Hay unos 61 centros de acogida para adultos otoñales en Bolivia

Por Lucía Aliaga Chávez

Hoy, 15 de junio, se recuerda el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, que representa una oportunidad para reflexionar y definir acciones eficaces de protección y promoción de los derechos de las personas mayores.

En Bolivia existen más de 61 centros de acogida, asilos, residencias y geriátricos tanto públicos como privados. De estos, 20 son administrados por la Iglesia Católica, según una investigación de la Red Latinoamericana de Gerontología. Sin embargo, solamente ocho de los 20 hogares reciben apoyo de las gobernaciones y municipios, lo que significa que el 60 por ciento de estos centros dependen exclusivamente de la generosidad de personas voluntarias y de la caridad de la comunidad.

Diversas instituciones han surgido con el objetivo de brindar un apoyo integral en las áreas ocupacional, psicológica y educativa, fomentando la autonomía, el bienestar y la calidad de vida de este sector de la población. Son espacios de promoción y acompañamiento que ofrecen programas y servicios diseñados especialmente para atender las necesidades específicas de los adultos mayores, impulsando calidad de vida en la etapa otoñal de las y los adultos.

Dos de los botones de ejemplo de esas casas de acogida y formación son Casa Amandita y la Universidad para la Tercera Edad de la Universidad Católica Boliviana San Pablo.

Casa Amandita del Adulto Mayor

Uno de los centros que trabaja con adultos mayores y de escasos recursos es Casa Amandita del Adulto Mayor, que es un brazo social de la empresa DYA SRL, la cual maneja y administra el Centro Comercial Camacho y El Bosque Boulevard en La Paz. Este proyecto comenzó el 2016 y hoy acoge a una población de cien adultos mayores en situación de calle o de escasos recursos. Además, ofrece servicios interdisciplinarios en psicología, medicina y trabajo social con voluntarios especialistas que atienden a los adultos mayores.

Verónica Dávalos, psicóloga y administradora de Casa Amandita, explica cuáles son los requisitos para poder dar abrigo a adultos mayores en ese lugar: “Que no tenga ningún tipo de jubilación, sólo debe recibir su Renta Dignidad… Tienen que estar en el Servicio Único de Salud (SUS). También realizamos una visita domiciliaria y hacemos una ficha social, para saber la calidad de vida que está teniendo la adulta o el adulto mayor y ver con quiénes vive, qué contactos tienen, entonces para ver si está realmente solo o no o en qué condiciones está viviendo”.

Conocer la situación en la que vive el adulto mayor ayuda a Casa Amandita a saber cuáles son las principales necesidades ya que son una población en situación de vulnerabilidad. Por ello, este proyecto busca que los adultos encuentren un espacio seguro en el que puedan cubrir algunas de sus necesidades o al menos reciban buen asesoramiento y apoyo durante los procesos médicos o legales por los que estén pasando.

A cambio,  los adultos mayores deben cumplir algunas reglas como respetar el horario, que abarca casi toda la mañana y participar en las actividades que planifican diferentes organizaciones, que incluyen interacción social, actividades lúdicas y recreativas. Los que no tengan ninguna dificultad de pararse o movilizarse deben ayudar en la cocina y en la limpieza de los baños.

Cuando acuden al lugar y participan pueden hacerlo en los eventos “fundamentales y grandes”, descritos así por Dávalos, en fechas especiales como el Día del Adulto Mayor, el 26 de agosto. Esa jornada se celebra en el patio de comidas del Centro Comercial Camacho, para recibir alimentos, regalos y presentaciones. La otra fecha importante para esta comunidad es Navidad, en la que cada adulto mayor debe escribir una lista de deseos y se realiza una campaña solidaria en redes sociales para que las personas puedan donar los regalos, además de compartir un almuerzo y desayuno especial para el festejo.

Este programa perdura gracias a los voluntarios, a las donaciones de personas y de algunas empresas como La Francesa, además de la colaboración del Viceministerio de Igualdad de Oportunidades, que también hizo donaciones e incluso ha becado a los voluntarios del área de psicología y de medicina en general a un congreso que se realizó en Santa Cruz sobre la prevención de Alzheimer.

Así, Casa Amandita es un proyecto social que busca que los adultos mayores puedan tener un espacio seguro mediante la colaboración de voluntarios, empresas e incluso algunas universidades por medio de pasantías.

Universidad para la Tercera Edad

Otro proyecto muy importante que se preocupa por el bienestar del adulto mayor es la Universidad para la Tercera Edad (UPTE),  que está a  cargo de la psicóloga Dolly Alurralde Sandoval. Se trata de un programa de la Universidad Católica Boliviana (UCB).

“El objetivo es que las personas continúen aprendiendo sobre un exitoso envejecimiento, lo que significa que estamos dentro de la educación permanente y continua”, explica Alurralde sobre la principal tarea de UPTE.

Actualmente, hay varios cursos: dos talleres de memoria y  pintura, los cuales son presenciales; además, este año volvieron algunas clases como terapia ocupacional, inglés, yoga y tecnología, coro y psicología, también con un curso que se denomina Gestores comunitarios de siete meses y donde ellos llevan materias para dar seguimiento a sus estudios. Los talleres trimestrales tienen un costo de Bs 210 y las clases mensuales de bailoterapia Bs 80.

Alurralde asegura que los beneficios son principalmente emocionales: se sienten libres de poder decir: "Hoy día, no te voy a cuidar porque yo tengo mis clases". Ella asegura que estos cursos brindan libertad a las personas mayores y les dan la opción de poder conocer a más gente como ellas, que las entiendan y compartan vivencias.

El único requisito es que los adultos mayores “se regalen” un año o un trimestre, es decir que se comprometan consigo mismos y con el curso. Es importante para ellos buscar un espacio de convivencia y educación para sí mismos, para enfocarse en esta etapa de vida que tiene muchos desafíos y es compleja porque aumentan las necesidades y disminuyen las fuerzas.

Si bien acuden adultos mayores de entre 70 y 80 años, también están participando personas desde los 45, que quieren aprender cómo prepararse para la vejez.

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