El organismo humano no es capaz de producir sustancias químicas como las vitaminas y por eso es necesario que estas se obtengan de los alimentos. Sin embargo, su requerimiento diario es mínimo para que nuestras células puedan funcionar correctamente. Las deficiencias de vitaminas en personas saludables son casi imposibles. Tendrían que privarse de cierto tipo de alimentos durante mucho tiempo para generar deficiencias como el escorbuto (enfermedad por falta total de vitamina C), beriberi (enfermedad por deficiencia de Vitamina B1 o tiamina). Estas enfermedades no las vemos más debido a cuán variada es nuestra alimentación.
Los estudios que mencionaban que el consumo de vitaminas era beneficioso son de hace más de un siglo, justo cuando se descubrieron las vitaminas, probablemente con una evidencia científica muy débil. Desde hace algunas décadas ha surgido una industria próspera (especialmente en países industrializados con llegada a países más pobres), que mueve en Estados Unidos alrededor de 40 billones de dólares anualmente, ofreciendo alrededor de 50.000 productos entre vitaminas, suplementos y herbolaria, los que lamentablemente no son revisados por la FDA (Food and Drug Administration) para verificar su eficacia y seguridad.
¿Pero por qué la gente busca vitaminas y suplementos?, pues las razones son múltiples: desde sentirse fortalecida y con más energía, bajar de peso, mejorar su sistema inmune (defensas), menopausia, dolores articulares, problemas para dormir, salud cardiovascular, exceso de colesterol, diabetes y últimamente para la Covid-19 (creo que olvidé mencionar melancolía). Como verán, el negocio ha ido tan bien que la poderosa industria de las vitaminas le ha dado gusto a cada uno de sus clientes y su problema específico, es decir hay para todo y para todos, no más usted tiene que mencionar el problema que tiene y ahí tendrá de la “A hasta la Z” y, además, con nuevos suplementos que complementan a las ya famosas vitaminas.
Lamento decepcionar a mis lectores, pero las soluciones no van por ahí. No existen sustancias milagrosas en este mundo que resuelvan cualquier problema de salud, pocas son las condiciones donde los médicos indicamos vitaminas o suplementos específicos, el resto son falacias, mentiras, infodemia o una industria poderosa que le conviene seguir teniendo adeptos para complacer en la menor de sus molestias.
En mis muchos años de pediatra, estoy seguro de que casi todas las mamás me solicitaron una receta de algunas “vitaminitas” para que su niño por demás saludable tenga ventajas (no sé cuáles aún). Los niños saludables no tienen por qué tomar alguna vitamina. Hasta los seis meses, la maravillosa naturaleza hace que la leche materna cubra el 100 por ciento de los requerimientos del bebé y después de los seis meses, la leche materna combinada con alimentos y frutas frescas brinda por demás todos los requerimientos de vitaminas y micronutrientes que necesita una o un niño.
Ahora, en tiempos de pandemia, el requerimiento de vitaminas y suplementos al parecer se duplicó. Es como si a partir de la llegada del coronavirus todos se volvieran más conscientes de su “salud inmunológica”. Pues le tengo una noticia: si usted no se lava las manos frecuentemente, no mantiene distancia social y no se vacuna, muy poco podrán hacer las milagrosas vitaminas.
Los adultos y adultos mayores no tienen por qué consumir vitaminas o suplementos a no ser que le sean prescritos por una condición específica que padezcan. No existe ninguna evidencia científica que compruebe o demuestre que el consumir suplementos de vitaminas tiene algún beneficio en la salud de los mayores de 65 años. Algunas personas toman una multivitamina u otro suplemento como una especie de “póliza de seguro” para su salud. Sin embargo, los alimentos siempre deben ser las primeras fuentes de vitaminas y minerales para el cuerpo, especialmente porque contienen muchos nutrientes que una simple cápsula no contiene. Las cápsulas no pueden tomar el lugar de una dieta poco saludable.
Desde hace un tiempo y más ahora por la infodemia, la gente se inclina por tomar vitaminas, minerales o suplementos pensando que le ayudarán a prevenir enfermedades, por el contrario, según la U.S. Preventive Services Task Force (un panel voluntario e independiente de expertos nacionales en prevención de enfermedades y medicina basada en la evidencia de los Estados Unidos) existe evidencia de que el consumo no controlado de suplementos y vitaminas podría asociarse con consecuencias negativas. Por ejemplo, el consumo de dosis altas de Vitamina A en fumadores incrementa la posibilidad de cáncer de pulmón o el consumo de Vitamina E y selenio por parte de hombres mayores aumenta el riesgo de cáncer de próstata.
¿Quiénes deberían consumir vitaminas y suplementos? Existen grupos especiales de la población como personas veganas, embarazadas, mujeres en climaterio para la prevención de osteoporosis, enfermedades específicas con déficit de absorción intestinal, etc, que requieren reponer algunas vitaminas o micronutrientes específicos como el hierro, yodo y algunas vitaminas. Todo esto bajo prescripción y control de un médico o una nutricionista certificada. Lamentablemente, los suplementos y las vitaminas son comercializados bajo la modalidad “over the counter” (venta libre, no requieren de receta médica). Solo requieren que usted haya recibido un mensaje por WhatsApp, video de Youtube o el consejo de su comadre sobre lo “buena” que es una vitamina para alguna dolencia suya.
Para terminar, quiero decirle que debe desconfiar de los efectos increíbles y soluciones milagrosas para los problemas de salud. Recuerde que la principal fuente de las vitaminas y minerales son los alimentos saludables y si es necesario que tome algún suplemento o vitamina, debe ser supervisado por un médico o nutricionista.
(*) El médico Héctor Mejía Salas es pediatra, Magíster en Epidemiología Clínica (Universidad de La Frontera Temuco, Chile), Profesor Titular de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Jefe de Enseñanza e Investigación del Hospital del Niño, Diplomado en Vacunología, en la Escuela de Salud Pública de México.
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