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Cada 24 de enero, los habitantes en la ciudad de La Paz celebran y reproducen la fiesta del Ekeko o Alasita, tradición cultural en la que se reproducen creencias y rituales ligadas a las ilusiones de cada persona. El Ekeko es el personaje principal de la feria de Alasita y es un dios de la abundancia, fertilidad y alegría. La palabra alasita viene del aimara que significa comprame. Esta feria fue fundada el año 1781.

Al menos un centenar de vendedores y artesanos se ubican en el parque urbano central de la ciudad de La Paz para ofrecer productos de diversa índole a los visitantes. La compra de las “illas” o miniaturas de una casa o auto con título de propiedad, alimentos, títulos profesionales, certificados de trabajo y dinero falso son en gran medida los bienes “simbólicos” (amuletos de suerte) y materiales a pequeña escala más requeridos. Una vez comprados “se pide y paga a los yatiris (curandero aimara) para que los sahúmen con incienso, flores, vino y otros polvos para atraer la “buena fortuna” y/o bendecir en las iglesias al mediodía de cada 24 de enero.

Sobresalen también los gallos (comprados por quienes quieren un novio) y gallinas (para quienes quieren novia) en el sector de objetos hechos de yeso. Son frecuentes también los periódicos pequeños con humor y sarcasmo a los actores políticos de turno; a los que se suman los vendedores de macetas, ollas, fogones y platos de barro tienen sus espacios, al igual que los vendedores de plantas, de api con pastel y de comida o los juegos de ruleta, tiro, suerte sin blanca, las canchitas o la lota.

En diciembre de 2017 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró a la Alasita como Patrimonio Inmaterial de la humanidad resaltando el significado del ritual y la transmisión de las tradiciones en el seno familiar.

En La Paz, la feria de la Alasita se relaciona con la celebración de la Virgen del Carmen, el 24 de enero, al igual que en Oruro y en Sucre en conmemoración a la Virgen de Guadalupe, el 16 de julio; aunque también se celebra en Cochabamba, en Santa Cruz y en Potosí.

Según la Agencia Municipal de Noticias, sólo la inauguración de la Feria de la Alasita la pasada gestión generó un movimiento económico de 30 millones de bolivianos, con mayor demanda en la compra de alimentos, bebidas y billetitos, de acuerdo con una encuesta realizada por la Secretaría Municipal de Planificación de la Alcaldía de La Paz. Por otro lado, la feria de Alasita en El Alto generó el 2020 la circulación de más de 13 millones de bolivianos y la participación de 22.000 artesanos (El Diario, 24/01/2020).

El historiador Fernando Cajías de la Vega dice que la tradicional feria de Alasita tiene orígenes prehispánicos y fue evolucionando en una suerte de sincretismo entre la religiosidad andina y el catolicismo. La feria reproduce diversos lenguajes entre ellos: el de identidad, socio-económico, artístico y lúdico.

Ese espíritu cargado de ilusión es una energía positiva para soñar. La Alasita marca la identidad paceña y boliviana que refleja la fe en lo desconocido, usualmente relacionado a lo material: bienes, dinero y títulos.

Alfredo Saldaña (2011) afirma que “todo ser humano nace en el ámbito de una determinada cultura y la identidad cultural es algo que las sociedades construyen colectivamente, a la luz de una variedad de categorías políticas e históricas vinculadas con el imaginario compartido, la memoria y la tradición colectivas”.

La práctica cultural es la manifestación en acciones concretas de una cultura o subcultura, especialmente con relación a las prácticas tradicionales y consuetudinarias de un particular étnico u otro grupo cultural. Por otro lado, la identidad cultural es el conjunto de manifestaciones culturales que cohesionan a un grupo social. Así, implica que ciertas personas puedan generar un sentimiento de pertenencia a un grupo, en función de intereses compartidos.

Poseer una identidad implica contemplar algunos elementos como la lengua, la religión, las etnias, las clases sociales, las costumbres (por ejemplo, la gastronomía de una ciudad), los valores, las tradiciones, los símbolos y los gustos (por ejemplo, el fútbol).

En ese sentido, la Alasita forma parte de ese imaginario social y cultural que compartimos desde las creencias y valores que heredamos por generaciones en el marco del sincretismo religioso y cultural en la que confluyen y se reconstruyen cotidianamente las identidades culturales colectivas e individuales.

De modo que, celebrar nuestra Alasita es reproducir nuestra cultura e identidad para mantener nuestra memoria colectiva. Que sus anhelos, sueños y quimeras se realicen este nuevo año.

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