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Por Fundación Voces Libres

Jueves 29 de febrero de 2024.- Cristóbal Mamani Arbieta fue hallado culpable de envenenar a su esposa Catalina Condori Vicente y este jueves fue condenado a 30 años de cárcel en El Abra, sin derecho indulto, por el Tribunal de Sentencia 1 de Quillacollo, informó el abogado del Observatorio de Justicia de la Fundación Voces Libres, Marcelo Sánchez.

El feminicidio de Catalina, una costurera de 36 años y mamá de cuatro hijas, ocurrió hace un año, el 24 de febrero de 2023, en una vivienda del municipio de Vinto, en Cochabamba. Ella le había pedido el divorcio a Cristóbal, de 40, porque se cansó de su violencia, pero él no quería separarse y en medio de una discusión, la golpeó y la obligó a tomar un plaguicida que le causó una muerte dolorosa y desesperante, por insuficiencia respiratoria y edema agudo pulmonar.

Catalina y Cristóbal se casaron muy jóvenes, pero el machismo, la violencia y los celos enfermizos del chofer transformaron la vida de la mujer en un suplicio. La abogada que atendió a Catalina para la presentación de la solicitud de divorcio relató en el juicio que ella soportó muchas golpizas, insultos, abusos, infidelidades y humillaciones. Cuando él se enojaba, obligaba a Catalina a dormir en el piso del taller donde ella costuraba polleras.

Tampoco la dejaba salir a vender las prendas de vestir porque alegaba que una mujer debía estar las 24 horas en su casa y le hablaba mal de su esposa a otras personas.

Catalina nunca denunció a su esposo penalmente, aunque la violencia psicológica, económica y física que ejercía contra ella constituyen delitos de orden público. Pero sí se cansó de tanto maltrato y decidió divorciarse.

La abogada acotó que la costurera fue a su oficina acompañada de una de sus hijas, le contó todo lo que vivía y le pidió ayuda con la demanda de divorcio.

En cuanto Cristóbal fue notificado, su enojo creció hasta que el 24 de febrero la agredió físicamente y luego la obligó a beber el plaguicida. Se demostró que él usó sus dedos para introducir a la fuerza el veneno en la garganta de Catalina, por los infiltrados hemorrágicos que hallaron en el cuerpo de ella y que sólo son causados cuando se ejerce mucha fuerza.

Luego de lograr su objetivo, el hombre tomó un poquito del veneno para fingir que iba a suicidarse, pero no sufrió mayor daño.

Catalina dejó en la orfandad a cuatro hijas, de 19, 17, 15 y 12 años que se quedaron al cuidado, primero de su abuelita materna, y luego de una persona de su entorno familiar.

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