He tenido la oportunidad de seguir por televisión un par de debates de representantes políticos, pero lastimosamente no fueron los candidatos a ocupar la silla presidencial en los comicios de octubre próximo. He podido ver en las redes desafíos de algunos de ellos a debatir, sin embargo, todavía ninguno ha levantado el guante.
Señores candidatos es clave para su campaña debatir públicamente, no solo porque es un acto eminentemente democrático, sino también porque así comenzaremos a dejar en el olvido al candidato que nunca debatió y que pretendió normalizar la actitud de desaparecer en el momento de poner delante de la ciudadanía sus “porqué” de su candidatura y sus “cómo” de su futura gestión.
Vargas Llosa en alguna entrevista aseguró que nunca quiso ser presidente del Perú y que las circunstancias lo obligaron a postularse para ese cargo. ¡Menos mal que los peruanos y el destino no lo eligieron! ¿Por qué usted, señor candidato, se está postulando? ¿Cuáles son sus razones? ¿Por qué ahora y no en 2019? ¿Por qué ahora y no en los siguientes comicios?
La posibilidad de debatir de manera pública ante la ciudadanía no solo le dará la oportunidad de presentar su plan de gobierno, sino también la de escuchar y preguntar sobre el plan de sus circunstanciales rivales políticos. Por este motivo, es necesario que usted conozca a fondo su plan, que haya reflexionado en los detalles, costos, procedimientos, consecuencias, etc. Ojalá que no le suceda como a ese candidato que, previo a las elecciones de octubre del año pasado, no sabía de qué trataba ese plan. Al mismo tiempo es su oportunidad de poner en evidencia las falencias y vacíos de los otros planes, lo que le obliga a estudiarlos a detalle.
Por tanto, el debate le dará la oportunidad de escuchar y de demostrar que realmente sabe escuchar. Que no tergiversa la versión de su opositor, que la comprende, y que desde esa comprensión es capaz de criticarla.
Una presentación pública de esta magnitud le permitirá, distinguido candidato, demostrar que usted conoce el contexto, que efectivamente es usted un boliviano que comparte los sufrimientos y angustias de tanta gente pobre. Por esto, no se olvide cuánto cuesta un pan en nuestro país, un litro de leche, un kilo de carne de res o de pollo. ¿Lo sabe? No dude en afirmar que el salario mínimo vital es todavía insuficiente para una vida digna. No olvide abordar de manera precisa cómo afrontará la crisis económica que viene el próximo año; los problemas de salud, educación, trabajo y vivienda. Todos sabemos que deberá tomar medidas impopulares. No intente vendernos humo, sea directo, honesto desde ahora y díganos cómo afrontará esa crisis y cuánto sacrificio nos costará a los bolivianos.
Estar en la palestra con un país que lo mira y lo evalúa, le dará la oportunidad de demostrar que usted es una persona capaz de respetar al que piensa distinto, que su liderazgo no está cimentado en su capacidad de hacer “tik toks” y difundirlos por las redes, sino en su compromiso, su respeto y su propia capacidad de controlarse. Si usted reacciona de mala manera por alguna provocación y si, a partir de ella insulta, dice mentiras, calumnia al opositor y golpea la mesa, quedará claro que si no es capaz de gobernarse a usted mismo, mucho menos podrá gobernar un país.
La oportunidad de debatir le permite ingresar en la casa de cada ciudadano y sentarse a responder a sus preguntas. ¿Es usted capaz de responder a las preguntas de la ciudadanía? Si es así, no pierda la oportunidad de debatir en público. Es la ocasión propicia para argumentar sus posturas -personalmente, me gustaría que incluso, a ratos, hable difícil- así nos enteraremos de que su reflexión ha ingresado en la verdadera complejidad de los problemas que lo esperan.
Señor candidato, espero su debate, porque me parece que justamente en estas elecciones hay que ser valientes para pretender sentarse en la silla del gobierno. Su gestión será una de transición, es muy difícil que lo acompañe un cierto nivel de popularidad como para repostularse; sus medidas serán impopulares; tendrá una oposición bárbara; socialmente recibirá un país polarizado; psicológicamente la gente estará muy golpeada por las consecuencias de la pandemia; la corrupción, tan instalada en la cosa pública, seguirá campeando y dándole dolores de cabeza; el cambio climático nos seguirá azotando… en fin, le tocará quizá el período más duro de nuestra vida democrática.
Señor candidato, lo escucho.
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