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La fragilidad de las casas y edificios construidos en las laderas de las montañas o al borde de ríos que se desbordan en época de lluvias forman parte de la responsabilidad de la ciudadanía y no sólo de las políticas públicas. Al parecer, los dueños de esas construcciones poseen un modo de pensar vinculado al peligro, al constante desafío al riesgo, a lo indómito y a lo efímero de nuestras vidas.

La modernidad líquida de Bauman parece aplicarse a la forma de vivir hoy porque se quiere todo rápido y ligero, de modo tal que así también parece concebirse la vida y su fragilidad. Como consecuencia, a menudo la falta de recursos económicos y de vivienda es asociada con la precariedad de las construcciones en lugares más céntricos; pero muy inestables en las principales ciudades del país.

En febrero de 2023, las inundaciones de varios ríos afectaron a más de 13.000 familias en 13 municipios de los departamentos de La Paz y Santa Cruz. “Son nueve municipios en el departamento de Santa Cruz y cuatro en el departamento de La Paz. En Santa Cruz están Warnes, Okinawa, San Julián, Cuatro Cañadas, Fernández Alonso, General Saavedra y ayer se incorporaron San José de Chiquitos, San Miguel de Velasco y San Ignacio de Velasco”. En La Paz, los municipios afectados son Mapiri, Yanacachi, Tipuani y Guanay explicó el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes (ABI, 12/02/2023).

Se prevé salvar parte de la producción, por lo que es prioritario habilitar las carreteras y caminos para sacar la producción; tarea que depende de la coordinación con los gobiernos municipales, la gobernación, el gobierno central y el sector privado (ABI,12/02/2023). ¿Qué sabemos usted y yo de los resultados de esa coordinación? Ojalá esté funcionando por los productores agrícolas y por nuestra seguridad alimentaria.

Por otro lado, en el Beni, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) emitió una alerta roja hidrológica por posibles desbordes de los ríos Sécure e Isiboro y sus afluentes que afectarían a las poblaciones ribereñas y comunidades cercanas. También se emitió alerta naranja por posibles desbordes en las cuencas de los ríos Bermejo, Quebradas, Parapetí, Pilcomayo, Tumusla, Grande, Ichilo y Beni de los departamentos de Tarija, Chuquisaca, Santa Cruz, Beni, Potosí, norte y yungas de La Paz (Correo del Sur, 03/03/2023).

Al margen de los riesgos naturales y la responsabilidad de nuestros funcionarios públicos en gestión de gobierno, también es importante plantear qué estamos haciendo los y las ciudadanas bolivianas por prevenir los desastres a los que nos enfrenta año tras año la naturaleza como resultado de nuestra forma no siempre racional de habitar nuestro planeta.

Tanto las incesantes construcciones en suelos deleznables como en la zona de Llojeta o en las edificaciones a orillas de los ríos sin defensivos o sin cimientos en las laderas de la ciudad de La Paz reflejan la necesidad de vivienda, pero falta el sentido común al construir con alto riesgo de derrumbes con las consecuentes tragedias materiales y humanas.

Ejemplos trágicos y recurrentes de este fenómeno fueron el deslizamiento de Bajo Llojeta el año 2019 con 400 personas damnificadas o el megadeslizamiento el año 2011 que afectó a las zonas de Kupini, Valle de las Flores, Pampahasi y otras cinco zonas, ocasión en la que fueron destruidas 150 viviendas en 8 hectáreas y más de 6 mil personas fueron damnificadas.

En ambas ocasiones la inestabilidad del terreno no fue tomada en cuenta, en el primer caso se construyeron viviendas sobre un antiguo basural y en ambos casos el inadecuado y/o ilegal sistema de saneamiento de aguas servidas terminó haciendo colapsar grandes extensiones de superficie.

Ante ese panorama, cabe cuestionar la responsabilidad de cada ciudadano para planificar el lugar de su vivienda, invertir sus ahorros y el sacrificio de su vida en edificaciones frágiles e inestables que ponen en riesgo sus vidas y las de sus conciudadanos; del mismo modo, las juntas vecinales, las organizaciones de control social y las dirigencias comunales deberían cumplir un rol más eficiente en su labor de supervisión y acompañamiento de la gestión del territorio y la planificación urbana.

Los derechos deben equilibrarse con las obligaciones y el bien común que nos beneficia y protege a nuestras familias, amigos y vecinos. Estas ideas son fundamento de la cultura ciudadana que debemos incentivar a través de espacios de capacitación en cada barrio, zona, comunidad, escuela y universidad, sólo entonces podremos aportar en el diseño de los planes operativos anuales en nuestras zonas para prever presupuestos, obras y espacios de capacitación en beneficio de toda la población.  

Ejemplos trágicos y recurrentes de este fenómeno fueron el deslizamiento de Bajo Llojeta el año 2019 con 400 personas damnificadas o el megadeslizamiento el año 2011 que afectó a las zonas de Kupini, Valle de las Flores, Pampahasi y otras 5 zonas, ocasión en la que fueron destruidas 150 viviendas en 8 hectáreas y más de 6 mil personas fueron damnificadas.

En ambas ocasiones la inestabilidad del terreno no fue tomada en cuenta, en el primer caso se construyeron viviendas sobre un antiguo basural y en ambos casos el inadecuado y/o ilegal sistema de saneamiento de aguas servidas terminó haciendo colapsar grandes extensiones de superficie.

Ante ese panorama, cabe cuestionar la responsabilidad de cada ciudadano para planificar el lugar de su vivienda, invertir sus ahorros y el sacrificio de su vida en edificaciones frágiles e inestables que ponen en riesgo sus vidas y las de sus conciudadanos; del mismo modo, las juntas vecinales, las organizaciones de control social y las dirigencias comunales deberían cumplir un rol más eficiente en su labor de supervisión y acompañamiento de la gestión del territorio y la planificación urbana.

Los derechos deben equilibrarse con las obligaciones y el bien común que nos beneficia y protege a nuestras familias, amigos y vecinos. Estas ideas son fundamento de la cultura ciudadana que debemos incentivar a través de espacios de capacitación en cada barrio, zona, comunidad, escuela y universidad, sólo entonces podremos aportar en el diseño de los planes operativos anuales en nuestras zonas para prever presupuestos, obras y espacios de capacitación en beneficio de toda la población.  

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