En medio de un clima socio-político dividido y polarizado —otra vez— hago votos para que la cordura y el bien común prevalezcan, prime el diálogo y la comunicación con “el otro”, respetando la visión intercultural y del bien común que los discursos políticos contemporáneos han construido. Condeno la violencia y la intolerancia de donde provenga y solicito cautela.
Nos hemos acostumbrado a ver violencia, racismo e intolerancia en las calles, en las pantallas de televisión y del celular a cada instante. Son escasas las buenas noticias o mensajes positivos, educativos o de buenas prácticas. Prevalece la confrontación, los discursos de odio, la incertidumbre y el medio a vivir en un país tan polarizado e inestable.
Santa Cruz es una ciudad en paro y sitiada. Se desató la violencia “en La Guardia, municipio próximo a la capital cruceña, donde hubo amague de enfrentamientos entre pobladores de la zona y de campesinos afines al Movimiento al Socialismo (MAS) que instalaron un cerco en esa zona del departamento, impidiendo el ingreso de camiones con combustible y alimentos. La Policía tuvo que intervenir con gasificación” (Correo del Sur, 01/11/2022).
A 12 días del paro por el Censo 2023 y ocho jornadas de cerco a la capital oriental; el Gobierno nacional sigue planteando que la encuesta nacional sea en abril de 2024.
Desafortunadamente, ya hubo enfrentamientos entre ambos sectores sociales (vecinos y seguidores del MAS) en inmediaciones del mercado campesino y antes del kilómetro 13 de la carretera a La Guardia, entre los policías y un grupo de vecinos lo que ocasionó varias personas heridas y agresiones a periodistas (Correo del Sur, 01/11/2022).
El vicepresidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, Fernando Larach, pidió la renuncia del ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, por el actuar parcializado de la Policía en los enfrentamientos de las últimas horas; además, el dirigente advirtió que el diálogo que se pretende instalar pasa primero por garantizar un clima de paz en Santa Cruz (ANF, 02/11/2022).
En ese escenario de tensión y posiciones cerradas, lamentablemente prevalece la incapacidad de negociar las posiciones en conflicto y arribar a acuerdos más allá del rédito político para cualquiera de los bandos enfrentados. La población sufre la escasez de alimentos, combustible y ni qué decir del derecho a la educación con varias unidades educativas cerradas y a la salud con la dificultad de poder trasladarse dentro y hacia Santa Cruz.
Pero volviendo al conflicto por el censo que ya es un tema sobre el que se han pronunciado varios departamentos, es cuestionable la gestión y manejo de conflictos de quienes detentan el poder político a nivel nacional, departamental y municipal. No existe un culpable sino muchos en todo el país que no están cumpliendo con su rol de autoridades públicas que reciben un salario de los fondos públicos y que incumplen con su responsabilidad de servicio público para garantizar las mejores condiciones de vida de sus conciudadanos.
La habilidad de comunicar le es innata al ser humano, pero a menudo se la frena o censura por otros intereses políticos, ideológicos, sociales y económicos. Con tantos filtros, la posibilidad de decir “algo coherente” se diluye entre las nebulosas del poder real y el fáctico. No debiera indignarnos tanto espectáculo degradante que nos distrae de lo esencial: “vivir bien” o ¿solo era retórica?
Dialogar es un acto de comunicación que implica conversar horizontalmente, cara a cara y con un franco gesto de nobleza e hidalguía. Compartir posiciones, pero siempre con la intención de buscar soluciones, alianzas y acuerdos válidos que sean respetados por ambos sectores en conflicto. Esos funcionarios y representantes cívicos se lo deben a las y los bolivianos que les han confiado su voto y confianza para gobernar en nombre del pueblo. En la escuela me enseñaron que eso era democracia, por ello me pregunto si aún la estamos protegiendo o, por lo contrario, la vamos destruyendo día tras día.
El 31 de octubre se celebró el Día Mundial de las Ciudades en el marco de la Agenda Urbana de cara al 2030. Esta fecha fue instaurada con el objetivo de promover el interés en la urbanización y fomentar la cooperación entre los países para aprovechar las oportunidades y afrontar los desafíos que plantea el urbanismo, así como para contribuir al desarrollo urbano sostenible en todo el mundo. Pero ningún desarrollo es posible sin datos de población actualizados que permitan planificar acciones y destinar presupuestos suficientes para atender las demandas básicas de la población, por no hablar de la distribución de escaños políticos por región. Por eso es vital contar con los datos del censo. Pocos comentan la tremenda irresponsabilidad que supone que habiéndose realizado el último en 2012, en diez años no se hubiere planificado la realización de esta importante consulta. Poco se habla de las autoridades, cuya incapacidad está costando un conflicto político nacional.
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