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Cada 8 de marzo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que visibiliza la lucha histórica por la igualdad de género, los derechos laborales y el reconocimiento de las contribuciones de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. En Bolivia, esta jornada adquiere un significado especial en un contexto de desigualdades persistentes, violencia de género y la constante resistencia de las mujeres en diversos espacios.

Desde las primeras movilizaciones de trabajadoras en el siglo XIX hasta las demandas actuales por equidad salarial, paridad política y una vida libre de violencia, la historia de la lucha de las mujeres ha sido fundamental para la construcción de una sociedad más justa. En Bolivia, el movimiento de mujeres ha desempeñado un papel crucial en la consolidación de derechos, como la Ley 348 para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia y la Ley de Identidad de Género.

Sin embargo, la brecha de género sigue siendo una realidad. Las mujeres continúan enfrentando barreras en el acceso a la educación, la participación política y económica, así como altos índices de feminicidios y violencia de género. De acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado, entre 2018 y 2023 se registraron más de 196.000 delitos contra la mujer, con la violencia familiar como el tipo de agresión más frecuente, lo que refleja la urgencia de medidas más efectivas para prevenir y sancionar estos delitos.

Las mujeres bolivianas, especialmente en comunidades indígenas y rurales, han desempeñado un rol fundamental en la defensa del territorio, los derechos colectivos y el medio ambiente. En contextos de crisis climática y extractivismo, han liderado procesos de resistencia y protección de la Madre Tierra, a pesar de enfrentar criminalización, amenazas y violencias.

En el ámbito urbano, las mujeres organizadas han impulsado la economía popular y han sido el motor de redes de apoyo comunitario, especialmente durante la pandemia del Covid-19. Estas acciones han sido clave para la sostenibilidad de la vida, demostrando que la lucha por la equidad de género está estrechamente vinculada con la justicia social y económica.

El 8 de marzo no es sólo una fecha de conmemoración, sino un llamado a la acción. La erradicación de la violencia de género, el cierre de brechas salariales, la autonomía económica de las mujeres y su participación plena en la toma de decisiones son tareas pendientes en Bolivia. Es imprescindible fortalecer la educación con enfoque de género, garantizar el acceso a la justicia para las víctimas de violencia y consolidar espacios seguros y equitativos para todas.

Este 8 de marzo, Bolivia volvió a ser testigo de la fuerza y la voz de miles de mujeres que, con determinación y esperanza, continúan exigiendo un país donde la igualdad sea una realidad y no solo una aspiración. La lucha sigue y es responsabilidad de toda la sociedad construir un futuro donde todas las mujeres puedan vivir con dignidad y sin miedo.

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