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Mucho de lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos depende de cómo la o el jardinero que llevamos dentro decide recortar cada hecho, cada palabra, cada gesto en nuestra relación con los demás. Al final de cada día, somos el resultado de qué poda, repara o desecha ese jardinero para odiar más, olvidar, comprender o amar.  

Y 2020 dejó a esa o ese jardinero desnudo. Le quitó sus herramientas de trabajo para echarlas a la basura y le dejó varado como un lienzo esperando que en 2021 comprendamos que debemos cambiar la forma de mirar el mundo y mirarnos a nosotros mismos, con otros lentes, otros ojos, otras podadoras convertidas en fuertes sogas que amarren, pegamento que una, vigas que apuntalen de cara al futuro.

Es que nos hizo comprender que solos o solas no somos nada ni nadie aún con todo el oro del mundo. Quienes enfermaron con Covid-19 tuvieron que depender para sobrevivir tanto de sus familiares como de médicos y enfermeras y hasta de donantes de plasma extraños. Probablemente solos no lo hubiesen logrado.

Pero esa relación no solo alcanza y llega hasta los demás, sino también a todos los seres de este planeta llamado Tierra. Si nuestra relación con los animales y plantas fuera la que debe ser, probablemente tampoco hubiese pasado el virus de un animal a un humano.

Son múltiples los mensajes y enseñanzas que nos deja la pandemia de 2020. Una de ellas es que la forma de procesar el mundo que le rodea a nuestro/a jardinero/a interior ya no funciona más, no va más.

A manera de ejercicio y de cara al 2021, te invito que en un rincón de tu mente hagas una lista de todo aquello que hoy crees que no tiene sentido en tu vida, en tu trabajo, en tu hogar, en tus relaciones con tus familiares, con tus amigos, con tus conocidos, con la naturaleza…

Por un momento, trata de hacer memoria sobre cuáles son los motivos por los que llegaste a odiar a una persona y piensa si esas razones tienen, en verdad, sentido.

Muchas veces dejamos atrás a otros seres humanos únicamente porque hicieron o dijeron algo que nos molestó. ¿Ese era motivo suficiente? Se llega al extremo de olvidar años de mucha amistad por un detalle como si todos no tuviéramos el derecho de equivocarnos alguna vez. Y es que a nuestro/a jardinero/a interior no parece molestarle cortar en minutos un árbol que le llevó años crecer porque la manera en que tratamos a la naturaleza también tratamos, en el fondo, a los demás.

Y 2021 requerirá, de nuestra parte, mucha paciencia y comprensión porque de una u otra forma, todas y todos salimos muy afectados tanto física como psicológicamente, unas personas más, otras menos.

Tendremos que poner en marcha a otro tipo de jardinero/a, un ser humano que busque reparar en vez de podar; unir, en vez de destruir.

Brindemos, entonces, por un año de reparación y reconciliación con una o un jardinero nuevo en nuestras vidas. Es el deseo de Guardiana para todas y todos en 2021.

Nuestra joven Viceministra

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