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Han transcurrido dos años desde que el jueves 7 de abril de 2022 se realizó la primera Cumbre Departamental de la Primera Infancia en la ciudad de Cochabamba. En ese entonces se reunieron alrededor de 20 gobiernos municipales; por ejemplo, estuvieron presentes los gobiernos locales de Colcapirhua, Sacaba, Quillacollo, Tiquipaya, Tapacarí, Sacabamba, Mizque, Aiquile, Anzaldo, Tarata, Tiraque, Totora, Arbieto, Vacas, Toco, Cliza, Independencia, Arbieto, Arani, Punata, Arque, Sicaya, Vila Vila y Tacachi.

En todo el departamento de Cochabamba se tiene un total de 207 centros infantiles para atender a 4.694 niños, lo cual es insuficiente debido a la creciente demanda y al crecimiento demográfico que, con los resultados del próximo Censo Nacional de Población y Vivienda 2024, mostrará una mayor cantidad de niños en condiciones socioeconómicas vulnerables que van a requerir una atención del gobierno departamental y una política pública estable que considere a la primera infancia como un periodo de la vida del ser humano, crucial y capaz de mostrar resultados importantes en función de lograr una sociedad mejor. Pero no hay avances, luego de dos años nada sucede y todo está en la rutina de siempre: las políticas para la primera infancia gozan de estancamiento y dejadez en todo el país.

La cumbre departamental de 2022 fue destacable porque abrió un foro público para reflexionar en torno a la necesidad de fortalecer el desarrollo integral de los niños de 0 hasta los 5 años, en los Centros Infantiles Comunitarios de Atención Integral. Se enfatizó en la necesidad de optimizar la educación inicial, protección, salud y nutrición a través de la corresponsabilidad social y la participación de las familias, comunidades, organizaciones sociales, instituciones públicas y privadas, cuyos esfuerzos deberían dar prioridad a los sectores socioeconómicamente vulnerables en el departamento de Cochabamba.

El encuentro con autoridades municipales como alcaldes y concejales de las cinco regiones del departamento de Cochabamba brindó un escenario de incidencia muy adecuado y permitió sensibilizar e informar de manera concreta sobre la importancia de la atención oportuna, concentrada en la primera infancia para una eficiente gestión pública en el desarrollo humano integral de los niños. Sin embargo, no hay avances reales y objetivos, ni en las Gobernaciones, ni en los Gobiernos Municipales donde se invierte lo mínimo y con un criterio totalmente improvisado.

Si bien la inversión pública para la primera infancia tiene un alto retorno y beneficio posterior en el desarrollo humano de cualquier ciudadano y en el bienestar de la sociedad en su conjunto, el acceso a los servicios de prevención para atender a los niños de 0 a 5 años es muy deficiente, así como la nutrición saludable y la educación de calidad por medio de la estimulación temprana de manera oportuna.

Es fundamental trabajar en una red de “políticas departamentales y municipales” multisectoriales para la primera infancia, garantizando la inversión de los recursos económicos necesarios. Aproximadamente, se requieren, por lo menos, 18 millones de dólares para todo el país; asimismo, es de suma prioridad combatir la violencia y, por lo tanto, debe establecerse la corresponsabilidad, tanto de las familias como de las autoridades del sector público para un desarrollo sistémico de los niños. La inversión pública en el futuro será menor si se atiende ahora los problemas de abandono de los niños de 0 a 5 años.

Si el país lograra aprobar una ley para la primera infancia, existe la oportunidad de convertirse en un referente continental con la capacidad de proteger a la primera infancia en aspectos como indicadores positivos de desarrollo humano e infraestructura.

La cantidad actual de Centros Infantiles en Bolivia es insuficiente porque, probablemente, representa solamente la atención para un 3% de la demanda, mientras que el 97% de los niños en situación vulnerable, posiblemente no está siendo debidamente atendido. Dentro de los datos sobre la situación de la salud, destacan extremos como la obesidad infantil, frente a una persistente desnutrición crónica.

El Centro Infantil es un espacio fundamental de desarrollo humano porque impulsa la estimulación temprana mediante actividades lúdicas, salud integral, nutrición, protección contra la violencia y la correspondiente organización y participación comunitaria.

Los primeros 1.000 días desde el nacimiento de un niño son considerados como “oro” en el desarrollo infantil. Por lo tanto, se requiere una sólida nutrición cognitiva, nutrición física, emocional y entornos seguros que enriquezcan la vida de los niños de 0 a 3 años con carácter prioritario.

La inversión pública debe ser sostenida y existen argumentos científicos y políticos muy fuertes para lograrlo. Desde el enfoque de derechos de la niñez, la inversión pública en la primera infancia implica un abordaje donde destaque la corresponsabilidad entre el Estado (sector público) y las familias.

Desde el punto de vista económico, mientras más temprano se invierta en la niñez, más rápido será el retorno, convertido en la formación de ciudadanos con pleno desarrollo humano en el largo plazo. La Ley 548, Código niña, niño y adolescente, plantea la asignación de recursos para los programas municipales de la niñez. Sin embargo, en la actualidad, los presupuestos son muy bajos y es preocupante el cierre de varios centros infantiles donde, además, existe mucha rotación de personal como cuidadoras, educadoras, manipuladoras y personal de servicio. No hay ítems que garanticen la estabilidad laboral, ni tampoco un enfoque de calidad para la educación adecuada frente a las necesidades actuales.

La oferta de servicios en los Centros Infantiles es desigual, discontinua, débil en cuanto a los recursos humanos profesionales, lo que repercute en un trabajo todavía inestable y con una falta de institucionalidad desde los gobiernos municipales, bloqueándose el beneficio para la primera infancia.

Es urgente garantizar que los Planes Territoriales de Desarrollo Integral (PTDI) de los Gobiernos Municipales y las Gobernaciones, incluyan de manera clara y con el financiamiento sostenible al fortalecimiento de la primera infancia. Asimismo, es imprescindible que se formulen políticas públicas para la primera infancia como una forma para garantizar la participación democrática, así como el compromiso de la sociedad con la niñez, enfrentando el abandono, la violencia y la injustica del mundo adulto de hoy con las generaciones del futuro.

La institución que brilla por su ausencia y se ha rezagado en su contribución para la primera infancia, es el Viceministerio de Igualdad de Oportunidades (VIO) del Ministerio de Justicia que jamás presentó una política seria y profesional de la primera infancia.

Las reflexiones de la cumbre en el año 2022, en muchas ocasiones, se caracterizaron por la desconexión de las políticas nacionales del gobierno central y de la evolución histórica de los problemas que enfrenta la ausencia, hasta la fecha, de una voluntad política favorable a la primera infancia.

En consecuencia, se hace fundamental ofrecer un asesoramiento técnico y multidisciplinario a las Gobernaciones y los Gobiernos Municipales para materializar la formulación de varias Leyes Departamentales de la Primera Infancia, donde se establezcan claramente cuáles son los contenidos legales y reglamentarios para implementar acciones en la vida real de los infantes.

Se hace también necesario impulsar el mejoramiento de la calidad educativa en los centros infantiles, lo cual demanda un esfuerzo adicional de profesionalización efectivo para las educadoras, parvularias y cuidadoras, con el objetivo de contribuir al fortalecimiento de los recursos humanos en los diferentes centros infantiles. Es muy importante que la formulación de la ley y la política pública para la primera infancia, puedan ser discutidas en los escenarios de la sociedad civil con la participación democrática esperada.

Un riesgo podría ser que la elaboración de los documentos, carezcan del respaldo ciudadano y surjan amenazas como malentendidos y conflictos. Al mismo tiempo, los escenarios de análisis y articulación de consensos son muy importantes, de manera que se pueda abordar la reflexión en torno a la desarticulación política en los esfuerzos que se están realizando en diferentes Gobernaciones, respecto a otras iniciativas en diferentes municipios.

Es vital discutir el contexto en el que tiene lugar la formulación de una política pública para la primera infancia, caracterizado por la dispersión, la falta de participación de los niños y las debilidades en cuanto a la presencia de los medios de comunicación y otros canales de concienciación de la problemática como las redes sociales, con finalidad de impulsar una opinión pública favorable e informada sobre la ley o las políticas de la primera infancia.

Se requiere un diagnóstico nacional sobre qué hay y hasta dónde se ha llegado en el tratamiento de la ley o la política para la primera infancia. Solicitar al Viceministerio de Igualdad de Oportunidades la transparencia y difusión del documento: Política Plurinacional para la Primera Infancia de marzo de 2022, el cual solamente se ha presentado como un resumen y a la fecha ha quedado en la “nada”. Asimismo, en aquel entonces se consideró que no hubo la participación informada de los niños, pero esto es muy dudoso.

Una discusión sobre la primera infancia, las estrategias de estimulación temprana y el fortalecimiento de los primeros 1.000 días de oro en la niñez, son temáticas que están directamente relacionadas con la calidad de la educación en los Centros Infantiles y todo tipo de guarderías privadas. Por lo tanto, se requiere, de manera urgente, introducir la problemática de las inteligencias múltiples como el escenario académico de mejoramiento y el involucramiento masivo de los padres en la guía y educación multidimensional que es fundamental para una política favorable a la niñez, la cual, asimismo, deberá estar unida a los aportes científicos de la creatividad y las neurociencias en las aulas y los procesos de enseñanza-aprendizaje. Mientras tanto, estamos caminando sobre el azar de la improvisación y seguimos nadando en las aguas de la nada.

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