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A veces hay circunstancias en la vida que parecen que nos aplastan, que nos encarcelan. Esto suele ocurrir con los empleos con los que no estamos a gusto, donde dejamos por fuera nuestros “dones y talentos”, nuestras motivaciones, pasiones y agrados más profundos. En tiempos en los que consideramos que poseer cualquier trabajo es una suerte o un gran favor, es difícil pensar que no todo trabajo es satisfactorio para llevar adelante una vida plena, de realizaciones y crecimiento espiritual. No todos son conscientes de que eso es posible: se aferran a un trabajo, por muy esclavizador que sea, como la única opción de la vida. Y no es así: la vida es lo contrario: es abrirse a las oportunidades, a las potencialidades, a los azares fecundos y a posibilidades siempre nuevas.

En un rincón olvidado del vasto universo, donde las estrellas susurran secretos y los sueños se entretejen con la realidad, existe un lugar mágico reservado para aquellos valientes que eligen seguir el llamado de sus corazones. Aquí, en este espacio de posibilidades infinitas, se despliegan las alas del espíritu y se liberan los anhelos más profundos.

Los malos trabajos, pero también otros nexos malos, pueden ser fuente de sufrimiento, estrés y depresión. Funcionan creando en nosotros una falsa satisfacción: cuando se cumple una tarea para la empresa o la institución, sentimos como si fuera un logro nuestro…pero no es así, el logro es para los dueños, o peor aún, para los que rigen el Estado. Son pequeñas alegrías, efectos placebo que ni siquiera son reconocidos en un mundo donde los méritos personales no importan. Trabajamos para otro que se enriquece, o se jacta de nuestros esfuerzos. Pero nuestros sueños, nuestra realización personal, se escapa, se queda arrinconada y nos mentimos alegrándonos con esas pequeñas victorias o ganancias que nuestro trabajo les genera a los dueños, nuestros dueños.

Cuando una persona decide seguir sus sueños, las puertas del universo se abren de par en par. Los límites y las barreras se disuelven como el rocío bajo los primeros rayos del sol. Es entonces cuando el mundo se transforma en un lienzo en blanco, listo para ser impregnado de colores vibrantes y formas nuevas.

¿Es posible decir "no" a un trabajo que no queremos y que es fuente de tristezas? Es posible, como a todo aquello en la vida que no nos satisface. Pero hay que tener el valor de decir que no y plantarse, salirse, irse, darles con la puerta en las narices. Es emprender un viaje hacia nosotros mismos.

Imagina un viaje fascinante en el que cada paso es un escalón hacia la realización personal. Cada elección, cada esfuerzo, se convierte en el cincel que talla el sendero hacia la plenitud. Los sueños, como semillas en tierra fértil, germinan y florecen, alimentados por el arrojo y la pasión.

Muchas veces en la vida estaremos ante la disyuntiva de continuar en lo mismo, que no nos gusta, pero es seguro y estable, o decidir por lo nuevo, que es inseguro, pero lleno de ocasiones y fortunas próximas o lejanas. En la vida nada es seguro, pero la vida es el espacio donde lo inseguro puede volverse el camino cierto, la paz del alma.

En este camino, el miedo se desvanece como la niebla matutina ante el brillo del amanecer. La confianza se convierte en un faro de luz, guiando cada paso hacia horizontes desconocidos pero llenos de promesas. Los obstáculos, lejos de ser barreras infranqueables, se transforman en desafíos estimulantes que impulsan el crecimiento y el aprendizaje.

Más de una vez renuncié a trabajos sórdidos, como es el caso de trabajar para el Estado, o ser autoridad universitaria. No importa si son trabajos privados o estatales: allá donde no se encaja, o donde se es demasiado sensible para encajar, es mejor alejarse. Y cuando renuncié, al caminar por primera vez por las cotidianas calles de la ciudad, todo parecía ser más luminoso, como lleno de primavera, colores, flores y luces. Todo puede lograrse después de dar ese paso.

Las posibilidades se despliegan en una danza celestial, creando sinfonías de éxitos y experiencias enriquecedoras. Se descubre un universo de talentos y habilidades ocultas, como estrellas brillantes esperando ser descubiertas. Se aprende que el potencial humano es vasto e inagotable, capaz de conquistar montañas, desafiar la gravedad y forjar nuevas realidades.

Es verdad que hoy por hoy, los empleos escasean, y la frustración está acechando a la vuelta de la esquina, y que por ese motivo nos conformamos con lo que sea. Pero también es verdad que es posible darles la vuelta a las circunstancias y tomarlas de las astas y conducirlas hacia donde nuestro corazón nos dice que debemos ir. No es fácil, pero no imposible: es cuestión de firmeza y de avanzar con coraje, fe y esperanza.

Al seguir los sueños, se despierta una fuerza interior que, como un torrente de energía, barre las dudas y los arrepentimientos. Se rompen las cadenas de la conformidad y se abraza la autenticidad. Se descubre que cada persona lleva consigo un don único y extraordinario, una chispa divina destinada a iluminar el mundo de una forma singular.

“Es aquí y ahora”, les decía Xabier Azkargorta a los futbolistas de la selección boliviana. Así lo recuerda el periodista Jorge Asturizaga: “Déjense de huevadas […] Es aquí y ahora. Lo importante es lo que uno dé. Y cómo lo consigo, peleando y compitiendo conmigo mismo, tengo que ganarme a mí mismo y luego iré por otros objetivos”, sea en el fútbol, sea en un emprendimiento, sea en el arte, sea en cualquier sueño que nos lleve a “ganarnos a nosotros mismos”.

No existe el fracaso en este viaje de ensueño, solo lecciones valiosas y oportunidades de crecimiento. Cada paso, cada tropiezo, se convierte en una historia de resiliencia y determinación. Los sueños no conocen de límites, solo de la voluntad inquebrantable de perseguirlos hasta el último aliento.

Cuando parece que el desánimo nos gana, recordemos que la vida es siempre una nueva oportunidad, que sólo hay que hacerlo, sólo hay que dar el salto, sólo hay que decidir cambiar y volar.

Así que extiende tus alas y permite que tus sueños te lleven a tierras desconocidas. Abraza la maravilla de lo desconocido y confía en tu capacidad para crear tu propio destino. En este viaje de descubrimiento, encontrarás tesoros escondidos en el corazón y el mundo te abrirá los brazos, esperando para ser testigo de la magia que eres capaz de crear.

Recuerda siempre que los sueños son el hilo conductor que une el presente con el futuro que anhelas.

Hoy no quería escribir porque me ganaba el desánimo. Pero del desánimo surgieron mis alas y mis alas me levantaron y comencé a remontar el vuelo hacia donde quiero, un día, ascender y coronar. No hay un destino, pero el camino lo escogemos y en ese ir, en ese volar, llegaremos, sin duda, a donde nadie más se animó a llegar.

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