El último lunes tuvimos un feriado nacional para recordar el establecimiento del Estado Plurinacional hace 15 años; ese que muchas y muchos odian porque todavía viven o quieren revivir un pasado que no debe volver, donde la regla era la exclusión, la monoculturalidad, la “civilización” de los pueblos y culturas diferentes y plurales que surcan la geografía nacional.
Basta salir del radio urbano de cualquier ciudad de nuestro país, adentrarse en los confines de las tierras altas y bajas, abrir la mente y los horizontes para darse cuenta de que Bolivia requiere esa pluralidad y pluralismo, que es su naturaleza. Por eso es una gran contribución a la cultura humana la concepción y el desarrollo del Estado Plurinacional.
Sin embargo, apena ver que quienes en un primer momento apalancaron su construcción, a partir de un quiebre político (aproximadamente en el año 2012), quisieron comenzar su destrucción. A pesar de ello, el concepto de Estado Plurinacional es fuerte y se arraigó en la conciencia nacional, provocando que sus antiguos y nuevos enemigos se dieran cuenta de que no podrían lograr su desmantelamiento, por lo que simplemente se circunscribieron a detener su crecimiento y comenzaron a utilizarlo en sus discursos.
Unos para tratar de mostrar su fracaso a la manera “arguediana”, propugnando un republicanismo (que no existe) y los otros, de manera certera, abusiva e hipócrita aprovechándose de quienes más fe le tenían al Estado Plurinacional, los pueblos indígenas.
A pesar de lo referido, sin subjetivismos deberíamos ponernos a analizar de manera objetiva y seria la viabilidad del Estado Plurinacional y si tendrá en algún momento un futuro promisorio. Hasta ahora, hay muy poco análisis académico que pueda darnos luces sobre esta interrogante.
Es innegable que el desarrollo del Estado Plurinacional depende de diversos factores, muchos de ellos únicos de un país. Podríamos hacer el intento de elucubrar y desentrañar algunas condiciones importantes como receta para su desarrollo y mirar además las variables que actualmente impiden que a más de 15 años de su instauración, todavía no levante vuelo como se lo había diseñado constitucionalmente.
En primera instancia, el punto central del nuevo Estado es el reconocimiento de la diversidad. Si bien la Constitución del 2009 la describe claramente en sus artículos 2 y 3 y de manera transversal en muchos otros preceptos, sin embargo, la plurinacionalidad implica aceptar y valorar las distintas identidades presentes en la sociedad, y todavía esto no lo hemos logrado. Por el contrario, los pueblos y naciones indígenas originarias no han logrado su emancipación, su igualdad, su valoración, su dignidad, su autonomía y la posibilidad de ser dentro del Estado.
Un segundo elemento condicionante del Estado Plurinacional es la inclusión y la participación efectiva, que es algo que todavía tiene mucho camino por recorrer, puesto que los grupos y comunidades no están presentes en los procesos políticos y decisiones gubernamentales de manera adecuada. Si bien ahora existe algo de presencia en entidades del Estado central y en las entidades territoriales, sigue sin ser equilibrada y de paso desnaturalizada, por los apetitos político-partidarios, porque no cualquier indígena o de cualquier otro grupo vulnerable será parte del proceso, sino aquellos/as que comulguen con el poder dominante.
El tercer elemento necesario y condición sine quanon del Estado Plurinacional es la presencia fuerte de los derechos humanos individuales y colectivos, mediante la instauración de garantías para su reconocimiento, promoción, ejercicio y protección, materia en la cual hay un aplazo innegable y un retroceso muy fuerte. A pesar de que la Constitución de 2009 tiene un catálogo enorme de derechos y garantías, no podemos negar que muchos de éstos vienen siendo pisoteados, limitados e incluso negados. Sumado esto a la falta de justicia independiente e imparcial y a la presencia de entidades efectivas para su protección como la Defensoría del Pueblo, no se puede vislumbrar un panorama alentador, por el contrario, la afectación del espacio democrático y del Estado de Derecho nos puede llevar a situaciones negativas y hasta violentas nuevamente.
Un cuarto elemento en la construcción del Estado Plurinacional es el establecimiento de un sistema educativo intercultural y de calidad, que refleje y respete la diversidad cultural, la compresión mutua y el fortalecimiento de la cohesión social. Estamos lejos, muy lejos de contar con una estructura educativa de este tipo. Sin parámetros de calidad y principalmente sin un norte claro, el sistema educativo refleja una contradicción muy profunda que se observa día a día tanto en el sistema educativo regular como superior, o incluso los principios occidentales individuales o los constitucionales comunitarios, no logrando todavía un equilibrio.
El quinto elemento relevante es la necesidad de profundización de los procesos autonómicos, que fortalezcan el desarrollo y la gestión local, para atender mejor las necesidades de la sociedad. En este punto estamos frente a un nuevo aplazo, puesto que en todo este tiempo la cantidad de autonomías indígenas es muy escasa (6 en más de 15 años), el pacto fiscal para fortalecer las demás entidades es casi inexistente y existe un gobierno y partido gobernante con una doctrina centralista y dominante que le pusieron muchas zancadillas al proceso. ¿Por qué? Porque la autonomía es perder poder, el cual lo distribuyes, difuminas, por lo tanto, para los nuevos “mesías” no era, no es, ni será conveniente.
Puede pensarse que un sexto elemento en la construcción del Estado Plurinacional podría ser un enfoque económico plural y un desarrollo sostenible que respeten el entorno natural y cultural, que contengan un enfoque equilibrado y de respeto irrestricto a la Madre Tierra, contribuyendo a largo plazo a todas las comunidades. Ya para qué profundizar en este tema, ejemplos devastadores se ven a diario, si no pregunten a mineros cooperativistas, cocaleros, interculturales, madereros, empresas petroleras, etc., que van devastando la tierra cada día bajo un modelo extractivista, afectando los territorios y cosmovisión de los pueblos indígenas, y en algún momento todos y todas pagaremos esa factura.
En conclusión, podemos afirmar que el Estado Plurinacional no es el problema, sino aquellas personas a las que les correspondía la responsabilidad histórica de impulsarlo, hacerlo crecer, florecer y dar frutos, no unirse a su freno y minimización; era un reto de construcción colectiva, que hasta ahora no se toma conscientemente. Quizá las y los actores políticos a partir de 2025, en el inicio de una nueva centuria, comprendan su alcance y beneficio. Quizá...
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