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Seguramente alguna vez hemos perdido minutos buscando en casa llaves u otro objeto, ya sea porque alguien lo movió o no lo dejamos en su lugar, si tenía atribuido uno. Más allá de la pérdida de tiempo, está la sensación de estrés. Sucede lo mismo con las y los niños. Es así cómo el orden en su vida es fundamental porque es una tendencia humana acompañada de la orientación que es otra. Estas permiten que las y los pequeños se sientan seguros. Ahora bien, la Dra. Montessori identificó dos ayudas internas dentro del desarrollo del niño o niña: la mente absorbente y los periodos sensitivos, llamados también sensibles.

Periodos sensitivos

La doctora observó que las y los niños atraviesan por cuatro principales periodos sensitivos en sus primeros seis años de vida aproximadamente. Se basó en los periodos sensitivos de los insectos que estudió el científico holandés Hugo de Vries (1848-1935). Por ejemplo, en el caso de la oruga que en un principio tiene una sensibilidad hacia la luz que le atrae y le fascina. Después de cierto periodo, le es indiferente y puede alimentarse también de hojas más grandes.

Pasando de la biología a la educación, un periodo sensitivo se entiende como un espacio de tiempo en el que las y los niños tienen sensibilidades especiales que les llevan hacia un aprendizaje natural. Los periodos sensitivos son como faros de luz que iluminan interiormente y que nos sirven a nosotros, los adultos, para poder prestar atención en satisfacer lo que quien es niño necesita en ese periodo determinado. De no ser así, se habrá perdido la ocasión de una conquista natural.

Las características de estos periodos son las siguientes: Primeramente, son transitorios porque van a pasar; luego son universales porque se presentan en todos los niños. Después, son selectivos porque el niño al pasar por un periodo va a concentrarse en ese exclusivamente, como por ejemplo, mirar una mariquita en una piedra del jardín. Son irresistibles porque la o el niño no los puede evitar. Son inconscientes porque no sabe que está atravesando por dicho periodo. Son exclusivos porque solamente están en un plano de desarrollo (0-6 años). Finalmente, son psicobiológicos.

Pero ¿cuáles son esos periodos? Aparte de los principales que son la necesidad de orden en su ambiente, el lenguaje, el movimiento y el refinamiento de los sentidos, también son considerados la atracción por objetos pequeños y una etapa de intenso interés social. “Uno de los periodos sensitivos más importante y misterioso es el que hace a quien es niño sensible al orden y es en el que nos centraremos” (El Niño, el secreto de la infancia, M. Montessori).

El orden

“Se manifiesta al final del primer año de su existencia y se prolonga durante el segundo año. Podrá parecer maravilloso o extravagante que los niños posean un periodo sensitivo con relación al orden externo, mientras todos creen que los niños son desordenados por naturaleza” (El Niño, M. Montessori). El hecho de que cada objeto tenga su sitio, le permite a la niña o niño ubicarse mejor en su entorno y tener así una estructura. Pero, sobre todo, el orden le brindará estabilidad y seguridad. Una vez, una niña de un año y medio escuchó a su abuelita que estaba de visita y buscaba el frasco de miel. En ese momento estaban solo las dos. Dando sus primeros pasos, pudo mostrarle con su dedito el lugar de la miel en su despensa. Ser capaz de ayudar con solo un año debió ser satisfactorio.

Por otra parte, el orden debe entenderse de igual modo para situaciones, es decir, conocer la secuencia de hechos. Aunque sean tan pequeños y no podamos conversar con ellos, hablándoles permanentemente, comprenderán lo que va a suceder, por ejemplo, alistarse, tomar el bus, ir al médico y después visitar a alguien. Podemos imaginarnos estar en un cochecito y que nos suban a un bus. Estando de espaldas, después nos hagan bajar sin saber dónde. Conversar con ellos, tan pequeñitos, más allá de parecer extraño para otros, les da seguridad y van aprendiendo vocabulario. Prueba de ello fue la miel. Cuando explicamos lo que vamos a hacer, obtienen pautas de lo que va a pasar; o sea el orden de lo que vendrá después de una y otra actividad.

Por ello, el orden es un marco de referencia para los niños y debe ser cuidado desde su nacimiento. La realidad es que ellas y ellos necesitan muchas referencias de algo estructurado. Es verdad que se presentan imprevistos o cambios en el orden a los que los niños pueden adaptarse, pero les afecta. ¿Qué hacer frente a esto? Si les vamos a cambiar algo, tenemos que saber prevenirles para adelantarnos a su reacción. En definitiva, el periodo del orden es primordial ya que el orden externo repercute en el orden interno del niño o niña.

En las escuelas Montessori, Nido, Comunidad Infantil (0-3) y Casa de los Niños los materiales están dispuestos en diferentes bandejas cuyos objetos se encuentran en un determinado orden, inclusive con un código de color y en un determinado estante. Cuando a un niño, niña se le presenta un determinado material, sabe cómo debe dejarlo después, tal como lo ha encontrado por supuesto. En la formación, nos indicaron que se puede tomar fotos para recordar exactamente la posición de cada objeto y velar por que los niños siempre los encuentren así. En realidad, Montessori es muchísima estructura. Este tema que abordamos tiene relación directa con las rutinas las cuales vienen a apoyar el orden.

Rutinas

En la vida cotidiana de los niños, las rutinas vienen a darles seguridad. Por ejemplo, la rutina antes de irse a dormir: cepillado de dientes, lectura de un cuento, etc. Son pasos que se adoptan, que se deben seguir y respetar. Pues si recordamos que, si cambiamos los puntos de referencia y se cambian las rutinas establecidas, los niños van a perturbarse. Como padres o responsables de niños buscamos su desarrollo integral y son las rutinas que les van a servir porque pueden promover la responsabilidad. Los niños tendrán cuidado y prestarán atención en lo que hacen. En la formación también nos recordaron que si queremos formar hábitos debemos dejar de recordar hábitos. Por ejemplo, si el niño al salir de la mesa no acomodó su silla, podríamos decirle: ‘Acuérdate de tu silla.’, o bien ‘¿qué tienes que hacer?’.  Es interesante que sienta que dentro de esa dependencia tiene que ser independiente. Además, son ejercicios de responsabilidad y necesitamos hacerlos responsables.

Saber que los niños atraviesan por el periodo sensitivo del orden y que las rutinas apoyan el orden, nos invita a pensar en el trabajo interno que quizás nosotros debemos realizar. Si por algún motivo, que nos suele pasar, no brindamos a los niños una estructura ordenada, podríamos replantearnos un cambio. Entonces, sería gracias a ellos que vamos a poder renovarnos, “puesto que el niño ejerce una influencia formativa sobre el mundo del adulto”. Urge pensar en esa contribución valiosa que tenemos al desarrollo de los niños. Es increíble ver esta evolución física y psíquica: “Después de unos meses de su nacimiento, los niños hablan, caminan, avanzan de conquista en conquista, hasta que terminan construyendo al Hombre en toda su grandeza, en toda su inteligencia”. (Educar para un Nuevo Mundo, M. Montessori)

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