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La caries comienza en la niñez y eventualmente afecta a nueve de cada diez adultos. Por tanto, es un importante problema de salud pública para todos los países, más o menos desarrollados.

La caries dental es considerada la enfermedad crónica más común de la niñez, es una “epidemia silenciosa” que afecta de manera desproporcionada sobre todo a las poblaciones pobres de niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Es un problema mundial. La prevalencia de caries en la primera infancia (caries en los dientes temporales de los niños menores de 6 años) entre los grupos socioeconómicamente desfavorecidos es de hasta el 70 por ciento. Es probable que las creencias sobre la salud, el acceso a la atención odontológica (que no es barata en Bolivia), las actitudes y prácticas de los padres relacionadas con las conductas alimentarias y de higiene bucal contribuyan en esta disparidad.

Las caries afectan la calidad de vida inmediata y a largo plazo del niño y su familia, es así que las y los niños con caries de la primera infancia pueden sufrir dificultades tanto físicas como de desarrollo que incluyen dolor, pérdida de dientes, maloclusión (incorrecta alineación de los dientes), desnutrición, trastornos del sueño, problemas del habla y desarrollo social.

Más adelante en la vida de una persona, el número de dientes que tenemos influyen en la eficacia masticatoria. Si bien muchos alimentos preparados modernos se mastican fácilmente, no podemos digerir todo lo que comemos. La dificultad para masticar alimentos duros como manzanas, ensaladas y pan integral crujiente puede provocar una ingesta deficiente de fibra, hierro, vitamina C y otros micronutrientes. La eficacia masticatoria depende del número de dientes naturales retenidos y se reduce con las dentaduras postizas parciales o completas. 

Pero lo que mucha gente no sabe es que la caries dental es una enfermedad infecciosa transmisible en la que las bacterias productoras de caries se transmiten de la boca de la madre (generalmente y de otros familiares cercanos, debido a caries no tratadas y/o mala higiene bucal) al niño pequeño, incluso antes de que salgan los primeros dientesEsto se produce porque en la saliva se transmiten bacterias (Streptococcus mutans y especies de Lactobacillus), que fermentan azucares de la dieta, produciendo finalmente ácidos que disuelven la capa de protección de los dientes llamada esmalte dentario (desmineralización) y si esto no se revierte, finalmente se llega hasta el colapso de la parte afectada del diente que se llama caries. 

Es importante saber que existen factores protectores de la caries como la producción de saliva en cantidad suficiente, las proteínas de la dieta y el flúor, pero por otro lado existen factores favorecedores de las caries como tener bacterias productoras de caries en la boca, los azucares de la dieta (no me refiero solo a los endulzantes, si no también a los que comemos cuando ingerimos pan, fideos, fruta, etc.) y la reducción en la producción de saliva que se genera por el envejecimiento o algunas enfermedades.

Los azúcares son un factor crítico en el desarrollo de caries. El riesgo de caries es mayor si los azúcares se consumen con alta frecuencia y estos permanecen en la boca por períodos más largos y entre comidas. La sacarosa es el azúcar más cariogénico (endulzante de varias bebidas), pero otros alimentos ricos en almidones cuando son molidos y tratados por calor pueden producir caries (cereales, papas fritas o snacks en bolsitas). La leche materna por sí sola no promueve la caries dental. Sin embargo, los bebés amamantados tienen riesgo de caries cuando reciben líquidos azucarados o comen alimentos con azúcares y carbohidratos fermentables combinados con la lactancia materna.

Es importante asesorar a los padres acerca de la dieta preventiva de caries. Algunas de las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría son:

  • Amamante a los bebés durante el primer año de vida y más allá, según lo deseen mutuamente. 
  • Después de amamantar, retire el pecho de la boca del bebé que duerme y limpie las encías y los dientes después de la alimentación y antes de acostarse (con una gasa limpia).
  • Desaliente que un niño duerma con un biberón con leche. Cualquier biberón que se lleve a la cama debe contener solo agua.
  • Limite los alimentos y bebidas azucarados a la hora de las comidas.
  • Evite las bebidas carbonatadas (gaseosas) y los jugos (los jugos contienen jarabe de maíz con alto contenido de fructosa y jugo 100% natural).
  • Anime a los niños a beber solo agua y leche entre comidas.
  • Anime a los niños a comer frutas.
  • Limite la ingesta de jugo 100% de fruta a no más de 4 oz por día.

Si bien la caries es un gran problema de salud pública, puede ser prevenida mediante intervenciones sencillas como lavarse los dientes por lo menos dos veces al día con pasta dental con contenido adecuado de flúor (no todas lo tienen); evitar o restringir los azúcares de la dieta, especialmente entre comidas; tener un control periódico con profesionales odontólogos para tratamiento oportuno y aplicaciones tópicas de flúor.

El flúor actúa favoreciendo la remineralización del esmalte del diente dañado y evitando el daño producido por el ácido producido por la fermentación de azucares. La utilidad del flúor en la prevención de caries es tan importante que muchos países optaron por enriquecer el agua potable con este mineral (varios países suministran flúor en el agua potable al menos al 40 por ciento de su población, incluidos Australia, Brasil, Canadá, Chile, Hong Kong, la República de Irlanda, Israel, Malasia, Nueva Zelanda y Singapur etc.), reduciendo las prevalencias de caries en su población hasta en un 50 a 70 por ciento como Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, esta intervención al parecer es demasiado cara para países en desarrollo. En Bolivia por una Ley de Fortificación de Alimentos hace muchos años se decidió la fluoración de la sal de consumo diario (pero de la promulgación de la Ley a que esta sea cumplida es un misterio que algún día me gustaría resolver, pues con mucha dificultad se logra que se cumpla la yodación de la sal).

Se ha demostrado constantemente que la pasta de dientes con flúor proporciona un efecto preventivo de caries para personas de todas las edades. El uso de pasta de dientes con flúor debe comenzar con la erupción del primer diente. Para los niños menores de 3 años, la cantidad recomendada es un frotis o un grano de arroz y no es necesario cepillar solo aplicar esa cantidad sobre el diente con un cotonete (aproximadamente 0,1 mg de flúor). Una vez que el niño ha cumplido 3 años y es más capaz de expectorar, se debe usar una cantidad de pasta de dientes del tamaño de una arveja (aproximadamente 0,25 mg de flúor). Es preferible escupir, pero no enjuagar, después del cepillado. Expectorar sin enjuagar reduce la cantidad de flúor ingerido y deja algo de flúor disponible en la saliva para que lo absorba la placa dental. Se debe recomendar a los padres que supervisen el uso de pasta dental fluorada por parte de sus hijos para evitar el uso excesivo o la ingestión, especialmente con niños que tienen algún tipo de discapacidad compleja del desarrollo neurológico y que no pueden expectorar constantemente (la ingestión excesiva produce una enfermedad llamada fluorosis).

Finalmente, la aplicación de otra modalidad de prevención de caries es del barniz de fluoruro que se aplica a los dientes y que fragua al contacto con la saliva. Las ventajas de esta modalidad son bien toleradas por bebés y niños pequeños, tiene un efecto terapéutico prolongado (como de hasta seis meses) y puede ser aplicada tanto por profesionales de la salud dental en una variedad de entornos de salud. La aplicación de barniz de flúor durante un examen oral beneficia a los niños, especialmente a aquellos con acceso limitado a la atención dental.

No se olvide: La buena salud bucal es una parte necesaria de la salud en general y los estudios han demostrado los efectos adversos de la mala salud bucal en múltiples afecciones crónicas, incluido el control de la diabetes. Por lo tanto, la falta de prevención de la caries tiene consecuencias sanitarias, educativas y económicas tanto a nivel individual como social.

La observancia de las opiniones consultivas de la Corte IDH en Bolivia

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