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Guardiana (Bolivia), ilustración de Freepik

Martes 23 de noviembre de 2021.- Parejas que se separan o divorcian, sobre todo en Europa, imitan el comportamiento de las aves que dejan el nido para buscar alimentos por turnos y mantener protegidos a sus retoños. En el caso de las relaciones humanas, las y los hijos permanecen en casa, mientras los padres, que se alternan para cuidarlos por tiempo determinado, pueden vivir en áreas separadas dentro del mismo hogar o bajo otro techo en algún lugar propio, con familiares o con amigos.

En otras palabras, según la psicóloga estadounidense Ann Gold Buscho, mamá y papá pueden quedarse todavía bajo el mismo techo, pero ocupan espacios separados o distintas habitaciones, y pasan el tiempo por turnos para estar con sus hijos e hijas. Por ejemplo, mientras la madre está con sus pequeños, el padre puede ocuparse de sus propias actividades y viceversa. En otros casos, los progenitores viven en otras viviendas, hasta que les toque "estar de servicio" en el hogar.

Es un acuerdo, conocido como  anidamiento o birdnesting (en inglés), al que suelen llegar las parejas en crisis que quieren evitar problemas emocionales a sus hijos a hijas.

Es un concepto relativamente nuevo en el mundo. Es conocido en países como Suecia, Australia, Estados Unidos, Gran Bretaña y Países Bajos. Se observa que hay interés en familias de clase media. En la sociedad sueca, según la BBC, la custodia compartida data de los años 70 del siglo pasado.

Estabilidad para hijos e hijas

Niklas Björling (38 años), vecino de la ciudad de Estocolmo, Suecia, le dijo al portal de noticias BBC Mundo que él y su pareja decidieron “anidar” durante ocho meses después de su separación con el fin de mantener la estabilidad de sus hijos “y no solo romper todo de una vez”.

Este padre divorciado dice que esta opción les dio a sus niños la posibilidad de quedarse en casa,  permanecer en la misma escuela y compartir con sus amigos, y evitar situaciones estresantes como la de ir de una vivienda a otra para estar con alguno de sus progenitores.

Un respiro

La psicóloga estadounidense Ann Gold Buscho escribió en el portal Psychology Today que ella misma vivió una etapa de anidamiento de 15 meses, en 1994, cuando se separó de su esposo.

Pasados más de 20 años de esa experiencia, Buscho recuerda que investigaciones realizadas muestran que las niñas y niños sufren por los conflictos de sus padres, y que el hecho de anidar ofrece un respiro, una sensación de estabilidad y tiempo para reflexionar y ponerse de acuerdo en temas de horarios, manejo del dinero y modos de comunicación.

La psicóloga explica que el acuerdo es temporal, puede durar meses, a veces más tiempo. Recuerda que una mujer le contó que ella y su ex anidaron durante siete años. Algunas parejas acuerdan hacerlo hasta que se cumplan ciertos hitos en la vida de sus hijos, como la graduación de bachillerato. A veces, el tiempo puede ayudar para trabajar el matrimonio y es probable que hasta lleguen a la reconciliación.

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Desventajas de anidar

No todas son buenas noticias. El periodista español Albert Sanchis Ull escribió un artículo en el que no solo se refiere  a las bondades del anidamiento. Hace notar de este tipo de acuerdos también pueden tener un impacto negativo en los padres.

Dice que los progenitores podrían quedarse estancados en su capacidad de superar la separación y no poder rehacer su vida.

La psicóloga Ann Gold Buscho elaboró una lista de las desventajas del anidamiento:

1. Para la mayoría de los adultos es perturbador entrar y salir del hogar familiar, y la ubicación alternativa puede ser menos que ideal.

2. Puede ser costoso mantener el hogar familiar, así como uno o dos alojamientos distintos.

3. El anidamiento no es aconsejable en relaciones de alto conflicto o donde existen problemas de control coercitivo.

4. Es esencial un acuerdo explícito sobre los horarios con los niños, las finanzas y la comunicación.

5. El anidamiento puede volverse problemático cuando cualquiera de los padres desarrolla una nueva relación seria y a largo plazo.

6. No es aconsejable anidar, a menos que ambos padres tengan al menos cierta confianza el uno en el otro.

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