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El ministro de Educación, Adrián Quelca, ha comunicado a la opinión pública que se está evaluando la posibilidad del retorno a clases presenciales, desde el mes de febrero del próximo año, bajo la modalidad semipresencial.

Su propuesta consiste en ir a clases día por medio. Al parecer el único criterio preventivo contra el coronavirus para el Ministro y sus asesores es la reducción de cantidad de estudiantes en las aulas. Sin embargo, existen otras condiciones fundamentales para un retorno seguro a clases. Veamos algunas.

Uno de los criterios de bioseguridad más importante es la higiene de toda la Unidad Educativa y de cada aula y oficina en particular. Recordemos que en general las escuelas albergan alrededor de quinientos estudiantes por turno y que, por la estructura organizacional, solo existe una persona que se encarga de la limpieza de todo el establecimiento: la portera. Esta persona, además, desarrolla su negocio a la hora de ingreso, salida y recreos. Por lo que el panorama de limpieza de nuestras escuelas es, en general, desolador. ¿No sería la hora de que los gobiernos municipales subcontraten empresas especializadas en limpieza para todas sus unidades educativas?

Uno de los lugares fundamentales de la higiene en nuestras escuelas es el baño. ¿Alguna vez, estimado lector, ingresó al baño de una escuela fiscal en cualquier punto de nuestro país? Es indudable que la infraestructura deja mucho que desear, a ella se añade la falta de agua potable: ¡Los baños escolares carecen de agua! Por lo que los niños no tienen un lugar seguro para lavarse las manos, secárselas y desinfectarlas. Los gobiernos municipales deberían apurar las obras de mejora de los baños en todas las escuelas de nuestro país. Necesitamos muchos lavamanos, baños y urinarios con agua. Necesitamos papel toalla y sanitizadores.

Pensemos ahora en el recreo. Todavía los quioscos funcionan por la ley del más fuerte. Las aglomeraciones alrededor de la vendedora son normales en nuestros centros educativos. Además, no sabemos cuáles son las medidas de higiene con las que han sido preparados los sándwiches y demás alimentos que los niños consumen. ¿No será el momento de licitar esos puestos de venta con condiciones claras para preservar la salud de nuestros niños? Se deberá también reglamentar la distancia social y la fila respectiva. Esto de seguro redundará en el respeto y la organización de los niños fuera de la escuela

Ahora pasemos a las aulas. Muchas están superpobladas. En esto ayudará la medida pensada por el Ministro. Sin embargo, no es suficiente. En muchos casos, las escuelas han habilitado otros ambientes para que funcionen como aulas, por lo que carecen de suficiente ventilación –aspecto clave para evitar contagios–. El mobiliario es viejo y anticuado. Todavía existen los pupitres para dos personas, viejos, rayados y rotos. Esto dificulta que se puedan distribuir los espacios de manera diferente.

Recordemos que una de las medidas que ha dado buen resultado en Europa ha sido la implementación de grupos de convivencia estable, es decir pequeños grupos aislados entre sí dentro del aula y que conviven durante todas las jornadas escolares. De esta manera, si alguno se contagiara, el riesgo no sería para todo el curso, sino para su grupo estable que es más reducido.

El mobiliario de nuestras aulas dificulta la organización de dichos grupos. Hace más de 20 años el gobierno había recomendado el uso de mesas trapezoidales que permitan la organización más dinámica del aula. ¿En la escuela de su hijo, señor padre de familia, se usan mesas trapezoidales? ¿No le parece que los gobiernos municipales deberían ya estar invirtiendo en esto en vez de robarse millones en mochilas?

Finalmente, será fundamental que cada unidad educativa capacite a sus estudiantes y personal docente y administrativo en la limitación de contactos, en las medidas personales de prevención, en la limpieza y ventilación y, sobre todo, en la gestión de casos. Sobre este último punto no será suficiente la buena voluntad del Ministerio de Educación, se deberá coordinar también con el Ministerio de Salud y con todos los Centros de Salud más cercanos a la unidad educativa para establecer protocolos de actuación ante los contagios, sin mencionar la importancia de las pruebas PCR y los equipamientos para la toma de temperatura y la desinfección al ingreso y salida de los establecimientos.

La idea del Ministro es buena, pero insuficiente. La pandemia ha dejado al descubierto las grandes falencias de infraestructura y organización de nuestras escuelas. Los gobiernos municipales deben priorizar las mejoras de manera urgente. Los padres de familia deberán fiscalizar y hacer lío, como lo han hecho por la canasta estudiantil, para que sus escuelas mejoren. Señores padres de familia, “no solo de pan vive el hombre”, sino también de salud, prevención, educación, inclusión, participación, cultura, etc., etc., cosas que nuestros niños descubrirán si acuden a una buena escuela.

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