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Los algoritmos consisten en una serie de pasos para obtener una solución ante un problema determinado.

En tal sentido, en el contexto de las redes sociales, la historia de nuestros clicks, “me gusta” y comentarios, son los datos que impulsan el motor algorítmico. A raíz de nuestro historial de actividades en las plataformas sociales, grandes cantidades de datos estadísticos se generan, con el objeto de utilizar la información preestablecida para extraer conclusiones sobre las características y comportamiento futuro de las personas y conseguir un mayor tiempo de permanencia en las mismas.

Recientemente, a finales de octubre de este año, el partido Demócrata de los Estados Unidos presentó el proyecto de Ley “Protecting Americans from Dangerous Algorithms Act”. Dicha propuesta se centra en exigir responsabilidad a las plataformas digitales como Google, Twitter y Facebook, por la circulación masiva de contenidos que puedan ser dañinos y peligrosos para los ciudadanos americanos, con un efecto multiplicador.

Específicamente, este proyecto de ley se enfoca en el fenómeno conocido como amplificación algorítmica, que se suscita cuando un contenido en línea se vuelve viral, y puede llegar a tener grandes implicancias sociales.

De acuerdo con una investigación de la prestigiosa Universidad de Princeton, publicada en octubre de este año, una de las aristas más peligrosas de los algoritmos consiste en que esta herramienta alienta a los usuarios de las plataformas digitales a comportarse de la forma en que el algoritmo predice que se comportarán. De modo que, mientras mayor tiempo el usuario ha estado activo en la plataforma, mayor influencia sobre su comportamiento tendrá el algoritmo, convirtiéndose así en un arma de doble filo.

La propuesta introduce el principio de responsabilidad de las plataformas digitales por el contenido publicado y viralizado, que pueda generar violencia en el mundo “fuera de línea” o mejor conocido como el mundo real.

Sin embargo, la finalidad del proyecto de ley no consiste en limitar la libertad de expresión, sino en evitar la amplificación algorítmica que pueda desencadenar comportamientos radicales dañinos y, en consecuencia, la violación de los derechos civiles, llegando incluso a promover la expansión del terrorismo internacional, a consecuencia de una actuación negligente por parte del administrador de la plataforma digital donde se difunde contenido radical.

Los líderes de las plataformas de Facebook, Google y Twitter fueron citados en octubre pasado por el Comité de Comercio del Senado de los Estados Unidos, para discutir sobre la inmunidad legal que evita que las empresas de tecnologías tengan responsabilidad sobre el contenido publicado por los usuarios. 

Los ejecutivos de Facebook, Google y Twitter coincidieron en que la nueva regulación atenta contra la libertad de expresión de los usuarios y su libre circulación en internet.

Definitivamente, el nuevo proyecto replantea la inmunidad legal latente de las plataformas digitales por los contenidos vertidos por sus usuarios, y se redirige hacia la intervención proactiva de las plataformas digitales, a fin de combatir la amplificación algorítmica con repercusiones negativas, exigiendo responsabilidad por ello.

En la actualidad, los algoritmos son tratados como desafíos puramente de la ingeniería, en lugar de los problemas sociales que envuelven. Los ingenieros encargados del diseño de dichos algoritmos, a menudo se preocupan más por encontrar una solución más eficaz que por dar una respuesta al impacto social que acarrea su diseño. En tal sentido, es importante hacer hincapié sobre el principio de ética que debe primar en el diseño de estas soluciones de la informática.

Las opiniones expresadas en este artículo son las de la autora, a título personal, y no representan las opiniones de otra persona, incluidas las del estudio jurídico al que está afiliada.

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