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¿Tienes control sobre tu cuerpo? La mitad de las mujeres lo tiene en el mundo

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Por Guardiana (Bolivia)

Jueves 15 de abril de 2021.- “Mi cuerpo me pertenece”, ¿tú puedes asegurarlo? ¿Cuántas mujeres y niñas pueden afirmarlo libremente? Tú deberías poder tomar decisiones autónomas sobre tu cuerpo y las demás personas deberían respetar tu decisión. Sin embargo, solo el 55% de las niñas y mujeres de 57 de los 193 países que hay en el mundo pueden tomar sus propias decisiones a la hora de decidir sobre la atención de su salud, sobre si debería o no usar anticonceptivos y si podría decir “no” a su pareja si no desea tener relaciones sexuales.

Este es uno de los resultados del informe mundial “Mi cuerpo me pertenece: reclamar el derecho a la autonomía y la autodeterminación”, que presenta los temas que definen la capacidad de una persona para tomar decisiones autónomas sobre su cuerpo y las consecuencias para su salud, bienestar y potencial en la vida. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) presentó el Estado de la Población Mundial 2021 este miércoles 14 de abril en un evento virtual.

Harold Robinson, director Regional para América Latina y el Caribe del UNFPA, aseguró durante dicha presentación que la situación de las mujeres empeoró durante la pandemia. Y realizó una larga enumeración de las diferentes formas de violencia que estas han venido sufriendo y, por ello, "el estado de la población mundial no puede ser bueno" tomando en cuenta todo aquello.

Mientras no exista igualdad de género, no se podrá hablar del control del cuerpo por parte de las mujeres. "El nexo entre la desigualdad de género y la negación de la autonomía corporal tiene efectos reales en la vida cotidiana de las mujeres y las niñas de todo el mundo. Las actitudes y normas que supeditan el bienestar, las necesidades y los derechos de una mujer o una niña a los de un hombre o un niño las despojan de su poder, su libre albedrío. Los estudios han constatado que esto puede tener consecuencias negativas que tal vez duren toda la vida".

La autonomía corporal es un derecho fundamental y va de la mano de la igualdad de género. Si no hay igualdad de género, normalmente no hay autonomía corporal y si existen ambas, el beneficio no solo es para una mujer o las mujeres, sino para sus familias y las sociedades en general.

Se trata de un informe del estado de la población mundial visto desde una perspectiva importante, novedosa y muy vinculada a los derechos humanos. ¿Y cómo se mide o hace seguimiento sobre el sentirse en control sobre el cuerpo que una persona tiene? Neus Bernabeu, asesora Regional de Género y Juventud del Fondo de Población de las Naciones Unidas, explicó este miércoles que son tres las dimensiones tomadas en cuenta para tal medición a partir del quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible, que busca la igualdad de género y empoderar a todas las niñas y mujeres. Dichas dimensiones fueron expresadas en el estudio mediante preguntas como se puede ver en el siguiente cuadro:

Violación de la pareja o marido

¿Puede una mujer decir que "no" a su marido o compañero si no quiere mantener relaciones sexuales? Claro que puede, pero esto no lo saben aún muchas mujeres que terminan convirtiéndose en víctimas de violación conyugal sin siquiera saberlo; aunque como advierte el estudio, luego sufren y presentan todas las características de una violación como daños psicológicos y lesiones físicas asociadas a las relaciones sexuales forzadas, embarazos no deseados y abortos espontáneos.

Cuarenta y tres países de los 57 estudiados en el mundo no tienen ninguna legislación que aborde la cuestión de la violación marital. Incluso en los países en que se reconoce este concepto, las penas por relaciones sexuales no consentidas dentro del matrimonio pueden ser considerablemente menores que en otros casos. Un estudio realizado en 2020 comparó el matrimonio con un comodín que evita ir a la cárcel, y descubrió que de los 54 países del Commonwealth 35 todavía aplican alguna forma de exención conyugal a los delitos sexuales.

Bolivia figura entre los países donde el matrimonio puede considerarse una “cura” legal para la violación, ya que permite a los autores casarse con sus víctimas y evitar así tener que cumplir pena alguna por su delito."Existen leyes que permiten a los hombres condenados por violación eludir la condena si se casan con las mujeres a las que han agredido en Angola, Argelia, Bahrein, Bolivia, el Camerún, la República Dominicana, Guinea Ecuatorial, Eritrea, la Federación de Rusia, Filipinas, Gaza, el Iraq, Kuwait, Libia, Serbia, Siria, Tayikistán, Tailandia, Tonga y Venezuela".

Con respecto a la legislación de los diferentes países y su aplicación en estos temas a través de la justicia, una cosa es que ahí estén las leyes, otra que se las aplique y otra que se las aplique con perspectiva de género, una deficiencia en muchos países.

“El hecho de que solo el 55% de las mujeres tengan el poder de tomar sus propias decisiones sobre su cuerpo debería ser una llamada de atención para los gobiernos, los encargados de formular políticas y las instituciones de desarrollo. En Malí, el Níger y el Senegal, más del 90% de las mujeres se ven privadas de su autonomía corporal”.

“Mi cuerpo me pertenece: reclamar el derecho a la autonomía y la autodeterminación”
La educación para mujeres y hombres, vital

Que una niña, adolescente o mujer conozca que tiene entre sus derechos los reproductivos y sexuales tiene mucho que ver con los estudios, factor clave a la hora de determinar cuánto poder posee para negarse a mantener relaciones sexuales, y también está relacionado con su poder para tomar sus propias decisiones en materia de anticoncepción y atención de la salud. El nivel de educación de su pareja también se asocia positivamente con su participación en dichas decisiones. Y sobre este último punto, el Director Regional para América Latina y el Caribe del UNFPA invitó a los hombres a sumarse a esta causa por la igualdad de género y el respeto al derecho de las mujeres a controlar y decidir sobre su propio cuerpo.

Precisamente porque muchas mujeres reciben todo tipo de influencias y no conocen sus derechos o no les permiten ejercerlos es que es importante no perder de vista los factores que pueden llegar a ser determinantes para ellas a la hora de tomar decisiones como, por ejemplo, la influencia de la comunidad en la que viven, el trato que reciben en el sistema de salud, las relaciones con su pareja y su familia hasta factores socioeconómicos como la educación y el acceso a la información.

Una mujer con un nivel de educación inferior al de su marido o pareja tiene más probabilidades de sufrir violencia sexual que una mujer cuyo nivel educativo es más o menos el mismo que el de su marido. Por su parte, las niñas y las mujeres de los dos quintiles de riqueza inferiores también tienen más probabilidades de haber mantenido relaciones sexuales no deseadas.

"En algunas comunidades —dice el estudio— la noción de autonomía corporal puede considerarse incompatible con las normas y los valores locales. Las comunidades pueden presionar a las mujeres para que tengan hijos y, en general, pueden perpetuar la opinión de que las mujeres deben ser sumisas y pasivas en las relaciones sexuales. Al mismo tiempo, las normas de la comunidad a menudo pueden disuadir a las mujeres de debatir cuestiones de salud sexual y reproductiva con los hombres, lo que dificulta —o prácticamente imposibilita— la negociación sobre las relaciones sexuales, el uso de anticonceptivos y la atención a la salud reproductiva".

Las adolescentes se enfrentan a obstáculos adicionales para acceder a la información y los servicios debido a las normas que disuaden de la actividad sexual fuera del matrimonio.

Más comunicación, esencial

El poder del diálogo y de una comunicación eficiente son esenciales en toda relación humana. El diálogo puede evitar guerras entre países, pero también problemas en las familias entre mujer y hombre, y entre padres e hijos. Eso lo han dicho los estudiosos en la comunicación y en el estudio sobre el estado de la población mundial se lo vuelve a decir porque “las relaciones y la comunicación con sus maridos o parejas, así como con los miembros de la familia extensa, influyen en la capacidad de las mujeres para tomar decisiones autónomas".

“Los hombres –decía el Fondo de Población de las Naciones Unidas en 2019– como cabezas de familia, suelen ostentar todo el poder y tomar muchas de las decisiones, incluidas las relacionadas con la salud sexual y reproductiva, a pesar de que esta suele percibirse como una 'cuestión de mujeres'. Las normas de género suelen asignar a las mujeres la responsabilidad exclusiva de la salud reproductiva, pero al mismo tiempo les niegan el poder de decisión. La comunicación es un indicador positivo de la toma de decisiones conjunta o autónoma. Las parejas que se comunican regularmente sobre cuestiones de salud sexual y reproductiva tienen más probabilidades de tomar decisiones conjuntas sobre el uso de anticonceptivos y la atención de la salud reproductiva. Las opiniones de los miembros de la familia extensa, en particular de las suegras, también desempeñan un papel importante en estas decisiones”.

El acceso a la salud y el trato

Son varios los componentes que entran en juego y así como la comunidad puede influir en las decisiones de una mujer, la cultura en la que tanto la comunidad como ella están inmersas también es decisiva cuando se tiene que acceder a la salud.

Víctor Cazorla es un partero que trabaja en la cordillera de los Andes en el Perú. Trabaja hace más de 20 años con comunidades indígenas de la región de Ayacucho y sabe a qué se refiere alguien cuando le habla de pacientes vulnerables. “Mi consejo para cualquier trabajador sanitario sería tener empatía”, asegura. Él explica que existen barreras culturales en la atención de personas que en el área rural hablan un idioma distinto de quien les brinda atención en salud. Tal situación puede terminar en malos entendidos y discriminación. A ello habrá que sumar que muchas pacientes no conocen sus derechos sexuales y reproductivos. “Me atrevería a decir que quizá entre el 80% y el 90% de la población general no puede tomar sus propias decisiones sobre cuándo mantener relaciones sexuales con su pareja. El machismo prevalece”.

Cuando se afirma que “poco más de una de cada dos mujeres y niñas tiene el poder de decidir si desea obtener atención de la salud —incluidos los servicios de salud sexual y reproductiva— y en qué momento, si desea utilizar métodos anticonceptivos y si desea mantener relaciones sexuales con su pareja o marido”, en realidad los porcentajes varían entre regiones y este hecho tiene que ver con muchos aspectos, entre ellos el conocimiento de estos derechos por parte de las niñas, adolescentes y mujeres, pero también con qué les está permitido a ellas en la cultura en la que viven.

Y esto es lo que pasa, por ejemplo, en Siria, donde el solo hablar de estos temas es considerado no digno para la reputación de las mujeres. Mouna Farhoud, ginecóloga especializada en la atención a supervivientes, contó que “en Siria, más de la mitad de las mujeres desconoce sus derechos sexuales, físicos y generales. Incluso las mujeres con estudios están expuestas a la violencia y son incapaces de hacerle frente. Consideran que hablar sobre estas cuestiones perjudica su dignidad y su reputación”.

Al respecto, el partero Cazorla añade que es fundamental mostrar respeto por la propia cultura. No obstante, considera que lo más importante es empoderar a las pacientes para que se conviertan en defensoras de sus propios cuerpos y su autonomía. “Les enseñamos a esperar respeto, que nadie tiene derecho a tocar su cuerpo: ni yo, ni sus tías, ni sus padres, ni sus madres, ni el personal, ni la policía, nadie”.

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