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Hernán Aguilar (Centro de Investigación y Promoción del Campesinado)

Miércoles 2 de julio de 2020.- La política de cuarentena adoptada por los distintos niveles de gobierno de Bolivia por la emergencia sanitaria a causa de la pandemia afectó a la economía con distinta intensidad a los sectores terciario, secundario y primario.

La crisis sanitaria de Covid-19 para la agricultura familiar en el Territorio Indígena Multiétnico (TIM) y el Territorio Indígena Mojeño Ignaciano (TIMI), ubicadas en el municipio de San Ignacio de Moxos (Beni), en lugar de tornarse en una crisis de producción y de seguridad alimentaria representó una oportunidad de evaluación de su sostenibilidad, remarcando su relevancia y aportes, planteando desafíos y oportunidades.

La Amazonía del Beni es vulnerable a inundaciones en el primer semestre; sequías e incendios en el segundo. La pandemia llegó sola y en época de cosecha. La suspensión de las actividades educativas significó el retorno de estudiantes a sus comunidades. Igualmente, muchas familias que por distintas circunstancias se encontraban en centros urbanos volvieron a sus comunidades de origen. La tierra que los vio nacer se constituyó en su refugio. Los estudiantes y estas familias se tornaron en potencial mano de obra para la cosecha.

Las comunidades, ante el riesgo de contagio de Covid-19, en las rutas de acceso pusieron trancas con candado para evitar el ingreso de cazadores y pescadores provenientes del área urbana, y de personas que retornaron a sus comunidades que además deben cumplir los protocolos comunitarios.

Las familias "a puerta cerrada" continuaron desplazándose a su chaco, lugar donde despliegan sus actividades agrícolas: cosecha de cacao, arroz, caña de azúcar, maíz, yuca, plátano, guineo y frutas de temporada. Mientras en el hogar alimentaban a las aves de corral, hacían las labores de cocina, preparando locro, "majao", pan de arroz, y chocolate. Simultáneamente las familias producían chivé, miel de caña, "empanizao" y "azucarao" (azúcar baya).

La Asociación Agroforestal Indígena de la Amazonía Sur (AAIAS) junto con las Subcentrales TIM y TIMI con el apoyo de Cipca Beni, desarrollaron durante los meses de abril y mayo una estrategia de acopio y comercialización de la producción de la agricultura familiar, y para el efecto facilitaron que la oferta de una diversidad de productos de las comunidades indígenas abastecieran al mercado local  del centro urbano de San Ignacio de Moxos, que se vio afectado por un desabastecimiento de productos y elevación de los precios.

Familias productoras de las comunidades Monte Grande del Apere, Santa Ana de Museruna, Santa Rosa del Apere, Bermeo y Argentina ofertaron una amplia diversidad de productos de la agricultura familiar como yuca (amarilla y rosada), arroz en chala, maíz perla, plátano, guineo, toronja, lima, limón, naranja, ají colorado, chivé, cacao en grano, papaya, zapallo, y hortalizas como cebolla y pepino. La comercialización fue realizada en distintos puntos de la ciudad y en algunos momentos se realizó la venta en domicilios.

Esta iniciativa permitió también la provisión de bienes no producidos en la comunidad como detergentes, aceite comestible, manteca, harina y sal. No obstante, la producción que tiene destino en los mercados de Trinidad, Santa Cruz y La Paz imposibilitó la venta de sus cosechas, y todavía está pendiente la comercialización del cacao silvestre cuya plaza comercial es Sucre.

La crisis sanitaria no representó crisis alimentaria para las familias indígenas del TIM y TIMI, más bien hubo producción excedentaria no comercializada. La producción de alimentos estuvo a prueba de la tensión de movilizar sus productos al mercado, fue una oportunidad para valorar el esfuerzo de la producción de alimentos para la dieta alimenticia familiar y el mercado.

La agricultura familiar es sostenible y segura; no obstante, debe apostar por la escalabilidad, mejorando los rendimientos, incentivando variedades de semillas locales, implementando tecnología en la producción primaria y la fase de transformación de productos; además de la construcción de buenas carreteras, lineamientos necesarios para el diseño de políticas públicas.

La agricultura familiar de las familias indígenas requiere ser valorada y respaldada por las instancias públicas como los gobiernos municipales y departamental, con políticas de fomento y recursos económicos para su fortalecimiento como un modelo de producción alternativo y sostenible, considerando aún más las consecuencias e impactos que nos dejará la pandemia por Covid-19.

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