hecho de que proporciona los nutrientes necesarios que el lactante requiere para su crecimiento y desarrollo. También es una práctica que presenta ventajas sobre la salud de la madre, tales como que disminuye el riesgo de algunos tipos de cáncer y es una forma segura, natural y económica de alimentación. Algunos de los beneficios de la lactancia materna comprobados a través de investigaciones son:

Los bebés que son amamantados tienen un riesgo menor de:

  • Asma
  • Obesidad
  • Diabetes tipo 1
  • Enfermedad grave de las vías respiratorias inferiores (neumonía)
  • Otitis media aguda (infección de oído)
  • Síndrome de muerte súbita del lactante (muerte en la cuna)
  • Infecciones gastrointestinales (diarrea)
  • Enterocolitis necrosante en bebés prematuros

Las madres que amamantan a sus bebés tienen un riesgo menor de:

  • Cáncer de mama
  • Cáncer de ovario
  • Diabetes tipo 2
  • Hipertensión arterial

Considerando que el proceso de dar de lactar es una conducta aprendida más que instintiva, muchas mamás tienen dificultades para comenzar a dar de lactar (especialmente las primerizas). A esto se suman cuestiones idiosincráticas, culturales, presión comercial de industrias de leches artificiales que pueden complicar el acto natural de la lactancia materna. Algunos de los mitos más frecuentes los enumero a continuación:

  • Tengo muy poca leche y no es suficiente para el bebé.

Falso. En ocasiones puede suceder que la madre sienta que tiene poca leche, pero su producción aumentará al poner más veces el bebé al pecho y vaciarlo. Cuando el pecho es completamente vaciado se libera automáticamente una hormona denominada prolactina que genera la producción de leche inmediatamente; por el contrario, si la madre vacía su pecho de forma incompleta, la hormona cae y se genera menos leche. La mejor manera de saber si su bebé está alimentándose bien es el número de pañales cambiados, que no deben ser menos de 4 en 24 horas.

  • Las mujeres de senos pequeños tienen poca leche.

Falso. La producción de leche se debe al tejido glandular, que es una pequeña parte del total del pecho de una mujer y es constante en todas las mujeres. El tamaño de los senos tiene que ver con la cantidad de grasa que ellos tengan, algunos pechos tienen más grasa que otros, y por esta razón el tamaño cambia (esta grasa no produce leche). Los senos pequeños tienen la misma capacidad de producir leche que los senos grandes.

  • La madre debe seguir algún tipo de dieta especial con sopas o líquidos para producir más leche.

Falso. No existe evidencia científica de que algún alimento o sustancia incremente la cantidad y la calidad de la leche materna. La cantidad de leche producida depende del vaciamiento de los senos y la liberación de una hormona.

  • La madre debe seguir un tipo de dieta especial mientras da de lactar y debe restringir algunos alimentos para evitar gases y cólicos en el bebé.

Falso. Los requerimientos nutricionales de la madre durante la lactancia son mayores que los necesarios para el embarazo, la necesidad de calorías totales depende de factores como su peso, edad, nivel de actividad física y metabolismo. No existen alimentos que alteren la composición de la leche materna, por lo cual la madre puede consumir una variedad de alimentos frescos y nutritivos, y estos no influirán en la presencia de gases o cólicos del lactante.

  • No puedo tomar ningún medicamento durante la lactancia.

Falso. La mayoría de los medicamentos pasan a la leche materna solamente en pequeñas cantidades. Entre ellos, pocos afectan al bebé. En la mayoría de los casos, es probable que la suspensión de la lactancia sea más peligrosa que el medicamento. Algunos medicamentos como el paracetamol, ibuprofeno y antibióticos se consideran seguros. Hay pocos medicamentos que pueden causar efectos secundarios. Rara vez es necesario suspender la lactancia a causa de un medicamento materno, pero si su médico le aconseja que detenga la lactancia temporalmente, use un extractor de leche y deseche la leche, esto puede mantener su producción de leche hasta que pueda volver a amamantar. Si la madre está tomando medicamentos anticancerosos puede ser necesario suspender la lactancia. Si la madre recibe tratamiento con substancias radioactivas, la madre debe suspender transitoriamente la lactancia. Estos medicamentos no se usan comúnmente.

  • No quedaré embarazada mientras esté amamantando.

Falso. Si bien es cierto que la lactancia materna evita la ovulación, no es una forma confiable para la planificación familiar. Busque un método anticonceptivo seguro con su médico y evite las píldoras que contengan estrógenos mientras este amantando.

  • El bebé debe mamar cada tres horas de cada pecho.

Falso. Este es un concepto que ya no se maneja. La lactancia se da a libre demanda, lo que significa que es cada vez que el bebé lo pida y por el tiempo que él lo necesite. Durante los primeros días de vida la madre y el recién nacido deben permanecer estrechamente unidos y se espera que el bebé realice aproximadamente 8 a 12 tomas diarias, algunas menos espaciadas (cada 15-20 minutos) que otras (cada 2-3 horas), de esta manera se garantiza la producción de leche de la madre y la correcta alimentación del bebé. Con el paso de los días, cada bebé va encontrando su ritmo y las mamadas ya no serán tan frecuentes como al principio.

  • Si yo tuve un disgusto o renegué no debo dar de lactar a mi bebé, porque puede darle cólico.

Falso. El estado de ánimo, esté triste o alegre no influye en la composición de la leche. Por la leche no se pasan penas ni alegrías, solo buenos nutrientes para que el niño crezca sano.

  • Si me vacuno contra Covid 19 no puedo dar de lactar.

Falso. Todo lo contrario, las investigaciones muestran que las mujeres que dan de lactar y se vacunaron pasan anticuerpos contra Covid 19 a través de su leche, beneficiosos y necesarios para los bebés en este momento de pandemia. En realidad durante la lactancia la madre puede recibir cualquier vacuna necesaria e indicada para la madre, con la intención de proteger su salud y la del niño.

Es importante identificar estas creencias que están muy arraigadas en las comunidades y que se repiten de generación en generación sin que tengan, en la mayoría de los casos, una razón de ser. Con información clara y oportuna y con el apoyo de personas conocedoras del tema, estas situaciones pueden ser superadas.

Está claro que la mayoría de las mujeres están en condiciones de amamantar a sus hijos. Ante cualquier duda, antes de recurrir a la alimentación artificial, se debe consultar y recibir orientación y consejería en la practica la lactancia materna en los servicios de salud.

Por fortuna, Bolivia se encuentra entre los países con más alta tasa de lactancia materna exclusiva hasta antes de los 6 meses (58.3%), pero aún es necesario brindar un acompañamiento activo y permanente a las futuras madres, a fin de instaurar y mantener un amamantamiento exitoso, y de esta forma contribuir a la promoción de la salud y beneficiar más niños.

*Médico Héctor Mejía Salas, M.Sc., pediatra magíster en Epidemiología Clínica, profesor titular de Pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés (La Paz-Bolivia).

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