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La Semana Mundial de la Lactancia Materna se celebra todos los años del 1 al 7 de agosto, con el objetivo de informar a la comunidad sobre su papel en el fortalecimiento y apoyo a esta práctica. Este 2023 el lema es “Facilitar la lactancia materna. Marcando la diferencia para las madres y padres que trabajan”. 

Los amplios beneficios de la lactancia materna en la salud de las y los bebés son innegables: colabora con el sistema inmunológico del recién nacido, y lo protege contra la desnutrición, infecciones respiratorias agudas, diarrea, entre otras enfermedades. Su incidencia en el desarrollo motriz y cognitivo del bebé es significativa. En lo emocional, se asocia a una lactancia materna prolongada y a un mayor favorecimiento al apego y a la seguridad emocional que brinda el vínculo entre la mamá y el bebé.

Por si fuera poco, esta práctica también contribuye a la salud materna, ya que las mujeres que amamantan tienen menor tendencia a desarrollar cáncer de mama, de ovarios y padecer osteoporosis. Por estas razones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) promueven la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, incluyendo la complementación con otros alimentos y nutrientes desde los seis meses hasta los dos años o más.

Sin embargo, algo tan esencial y natural debe enfrentar en la actualidad múltiples obstáculos culturales, sociales y económicos: pobreza, limitación de acceso a servicios básicos, movilidad humana y/o diferentes formas de violencia. En el mundo, más de 500 millones de mujeres trabajadoras no cuentan con la protección esencial de la maternidad en las leyes nacionales. Sólo el 20% de los países requieren que los empleadores proporcionen a las empleadas descansos pagados e instalaciones para amamantar o extraer leche y menos de la mitad de los infantes menores de 6 meses de edad son amamantados de forma exclusiva.

De todo ello surge la importancia de contar con leyes de protección a la maternidad y políticas de lactancia en los centros de trabajo. Si bien en la región existe legislación laboral para promover y proteger la lactancia, su nivel de cumplimiento es escaso y la actividad laboral continúa siendo uno de los principales obstáculos para la concreción y adecuada prolongación de la lactancia.

De acuerdo a la Convención de los Derechos del Niño, todos los niños y niñas tienen derecho a acceder al más alto nivel posible de salud y nutrición durante sus primeros años. La Observación N° 7 del Comité de los Derechos del Niño sobre Primera Infancia, exhorta a los Estados a garantizar su cumplimiento, a fin de reducir la mortalidad infantil y permitir al niño disfrutar de un inicio saludable en la vida para alcanzar su máximo potencial. En el mismo sentido, la OMS y la OPS recomiendan a los Estados implementar y aplicar el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna en todos los niveles, para garantizar que las madres lactantes y sus familias no sean blanco de la industria, la publicidad y los diferentes agentes que puedan poner en peligro la lactancia materna mediante la promoción de la alimentación con fórmula y todos sus productos asociados, en los casos en que el o la bebé no los necesite. Del mismo modo, buscar el involucramiento de funcionarios públicos y privados vinculados a la salud, nutrición y desarrollo materno infantil para velar por el acceso efectivo de la misma.

En Bolivia, las mujeres lactantes deben enfrentar diversos obstáculos para mantener una lactancia exitosa, por ejemplo, el retorno al trabajo, pues la falta de apoyo y protección a la lactancia en los centros de trabajo incide directamente en el abandono temprano de la lactancia materna. 

La Ley N° 3460 de Fomento a la Lactancia Materna y Comercialización de sus Sucedáneos y el Decreto Supremo N° 0115 regulan el periodo de lactancia en espacios laborales. Sin embargo, sólo el 43% de las empresas autoriza la reducción del horario laboral por lactancia materna y el 8% de las empresas cuenta con salas de lactancia[1].

Conforme a los estándares mínimos aceptables, la protección a la lactancia debería contemplar el permiso de maternidad de un mínimo de 18 semanas, idealmente más de 6 meses, adaptaciones en el lugar de trabajo para la lactancia o la extracción de leche, tiempo libre remunerado para la lactancia o la extracción de leche al reincorporarse al trabajo y opciones flexibles de reincorporación al trabajo.

Además de tratarse de una obligación de los Estados y las empresas garantizar y proteger un derecho de los niños y niñas y de las familias, la lactancia materna conlleva beneficios para las empresas, pues puede incrementar la eficiencia y productividad y reducir el ausentismo, ya que las y los bebés que lactan se enferman menos.

Es tiempo de que los Estados, empleadores, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil extremen sus esfuerzos en Bolivia para cumplir sus obligaciones en este ámbito.


[1] UNICEF, Estudio ¿Qué están haciendo las empresas por la niñez en Bolivia?, 2019

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