Una docente apasionada por su profesión me pregunta cómo se pueden aprovechar las TIC para la investigación universitaria. La pregunta es clave, puesto que una de las funciones esenciales de las instituciones de educación superior es, justamente, la producción del conocimiento que sólo puede provenir de la investigación.
Desde siempre escucho decir que la universidad como institución no le está devolviendo al país toda la inversión que se hace sobre ella. Es cierto. Una de las formas en que las universidades pueden ir pagando su deuda social es a través de la producción de conocimiento. Pero no me refiero a ese conocimiento abstracto y de salón por el que un supuesto “experto” es capaz de criticar las conclusiones de un estudio académico que nunca podrá ser puesto en práctica, ni en la comunidad ni en las aulas.
La investigación universitaria debería aportar a la solución de los problemas y al desarrollo de la comunidad en la que se encuentra inserta. No se trata, entonces, de leer las tesis de otros investigadores que nadie antes ha leído, para escribir una nueva que nunca nadie leerá. Todo lo contrario. El objetivo de las investigaciones universitarias debe aportar conocimiento nuevo para potenciar los ámbitos productivos de sus regiones y para aportar a la solución de los problemas económicos y sociales de su contexto.
Estas investigaciones, además, pueden ser bien utilizadas por los propios docentes universitarios que aprovechan la generación de conocimiento nuevo para compartirlo con sus estudiantes y para seguir generando nuevas vetas investigativas. A esto también se le puede llamar innovación: los docentes no enseñan lo de siempre, ni repiten de sus hojas amarillas, sino lo novedoso que se ha aprendido en la búsqueda de solución de los problemas del contexto. Esto genera cambios en los contenidos y por tanto una dinamicidad curricular que permitiría el crecimiento de las universidades.
Vuelvo a la pregunta inicial, cómo se pueden aprovechar las TIC para la investigación universitaria.
El contexto de pandemia que estamos viviendo ha acelerado el uso de las tecnologías en los procesos educativos e investigativos. Todos sabemos que el internet es ahora el gran repositorio de información a nivel global. Sin duda, es una fuente para acercarnos a otras investigaciones, para revisar bibliografía, para sondear las nuevas tendencias en cuanto al tema de investigación; por el internet también tenemos acceso a seminarios, charlas, debates, cursos, etc. que bien pueden estar relacionados con el tema a indagar. En un proceso investigativo el momento de exploración bien podría pasar por una revisión de la información contenida en internet.
Las TIC también nos pueden ofrecer la colaboración de otras personas. A principios del Siglo XX, un biólogo suizo, en Suiza, y un pedagogo ruso, en Rusia, investigaban contemporáneamente, cómo se produce el aprendizaje. Me refiero a Jean Piaget y a Lev Vigotsky. Hoy sus aportes dentro de la psicología cognitiva y del paradigma constructivista son innegables. ¿Qué hubiera pasado si, por casualidad, se encontraban en internet y decidían unir fuerzas para continuar con sus investigaciones? Pues algo así sucede hoy. Miles de investigadores se encuentran con pares alejados geográficamente y que están tras las pistas de la misma verdad.
El interés común refuerza la motivación por la investigación y, al mismo tiempo, los hallazgos, la experiencia y la reflexión de las y los investigadores generan un enriquecimiento tal, que el nuevo conocimiento se hace más fuerte que la suma de las voluntades. Las redes adquieren entonces una fuerza que sostiene, enriquece y permite seguir investigando.
En un trabajo en red, las y los protagonistas generalmente son distintos, no solo culturalmente (viven en otra latitud, hablan otro idioma, profesan otra religión, etc.) sino también académicamente. Esto genera que la investigación en red sea interdisciplinaria, por lo que los enfoques, los abordajes, las teorías que cada uno aporta repercutirán en la mejor comprensión de la temática.
Actualmente no solo encontraremos información en internet, la red también nos ofrece distintas aplicaciones para todos los momentos de la investigación. Hacer hoy una encuesta, sistematizar la información, organizar la bibliografía, comprobar la metodología, etc. es mucho más fácil que hace cinco o diez años puesto que encontramos herramientas que nos facilitan con mucho ese minucioso trabajo.
Por las TIC podemos difundir de manera más rápida y a una mayor cantidad de gente nuestras conclusiones. Las redes sociales, los blogs, los periódicos digitales, etc. nos ofrecen tantas opciones que podemos presentar nuestras investigaciones en el formato académico oficial, o en una infografía académica, un vídeo de tres minutos, una presentación multimedia, etc. Hoy, las investigaciones no tienen por qué estar destinadas sólo a un público especializado, sino a todos los interesados.
Seguramente las TIC serán verdaderas aliadas a la hora de realizar investigación en la universidad tanto en los momentos exploratorios como en aquellos en los que se integran al proceso y, finalmente, en las innovaciones educativas.
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