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A fines del 2019, los chinos comunicaron sobre 27 casos de neumonía de causa desconocida (7 de los casos, graves). Para la primera quincena de enero de 2020 se demostró la secuenciación genética de un nuevo virus (un coronavirus), que fue denominado SARS-Cov2, por su parecido a uno anterior que había circulado a inicios del 2003. A partir de ese momento, hubo una alerta mundial por la probabilidad del inicio de una pandemia. El 11 de marzo de 2020, la OMS declaró que estábamos frente a una pandemia y denominó a la nueva enfermedad Covid-19 (del inglés Corona Virus Disease=enfermedad por coronavirus). Hasta la fecha ha producido más de 305 millones de casos y casi 5.5 millones de muertes en el mundo.

En Bolivia se han reportado aproximadamente 700.000 casos y 20.000 muertes hasta el inicio de este año; aunque seguramente los casos y las muertes son muchos más. Se calcula que existe un subregistro de muertes de aproximadamente 200 por ciento, por lo cual las muertes podrían estar bordeando las 50.000. La tasa de letalidad (es decir el número de muertos por Covid-19 de cada 100 enfermos de Covid-19) fue descendiendo de 6.2 por ciento en la primera ola a 2.6 por ciento en la segunda ola, a 2.3 por ciento en la tercera ola y actualmente en la cuarta está por debajo del 1 por ciento. Este descenso no ocurrió porque de pronto vinieron “genios” que manejaron mejor la pandemia, como quieren hacernos ver algunos políticos. Es el resultado de muchas variables como, por ejemplo, que la primera ola nos “pilló” desprevenidos como a todo el mundo (mostró nuestro precario sistema de salud, descuido de los políticos de todos los colores), los médicos aprendieron a manejar mejor los casos, las personas se fueron infectando y adquirieron inmunidad natural y, finalmente, desde principios del 2021 comenzamos a vacunar.

A continuación, quiero mencionar algunos aspectos que ahora están más claros respecto a esta enfermedad:

Protección y prevención de medidas no farmacológicas

Lavarse las manos frecuentemente: No solo antes de comer. Queda claro ahora que esta costumbre no solo previene enfermedades digestivas, sino también respiratorias en general. Cuando no hay agua disponible (como en la calle), usar alcohol en gel o líquido puede eliminar muchos gérmenes, incluidos los virus. Aunque en este punto hay gente que ha caído en una especie de neurosis queriendo fumigar con alcohol todos los objetos que le rodean, está demostrado que la transmisión a través de objetos es poco probable, por lo cual lavarse las manos con agua y jabón es suficiente.

Uso de la mascarilla o barbijo: Al inicio de la pandemia hubo indecisión en relación a la recomendación de un uso generalizado del barbijo, incluida la OMS. Luego la evidencia científica confirmó algo muy obvio: que poner una barrera entre las vías respiratorias de personas que podrían ser fuente de infección y las aún no infectadas tenía sentido. Las mascarillas quirúrgicas comunes de tres capas son suficientes para personal no médico, siempre que sean correctamente usadas (aún se ve gente tozuda que no entiende que no es necesario bajarse el barbijo para hablar por teléfono o que el barbijo debe cubrir la nariz y la boca). Los barbijos de gente que quiere verse “fashion” y los usa de tela y con diseños no garantizan protección.

Distanciamiento social: Esta es la medida con la que más problemas tiene la mayoría de las personas. Al inicio de la pandemia se advirtió que la transmisión se producía por contacto directo entre la persona infectada y la candidata a infectarse, más aún cuando se encontraba a menos de dos metros, distancia que podían alcanzar las gotillas de saliva (de más de 5 micras) eliminadas al hablar, toser, etc. Luego, las investigaciones demostraron que, en algunos casos, solo el contacto con aerosoles (partículas pequeñas de menos de 5 micras), que pueden flotar en el aire por varias horas y no caen como las gotas grandes, produjeron enfermedad. Por esta razón, en ambientes cerrados donde concurren varias personas, se recomienda actualmente tener buena ventilación. La verdad no sé qué bancos, restaurantes y menos colegios en nuestro país pueden garantizar esta recomendación (no se trata de ponerle un extractor de aire casero).

Por otro lado, las reuniones con grandes conglomerados de gente son las que más han contribuido a la aparición de olas, y menos gente ha cumplido, desde los políticos ignorantes que convocaron a marchas hasta las personas que no pueden vivir si no bailan o no beben en manada (perdón por lo de manada, a los animales).

Finalmente, en este punto quiero desmitificar el uso de túneles de fumigación, rociamiento de la ropa con sustancias desinfectantes, mojar las plantas de los calzados, el uso de mamelucos de bioseguridad que no tienen ninguna utilidad. Pero seguramente a usted aún lo fumigan en algún supermercado o ve gente por las calles con trajes de bioseguridad; el coronavirus no ingresa por su nuca o la espalda, ingresa por la boca o la nariz como todos los virus respiratorios.

Tratamiento

En este punto, justo al inicio de la pandemia, fuimos víctimas del miedo, del caos, de la ignorancia y de los especuladores, por lo que en el intento de salvar vidas fueron usados tratamientos con poca o ninguna evidencia científica, al calor de que algo era posible que funcione contra esta nueva enfermedad. Tal es el caso de la azitromicina, un excelente antibiótico para algunas bacterias, pero que de ninguna manera actúa contra el SARS Cov-2. Posteriormente, las investigaciones lo descartaron totalmente como una opción; es más, puede producir más daño que beneficio, según los ensayos clínicos. La ivermectina es un antiparasitario principalmente usado en animales. A raíz de un estudio básico de laboratorio donde se vio que a dosis altísimas (10 veces más que las terapéuticas) inhibe el crecimiento de los virus, comenzó a ser usada sin ningún éxito (si no, recuerde las filas para recibir este medicamento en Santa Cruz e igual ese departamento tenía la mayor tasa de letalidad del país). Por el contrario, con muchas intoxicaciones, fue también descartado en ensayos clínicos bien realizados.

El plasma fresco de donante convaleciente parecía al principio lo más plausible desde el punto de vista científico, pues antes había funcionado en otras enfermedades. Lamentablemente, en ensayos clínicos grandes y bien realizados, esta opción de tratamiento no mostró ventaja sobre no usarlo, incluso administrado de forma precoz. Por el contrario, incrementaba el riesgo de muerte. Ahora, si revisa en las redes sociales, usted fácilmente se dará cuenta de que los médicos dejaron de utilizarlo (recuerde las primeras dos olas, el Facebook estaba plagado de avisos buscando plasma fresco, en la tercera ola poco y en esta cuarta ningún aviso).

Las vitaminas y oligoelementos usados a grandes dosis no tienen ninguna ventaja versus no tomarlos. Se mantiene el conocimiento ya viejo de que las vitaminas son necesarias en pequeñas cantidades y mejor con los alimentos. Ingerir grandes cantidades de vitamina C (vi recetas en niños de 1g diario, cuando sus requerimientos son solo de 30mg) no ofrece cura y menos protección contra Covid-19.

No quería tocar este tema porque no lo merece, pero es necesario desenmascarar a los falsos profetas del dióxido de cloro, un desinfectante de superficies como la lavandina, promovido por una secta de orates que dice que puede curar desde “caspa hasta melancolía” (tanto así que tuvieron la desfachatez de llamarla agüita milagrosa). Obvio, en la desesperación de quererse curar al inicio de la pandemia mucha gente fue estafada e intoxicada.

De tantos mitos, entonces ¿qué funciona? Pues no existe nada milagroso hasta el momento que pueda curar la Covid-19. Dentro de los ensayos clínicos relativamente exitosos se encuentra el estudio RECOVERY de la dexametasona en pacientes graves internados en terapia intensiva, donde redujo la mortalidad hasta en un 30 por ciento (lamentablemente fue malinterpretado y pacientes con enfermedad leve comenzaron a automedicarse o recibir prescripciones innecesarias de este fármaco). El remdesivir, un antiviral que no es la panacea, mostró cierta ventaja sobre todo si se usa muy precozmente (en los primeros 4 días de la infección).

Últimamente, seguro escuchó del Paxlovid de la Pfizer, que es un preparado a base de dos antivirales: uno de nuevo desarrollo, el nirmatrelvir, y otro clásico, ampliamente utilizado en otras infecciones virales, el ritonavir. Debe tomarse lo antes posible tras el diagnóstico de la Covid-19, dentro de los cinco días siguientes a la aparición de los síntomas, con lo cual reduce los riesgos de hospitalización y muerte hasta en un 89 por ciento en pacientes de alto riesgo. La FDA emitió una autorización de uso de emergencia para el tratamiento de la Covid-19 de intensidad leve a moderada, en sujetos adultos y pacientes pediátricos (de 12 años de edad o mayores que pesen al menos 40 kilogramos), que den positivo en las pruebas de SARS-CoV-2 y que presenten un alto riesgo de enfermar gravemente. Otra droga similar es el molnupiravir, esta última ya es comercializada en Bolivia.

Vacunas

Gracias al avance de la ciencia, como nunca en la historia de la medicina se consiguieron varias vacunas en un periodo muy corto, todas ellas de inicio recibieron autorizaciones de emergencia (con parte de la muestra grande de la tercera fase, que luego fue completada y publicada en revistas científicas). Con todas se reducía significativamente la posibilidad de Covid-19 sintomático, pero lo más importante, la posibilidad de internación por enfermedad grave y con esto obviamente la posibilidad de morir. Mucha gente reclamaba las fases III sin saber de qué se trataba (muchos de los medicamentos que usted toma: antitusivos, antigripales, vitaminas en sus fases III no tienen ninguna ventaja versus no usarlos).

La rapidez con la que fueron conseguidas, fue usada como excusa para cuestionar su efectividad (por muchos antivacunas), pero el tiempo dio la razón: los no vacunados, especialmente en esta cuarta ola, son quienes están llenando las terapias intensivas.

Una serie de conjeturas, de lo más descabelladas, circularon por las redes (volverse magnético, convertirse en el hombre lobo, comprometer tu capacidad reproductiva y otras más). Aunque no lo crea, hay gente que en pleno siglo XXI aún cree en este tipo de publicaciones inventadas por alguien.

Los resultados de las investigaciones muestran que con la última tecnología RNAm se consiguieron las vacunas más efectivas (Pfizer y Moderna), luego están las de vector viral (Sputnik V, AstraZeneca, Johnson) y finalmente las de virus inactivado (Sinopharm, CoronaVac). Esto en determinado momento hizo que la gente quiera elegir las más efectivas, cuando en realidad uno debe vacunarse lo más antes posible con la vacuna que esté disponible, para no correr riesgos.

Luego aparecieron las variantes virales, que son virus que en su evolución se modificaron respecto al original de Wuhan, esto hace que las vacunas que fueron diseñadas contra el virus original no funcionen tan bien contra los nuevos (delta, ómicron), razón por la cual algunos vacunados o gente que se recuperó de la enfermedad se está volviendo a infectar, pero aún con buena protección contra enfermedad grave o internación. Es por eso que se implementó en muchos países, incluido el nuestro, la necesidad de una tercera dosis (porque los estudios mostraron que los anticuerpos neutralizantes caen entre 4 a 6 meses después de haberse vacunado).

Es muy preocupante la aparición de la variante ómicron, que tiene una mayor capacidad contagiante (con la original de Wuhan un enfermo podía contagiar 2.5 personas, con ómicron puede contagiar como 11), pero por fortuna parece que ómicron tiene una predilección por las vías respiratorias altas (nariz y garganta) y no tanto por los pulmones, lo cual estaría generando infecciones más leves, pero muy contagiantes. Esto de ninguna manera debe hacernos subestimar a este virus, pues la saturación de servicios de salud (por la elevada cantidad de contagios) igual puede llevar a la muerte a muchas personas. Por esto, la recomendación de aumentar la velocidad de vacunación y mantener las medidas de prevención ya conocidas se refuerzan más que nunca en esta nueva ola.

¿Qué se espera a futuro?

Parece que la esperanza de que las vacunas y la infección previa puedan generar inmunidad colectiva (rebaño) al Covid-19 es una posibilidad poco probable y no lo lograremos. Se cree ampliamente que el SARS-CoV-2 se volverá endémico en lugar de extinguirse, las vacunas brindarán protección contra enfermedades graves y la muerte, pero no erradicarán el virus. Es decir, debemos aprender a vivir con el virus en una especie de equilibrio, con brotes ocasionales y pocos casos graves, especialmente en personas no vacunadas como lo hacemos desde hace años con el virus de la gripe. Aparentemente la presencia de ómicron, una variante altamente contagiante y no muy grave llevará a esta enfermedad a ser endémica (es decir una enfermedad con presencia constante, de manera que gran parte de la población tenga inmunidad, con pocas muertes y ocasionales brotes como ocurre con la gripe, para la cual nos vacunamos cada año).

Sin embargo, la biotecnología y su gran avance, especialmente en la plataforma de vacunas de RNAm es capaz de diseñar vacunas en pocas semanas para cualquier variante, al mismo tiempo se están diseñando otras vacunas innovadoras como vacunas sin cadena de frío (a temperatura ambiente sin refrigeración), vacunas administradas por vía oral o a través de inhalación por la nariz y, lo que es también importante, corren actualmente ensayos clínicos en menores desde los 6 meses de edad, por esto para fin de año seguramente tendremos nuevas y más eficaces vacunas.

Por ahora, lo único que tenemos para defendernos de este virus son las medidas no farmacológicas y las vacunas, esta ha sido una clara demostración de que al final la ciencia siempre es la que nos salvará de cualquier amenaza futura que, por supuesto, no será la última.

Dr. Héctor Mejía Salas, M.Sc.

Pediatra Magíster en Epidemiología Clínica

Profesor Titular de Pediatría UMSA

Jefe de Enseñanza e Investigación del Hospital del Niño

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4 Comentarios

  1. Muy buena la refleccion y la informacion Hector. En realidad mucha gente no entiende la informacion y que debe hacer en estos casos sera que la desesperacion nos domina y actuamos a nuestra manera. Bueno espero que esto pase y tengamos mejores dias

    1. Buenos días, se le ha hecho llegar al doctor Mejía su comentario. Que tenga buen día.

  2. Gracias!!! Por fin comentarios con bases científicas y claros para que todo el mundo lo pueda comprender. La gente está paranoica, NO por el virus, ni siquiera por la pandemia, está paranoica, por el millar de estupideces que se publican y que hasta médicos llegan a creer.
    Gracias, gracias, gracias mi estimadísimo colega!!!

    1. Buenos días Elizabeth, se le ha hecho llegar al doctor Mejía su comentario. Que tenga buen día.

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