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A Luis Fernando Camacho, el dirigente cívico cruceño, lo llaman “Macho Camacho”. Dice que es católico, hace rezar a la gente en los cabildos, lleva la imagen de la Virgen María en su atrio y sostiene en la mano derecha un rosario. El adjetivo “macho” y sus símbolos religiosos me traen a la mente al famoso “Macho Moreno”, el gran dirigente minero que le dio resistencia a Barrientos y que se llamaba Federico Escóbar.

Escóbar fue aférrimo contrincante de la Iglesia Católica y protagonista de una de las disputas radiales más importantes de la historia de la comunicación de nuestro país, la de las radios La voz del minero y Pío XII. Luego pasó a ser defensor de la Iglesia debido a la ayuda que recibió del Padre Gregorio Iriarte para huir del país durante el golpe. Fue honesto con los postulados marxistas sobre la religión, pero también lo fue al reconocer la ayuda y el compromiso del joven sacerdote que defendió su vida, más allá de su rivalidad o su ideología.

Nuestro actual “Macho Camacho”, sin embargo, no está siendo honesto con la fe de la gente que acude a los cabildos y que reza devotamente el Padre Nuestro poniéndose de rodillas. Aunque me parece correcto que recurra a la fe como factor de unificación del movimiento, porque los bolivianos somos creyentes, eso no nos lo quita nadie, y está bien reconocernos como tales, como hermanos e hijos de un único Dios, considero que para Camacho se trata solo de un recurso para ganarse a las masas.

¿Con qué autoridad puede decir que Dios no va a perdonar a Evo? ¿Con qué arrogancia puede aseverar que cuando salga Evo, Dios volverá al Palacio de Gobierno? ¿Con quién entrará Dios a ese palacio? ¿Con el propio Camacho? ¿Dios está con unos y resiste a los otros?

Un verdadero católico sabe de la misericordia divina, tiene presente que a quien más ha pecado más se le perdonará, por lo que le deja a Dios hacer su trabajo de juez justo.

Un verdadero cristiano comprende la autoridad como servicio, tal como lo hizo Jesús. Para el hombre de Nazaret, los que detentan autoridad cuidan a su gente como el pastor lo hace con sus ovejas. Él va delante de ellas, a cada una la llama por su nombre y ellas reconocen su voz.  En este contexto cobra sentido el reclamo que la gente le hace a Camacho de estar con ellos en los bloqueos, de quemarse con el sol y de tragarse los gases como cualquier ciudadano de  a pie que está en las barricadas.

El anuncio central de Jesús gira en torno a la construcción del Reinado de Dios, y su plan de acción pasa por centrar nuestra atención en los más desfavorecidos, los pobres, los que sufren, los enfermos, las mujeres, las viudas, los ancianos, los niños… los últimos de la sociedad. Jesús sabe -porque así lo habían anunciado los profetas- que la justicia es el camino para la paz.

El ex Defensor del Pueblo, el señor Rolando Villena (que no es católico), dijo en el Cabildo una cosa de la que los cristianos deberíamos estar convencidos, aseveró que Dios actúa en nuestra historia.

Dejémosle actuar, sin renunciar a las sinceras convicciones políticas que cada uno tiene, pero al mismo tiempo dejándonos interpelar por la búsqueda del Reino. ¿Mi actitud política frente a este conflicto es la búsqueda del Bien Común? ¿Mi accionar en esta situación política me permite mirar con respeto al otro que piensa distinto de mí? ¿Mis palabras y acciones están promoviendo puentes de unidad y diálogo?

Sí, estimado lector, sé que suena ingenuo preguntarme esto en las circunstancias en las que vivimos, pero recurro al mensaje de Jesús, a su promesa del Reinado de Dios, y a la responsabilidad cristiana de construirlo en el respeto a la dignidad humana, la búsqueda del bien común, la construcción de la justicia, la presencia del amor y la insaciable búsqueda de la verdad.

¡Fraude! ¡Fraude! ¡Fraude!

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