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Este 3 de mayo inauguramos un nuevo ciclo en nuestra democracia local y departamental con la posesión de 4.962 autoridades entre titulares y suplentes. En los actos más publicitados, algunas voces han sido bipolares: llamados a la reconciliación mezclados con amenazas, algunas veladas y otras explícitas. Sin duda, responden a un posicionamiento político que busca inclinar el tablero del poder a su favor, por lo menos en la esfera pública.

En medio de este escenario altisonante se denuncian prácticas que distan de la ética (dos casos confirmados de la MAE del Ejecutivo que tiene nexos familiares con un miembro del Legislativo en la Gobernación de La Paz y la Alcaldía de Cercado en Cochabamba) o el lamentable episodio en el que una persona que lanzó un tomate al alcalde Reyes Villa fue brutamente golpeada al día siguiente del vergonzoso hecho o la citación judicial entregada a otra autoridad edil en su primer día de gestión. Son algunas señales no muy auspiciosas a 48 horas de iniciada la gestión 2021-2025.

En este intrincado panorama seguro tendremos más sobresaltos, orquestados por una clase política que no termina de aprender que las artes del pasado están muy lejos de una actitud y posicionamiento que las crisis multidimensionales nos desafían. En esa medida, ahora me refiero a los retos que como ciudadanía tenemos en el corto y mediano plazo, y van mis reflexiones en cuatro tiempos:

1ª. Necesitamos como ciudadanía, a pesar de la preferencia política que tengamos, hacer un ejercicio de introspección sobre qué y cómo podemos lograr la viabilidad de nuestra sociedad, con una lógica de inclusión y pluralidad. Esto implica que evaluemos qué narrativa reforzamos: la de los odios, de la queja constante y sin sustancia, o la propuesta significativa, o la del conformismo, mirando por encima del hombro en modo pasivo, por el momento.

Toca alejarnos de cualquier lógica dicotómica: nosotros vs quienes piensan distinto, pues en el fondo todos tenemos necesidades de bienestar, justicia, dignidad e identidad que requieren ser satisfechas, pero conscientes también de que esas necesidades tienen diferente piso.

2º. Las y los gobernantes que se (re)inician en este mayo de 2021 y quienes lo hicieron en noviembre de 2020 cómo pueden garantizar una gestión transparente, eficaz, eficiente e independiente de los poderes constituidos, en tiempos en que los recursos y múltiples crisis confabularán contra buenas intenciones o alentarán ingobernanzas e ingobernabilidades.

3º. Asumir que nuestra realidad es profundamente desigual y, en esa medida, alentar para que se asuman medidas de respuesta inmediata, más en esta situación de sindemia que va dejando la Covid-19.

4º. Finalmente, otra vez vuelvo al nosotras y nosotros como ciudadanía, porque creo que tenemos la responsabilidad de no reproducir comportamientos como la omisión (dejar pasar cualquier hecho que atente contra los derechos de todas y todos). Creo que es importante no dejar de indignarse e involucrarse, generando el ansiado (re)encuentro y deconstrucción del enemigo, de alentar espacios de reflexión, sin miedos y con la certeza de que somos parte de un todo, y todos (y todas) somos parte de uno (y una).

Cierro con una frase eterna del gran Pepe Mujica: "Todos pasamos, algunas causas sobreviven y se tienen que transformar, y lo único permanente es el cambio".

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