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Jóvenes activan sus escudos para evitar ser rechazados o abandonados

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Texto de Paola Mejía Viaña y caricatura de portada de Javier Menchaca para Guardiana (Bolivia)

Miércoles 21 de septiembre de 2022.- Rodrigo cruza las piernas. Se pone cómodo en el asiento y empieza a cebar su mate, muy al estilo argentino. Se siente desinhibido al momento de hablar sobre conexiones amorosas. “He tenido varias relaciones abiertas”, comenta con soltura. Todos se vuelcan a verlo, provocando sonrisas tímidas y cuchicheos. “Algunas dieron frutos y otras no. La primera no funcionó porque la chica con la que solo tenía sexo empezó a sentir cosas por mí y, en una relación abierta, el que se enamora, pierde”, acota con mucha seguridad.

El 6 de abril de este año, en horas de la tarde, el amor terminó. Ella ya no quería estar con él. La persona a la que había elegido, decidió dar un paso al costado. De ese trago tan amargo han pasado más de cinco meses, no obstante, Álvaro confiesa que “aún no la ha olvidado” y que muchas veces se hunde en el sentimiento de “extrañarla tanto”, tanto, tanto, al punto de tener ataques de ansiedad, pues “absolutamente todo” le recuerda ese “tiempo lleno de ilusiones y amor”.

Nicole ha cumplido 60 días de estar en terapia. Su expareja no solo la engañó en distintas ocasiones, sino que, además, ejerció violencia física sobre ella. “Visualicé mi vida junto a la suya. Salir de esa relación fue una de las cosas que más me ha costado”. Mientras relata su historia, la voz se le quiebra y sus ojos se convierten en dos lagunas a punto de desbordarse. “Estoy en proceso de superar todo lo que viví”, añade la joven mientras cuenta que, desde ese episodio, está más enfocada en “experimentar” que en “encontrar” a “su pareja ideal”, pues el trauma puede más que el deseo.

Todos en el salón escuchan las historias de sus compañeros, ansiosos por conocer hasta el más íntimo detalle, dubitativos de alzar la mano y de atreverse también a contar sus propias vivencias de amor.

Guardiana conversó con 23 jóvenes universitarios de entre 19 y 21 años sobre el concepto actual que tiene la juventud sobre el amor y los tipos de relaciones amorosas que se experimentan: 1. El poliamor 2. Las relaciones abiertas 3. Las relaciones casuales 4. Amigos con derecho y 5. Relaciones cerradas. Sin embargo, a la hora de sincerarse, las y los jóvenes admitieron que las relaciones casuales, poliamorosas y/o abiertas son solo una forma de escudar sus “verdaderas” intenciones y expectativas amorosas.

Dentro de ese grupo de jóvenes ávidos por explorar y conocer los misterios del mundo, se encuentran Álvaro Q. M. de 20 años, Rodrigo O. E. y Nicole F. Z. ambos de 21 años, quienes decidieron contar a profundidad esas historias de amor, que, de alguna forma u otra, han marcado para siempre sus vidas y que, además, tienen algo en común: el descarte, pues el rechazo estuvo presente y fue protagonista en la forma en la que sus relaciones amorosas terminaron.

Además, 14 de los 23 aseguraron haber tenido experiencias en relaciones entre poliamorosas, abiertas y fugaces. Sólo 9 sostuvieron haber estado únicamente en relaciones cerradas y monógamas.

La psicóloga clínica experta en niños, adolescentes y jóvenes Luciana Brooks Liebers, terapeuta en el Centro Ser Libre ubicado en la ciudad de La Paz, asegura que, si bien los jóvenes de hoy hablan con bastante soltura sobre temas que antes podían ser considerados un tabú –como el poliamor y las relaciones abiertas– en realidad desean enamorarse y entregarse a una sola persona, pero no lo admiten por el miedo a ser descartados o por viejas experiencias en las que fueron abandonados. Es decir, temen elegir a una persona y que esa persona no los elija.

Es posible que una de las cosas más sorprendentes al momento de entablar una conversación tupida con un grupo de jóvenes sobre temas sexuales y amorosos sea –precisamente– la libertad con la que se expresan. No obstante, hay quienes se sienten incómodos. Álvaro, por ejemplo, confiesa: “No soy nadie para juzgar a mis compañeros sobre sus sentimientos o su forma de experimentar sexualmente, pero el poliamor, las relaciones abiertas, fugaces y demás, no van conmigo”, sostiene con un gesto de incomodidad.

Nicole habla sobre su recuperación después de que su última relación terminó en una denuncia por violencia física. Si bien no ha pasado mucho tiempo desde aquel funesto episodio, Nicole no se ha cerrado a la exploración de la sexualidad y el amor, de otras maneras.

“Relaciones fugaces, casuales, que se dan por mutuo acuerdo. Yo no quiero nada con nadie, no todavía. Comprendí que era muy joven para estar aferrada a alguien. Hay mucho que experimentar allá afuera”.

Nicole, después de una relación en la que fue víctima de violencia física

Rodrigo, en cambio, cuenta que ha experimentado con relaciones abiertas en varias ocasiones. En una, por ejemplo, la relación abierta terminó porque una de las chicas con la que tenía encuentros sexuales se fue a vivir a otra ciudad y la relación fija se debilitó. “La experimentación es vital”, sostiene, mientras sigue cebando su mate: “Imagínate encontrar al amor de tu vida, mirar atrás y darte cuenta de que no has tenido recorrido antes de ella o él. Sería algo de lo que te arrepentirías toda tu vida”.

TIPOS DE RELACIONES AMOROSAS

En el sondeo realizado a esos 23 jóvenes sobre su concepto de amor, éstos respondieron cosas como que “es un sentimiento profundo y real que se puede llegar a sentir por otra u otras personas, y que además puede tener varios niveles de intensidad y entrega”. Sin embargo, lejos de vivir en tiempos conservadores, aseguran que esa conexión puede lograrse a través de varios tipos de relaciones amorosas, las cuales la terapeuta Luciana Brooks nos ayuda a definir:

  • Poliamor

Puedes tener algo con muchas personas, pero no estás comprometida con ninguna, y además esas parejas con las que estás, a su vez, también están con otras.

  • Relaciones abiertas

Son aquellas en las que tienes una relación fija con alguien y encuentros sexuales con otras. Tu pareja lo sabe y esa persona también puede tener esa libertad sexual.

  • Las relaciones casuales

Más movidas por el sexo que por el amor, son encuentros esporádicos con una determinada pareja, la que también puede estar con otras personas.

  • Amigos con derechos

Son relaciones amistosas que tras un acuerdo mutuo pueden derivar en encuentros sexuales, con la condición que ambos se imponen de no enamorarse.

  • Relaciones cerradas o monógamas

Son aquellas relaciones amorosas donde dos personas deciden estar juntas por sentimiento y por atracción sexual, con el compromiso de ser fieles.

Cuando Guardiana conversaba con los jóvenes sobre este tipo de relaciones, uno de ellos levantó la mano y expuso: “Es preferible estar en una relación abierta en la que estás fijo con alguien, pero a la vez puedes tener encuentros sexuales con otras personas, a que estar en una relación cerrada en la que te digan que sólo están contigo, pero en secreto se están acostando con otros. Prefiero la verdad a la mentira”.

Cuando él terminó de exponer aquello, varios empezaron a aplaudir. “Para qué te vas a arriesgar a que te pongan los cuernos, si puedes estar con varios al mismo tiempo sin que tu pareja esté molesta al respecto. Mejor que cada quien coma lo suyo y todos felices”, dice una de las jóvenes entre risas.

Sobre este comentario, Brooks responde que existe una confusión por parte de las y los jóvenes y es que seguramente “acechados por entornos de padres o amigos que incurren en la infidelidad, piensan que la mejor vía de evitar ser engañado o reemplazado por alguien más es tener una gama amplia de posibilidades donde el compromiso emocional sea leve o nulo. Nadie que está lo suficientemente comprometido con una persona puede sostener relaciones al mismo nivel con otras”, asegura.

“Nuevamente se trata del miedo al descarte, más que el miedo a comprometerse”, acota.

DIFERENCIAS ENTRE EL AYER Y HOY

Según la terapeuta Brooks, quienes son hoy jóvenes tienen una difícil misión: la definición del “quién soy”. Y aunque esta duda existencial también la sufrían los jóvenes de ayer, los de hoy están aún más condicionados por distintos factores como, por ejemplo las aplicaciones de citas y redes sociales que han incentivado la fugacidad; pero también el índice de padres divorciados que ha coadyuvado a que los jóvenes en muchos casos “se hayan programado para el fracaso amoroso”.

“Las citas románticas ya no tienen la finalidad que tenían antes”, acota la psicóloga. Y es que, según su explicación, las y los jóvenes pasan de una relación a otra sin ningún tipo de duelo, afectados por la virtualidad. “Conocen a alguien por internet, hacen match (hacer juego con alguien, compatibilizar o gustarse), entran en un juego de coqueteo y al poco tiempo aparece alguien más interesante y migran”. Ese sería, básicamente, el proceso por el cual los jóvenes, en su mayoría no se ven conectados con nadie.

“Los encuentros de hoy -en su mayoría- no están hechos para conectar mental o emocionalmente, simplemente se reducen a crear una conexión corporal, física, sexual. Pongo mi cuerpo, pero no mi corazón”.

Psicóloga clínica Luciana Brooks Liebers, terapeuta en el Centro Ser Libre

La terapeuta asegura que el valor propio es el único capaz de hacer la diferencia. “Actualmente, existen tendencias que socapan que los jóvenes crean que no deben amar, ni mucho menos comprometerse a nivel emocional. Las redes sociales son un claro ejemplo. Conoces a alguien que te atrae y al poco tiempo tienes un nuevo seguidor mucho más guapo, entonces piensas: 'Tengo tanto que explorar que no puedo conformarme con esto que tengo o siento'. Los jóvenes de hoy tienen la necesidad de estar en permanente movimiento, porque para ellos es más importante acumular experiencias que quedarse estancados con una persona”.

Pero esta situación no es más que una inseguridad que carcome a los jóvenes por dentro, porque piensan que “es preferible mantener una relación fugaz o casual” a abrirse totalmente con una sola persona, la misma que pueda lograr entenderlos mental y emocionalmente, y que después de que los haya “descifrado” sea quien los abandone.

“Amor líquido”, asegura Brooks refiriéndose de ese modo a un término desarrollado por el sociólogo Zygmunt Bauman, quien usa esos términos para hablar de la superficialidad de las relaciones sentimentales y a la fragilidad de las raíces emocionales que tendemos a establecer.

Brooks indica al respecto que “significa que las relaciones se basan en lo superficial, son poco estables y de corta duración”. Pero una vez más, apuesta a que no se trata de una “decisión por miedo a enamorarse o a tener algo profundo con alguien, sino a amar a alguien que no sienta lo mismo y salir lastimado”.

NO ES MIEDO AL AMOR, SINO AL ABANDONO

Uno de los más tímidos del salón levanta la mano. “Mi mamá se casó con el primer hombre del que se enamoró. Hace poco se divorciaron, él la engañó. Mi mamá entró en depresión. Ella me dijo que no quería que yo hiciera lo mismo, me dijo que explore, que experimente, que no me aferre a nadie y si encontrara a alguien, me gustaría que fuésemos sólo los dos. Aunque ella me lastime después”.

Se escuchan suspiros. Álvaro que está delante del muchacho que acababa de opinar le da la mano. Es un “dame los cinco” de sentires y conceptos amorosos.

¿Qué exige comprometerse?

La experta en jóvenes señala que el compromiso exige un riesgo: elegir y que probablemente no te elijan. “Los jóvenes de hoy saben muy bien que el compromiso requiere decidirse por alguien, y que tal vez ese alguien no te elija. Entonces, prefieren adelantarse a la situación. Se ponen una coraza porque es mil veces preferible ser el que descarta, a ser el descartado”.

Según Brooks, las y los jóvenes actualmente tienen muy poca tolerancia a la frustración. Necesitan, además, constante aprobación, por lo que ser rechazados o abandonados no es una opción. Los jóvenes no tienen miedo de amar, pero sí a ser descartados por el ser amado. Con esa lógica, prefieren acumular más experiencias, vivir más emocionalmente, explorar más sexualmente, sin darse cuenta de que en esta fórmula, más es menos, porque mientras más dispersos sean sus sentimientos, más vacíos e inseguridades están creando”.

Ese miedo constante al descarte, que puede haber derivado de muchos factores como el entorno familiar y las experiencias en la infancia, crea una voz en las cabezas que dice: “No expreses ni demuestres tus expectativas amorosas porque no eres suficiente y si te descubre tal cual eres, te va a cambiar, porque sí, eres cambiable”.

Esa voz interior instaurada en muchos jóvenes no les ha permitido desenvolverse en los planos amorosos con la seguridad que se requiere para afrontar una relación amorosa, estable y monógama. 

Nicole no descarta volver a enamorarse y entablar una relación cerrada y estable. Sin embargo, piensa que este no es el momento. Después de haber sido víctima de violencia con una persona con la que convivió y por la que incluso, hizo a un lado sus propios sueños, asegura que -por ahora- es momento de conocer y experimentar sin comprometerse. Eso sí, pese a lo sucedido ella, sigue creyendo en el amor, en uno que “la apoye, la incentive y con el que pueda sentirse segura y amada”.

Álvaro está decidido a darle vuelta a la página. “A veces quisiera pensar diferente. Poder estar con una y con otra, pero no puedo. Supongo que tendré que ser paciente y poder aplacar este sentimiento solo con el tiempo. No entiendo cómo la gente supera tan rápido, yo no puedo”. Pese a que Álvaro solo ha estado en relaciones monógamas, cree que eso es lo más conveniente para él, pues va acorde a sus valores. Asegura que más temprano que tarde “el amor volverá a llamar a su puerta” y él lo recibirá con mucha ilusión.

Rodrigo piensa que no está mal “adquirir experiencia, explorando nuevas formas de amar y sentir placer”. No obstante, eso no significa que no crea en el amor, todo lo contrario. Rodrigo piensa que ese sentimiento es sinónimo de construcción. “Es algo que no simplemente nace, sino algo que va tomando forma cuando hay reciprocidad”, asegura. Actualmente Rodrigo está en una relación monógama.

La psicóloga, especialista en jóvenes, asegura que “el amor es un encuentro, más que una búsqueda y que cuando llega se le debe dar el tratamiento correspondiente, acorde a nuestros valores y sentires para que ese amor, en vez de crear inseguridades, llene espacios, vacíos y nos revalorice”.

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