El 7 de este mes de noviembre, fuimos partícipes con particular esperanza de la presentación pública en Cochabamba del Plan Departamental de Salud Mental. Es el resultado de un trabajo coordinado entre varias instancias públicas a la cabeza de la Secretaría de Salud de la Gobernación de Cochabamba, que en coordinación con la OPS, convocó de manera muy comprometida y decidida al Servicio Departamental de Salud (Sedes), la Facultad de Medicina y Carrera de Psicología de la UMSS, además de otras organizaciones de la sociedad civil como la Asociación de Personas con Discapacidad Psíquica y Familiares (Parasoll), la Sociedad Boliviana de Psiquiatría Filial Cochabamba, el Colegio de Psicólogos de Cochabamba, el Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios y otras organizaciones e instituciones, con quienes se trabajó durante varias semanas, analizando, debatiendo, priorizando y acordando los lineamientos estratégicos y las acciones que ya deben empezar a implementarse para responder a los urgentes desafíos de la salud mental en el departamento.
Este plan es el primero a nivel nacional, por lo cual Cochabamba se constituye en pionera de algo muy esperado por todos los que apostamos por la salud mental como un derecho irrenunciable. Además, ha sido construido desde una participación muy activa de los diferentes actores sociales comprometidos con este derecho.
Algo que también se constituye en un gran avance es el enfoque Comunitario, es decir, el desconcentrar la atención de los grandes centros de salud, para que las personas puedan tener acceso a atención en los centros de salud más cercanos de salud primaria y secundaria. Otro enfoque que ha guiado el plan es la Prevención y la Promoción de la Salud Mental, por lo que investigaciones y acciones educativas buscan desmontar mitos y estigmas. Será un trabajo permanente.
Volvemos a recalcar los fuertes desafíos, que constantemente pretendemos invisibilizar y que es pertinente tenerlos presentes. Por ello, una vez más traemos unos importantes datos proporcionados por la OMS/OPS en una de sus últimas publicaciones en el presente año:
• Los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales.
• La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres. Entre el 10 y 15% de las mujeres en países industrializados y entre 20 y 40% de las mujeres en países en desarrollo sufren de depresión durante el embarazo o el puerperio.
• Los trastornos mentales y neurológicos en los adultos mayores, como la enfermedad de Alzheimer, otras demencias y la depresión, contribuyen significativamente a la carga de enfermedades no transmisibles. En las Américas, la prevalencia de demencia en los adultos mayores (más de 60 años) oscila entre 6,46 % y 8,48%. Las proyecciones indican que el número de personas con este trastorno se duplicará cada 20 años.
• Para los trastornos afectivos, de ansiedad y por consumo de sustancias en adultos, graves y moderados, la mediana de la brecha de tratamiento es de 73,5% en la Región de las Américas, 47,2% en América del Norte y 77,9% en América Latina y el Caribe (ALC). La brecha para la esquizofrenia en ALC es de 56,9%, para la depresión es de 73,9% y para el alcohol es de 85,1%.
• El gasto público mediano en salud mental en toda la Región es apenas un 2,0% del presupuesto de salud, y más del 60% de este dinero se destina a hospitales psiquiátricos.
Y precisamente con respecto al presupuesto asignado a salud mental, los datos resultan ser altamente preocupantes y la OMS/OPS nos llama la atención al respecto:
La mediana del gasto en los servicios de salud mental está a nivel mundial en 2,8% del gasto total destinado a la salud. Los países de ingresos bajos gastan alrededor del 0,5% de su presupuesto de salud en los servicios de salud mental, y los países de ingresos altos, 5,1%.
En la Región de las Américas, el gasto oscila entre el 0,2% en Bolivia y el 8,6% notificado por Surinam….
Como podemos constatar, nuestro país es el que tiene menor asignación presupuestaria destinada a la salud mental, frente a todos los otros países de las Américas y eso es muy preocupante. Veamos la gran brecha que existe entre Surinam y Bolivia.
La OMS recomienda que la asignación del gasto de salud esté en proporción a la carga de enfermedad, y que haya paridad entre los aspectos físicos y mentales de la atención de salud. En términos prácticos, esto significa que los servicios de atención de salud física y mental deben prestarse de forma integrada, y que el porcentaje de gasto asignado a los servicios de salud mental debe ser proporcional al porcentaje de su carga atribuible.
El Plan Departamental de Salud Mental se constituye pues en el primer gran paso para avanzar en ese importante objetivo altamente acariciado por todas y todos los profesionales en salud mental que hemos trabajado y seguiremos trabajando en el logro de este cometido.
Es un primer gran paso que urge sea implementado. Estamos seguros de que todavía hay mucho por hacer y que –así como se dio con la pandemia por Covid 19– surgirán nuevos desafíos. Sin embargo, teniendo ya los cimientos bien puestos con este plan, podremos enfrentarlos desde una mirada más incluyente, más profesional, más humana, más comunitaria, más integral.
¡La salud mental no es un privilegio, es un derecho!
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