“Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos como república unitaria e indivisible, fundada en el trabajo, la dignidad, el humanismo y la ética de sus ciudadanos para el disfrute de la libertad, la equidad, la igualdad, la solidaridad, el bienestar y la prosperidad individual y colectiva”, así se desarrolla el artículo 1 de la Constitución cubana de 2019. Al parecer, es una declaración sumamente comprometida con la democracia y los derechos humanos.
El artículo citado se complementa con una parte hermosa de su preámbulo cuando dice: "Declaramos, nuestra voluntad de que la ley de leyes de la República esté presidida por este profundo anhelo, al fin logrado, de José Martí: 'Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre'”.
En muchos aspectos, estos anhelos del pueblo cubano se habrían cumplido. Parecería innegable que el sistema educativo cubano se encuentra entre lo mejor de Latinoamérica, lo que ha sido reconocido por la Organización de Naciones Unidas para la Educación y la Cultura. Fue el primer país en declararse libre de analfabetismo. Sus índices de aprovechamiento y calidad educativa están entre los primeros. Existe un sistema excelente de escuelas especializadas, superiores y universidades muy interesantes.
En el área del deporte, hay disciplinas en las que siempre ha destacado. Supuestamente está en el puesto 18 del medallero olímpico y es segundo en la región panamericana solo después de Estados Unidos, bajo la consigna de “El deporte es derecho del pueblo”.
Y por lo menos hasta antes de la pandemia del coronavirus, tanto la Organización Mundial de la Salud como la Organización Panamericana de la Salud aplaudieron los avances demostrados en un país que a pesar de sus recursos limitados, es uno de los primeros en eliminar por ejemplo la transmisión del VIH entre madre e hijo/a o la sífilis, con casi nulos casos de malaria, a pesar de su situación tropical; un Estado que eliminó 12 enfermedades inmunoprevenibles y que tiene una de las esperanzas de vida más altas de la región. Para el 2019 se señalaba que la misma era para las mujeres de 80,71 años y para los hombres de 76,76 años, y una mortalidad infantil que pone en vergüenza a muchos países del mundo.
Ni qué decir de las artes, que también han tenido un desarrollo sumamente importante. Para nadie es desconocido que por ejemplo en las artes escénicas, existe una escuela cubana de danza clásica que es seguida por miles de bailarines en el mundo entero. Para qué hablar de las artes escénicas. Se tiene a la Escuela Internacional de Cine, Televisión y Video de San Antonio de los Baños de alta calidad y donde muchos jóvenes anhelan capacitarse y aportar.
Podría creerse que se escriben estas líneas con envidia de tantos logros de ese cordial pueblo; sin embargo, no es así, porque cualquiera puede darse cuenta de que no necesitas de un régimen totalitario y dictatorial para tener esos resultados de desarrollo humano, que los puedes encontrar en muchos países como Canadá, Suecia, Suiza, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Corea del Sur, y un muy largo etc. Sin necesidad de sojuzgar y sacrificar a tu pueblo con una línea ideológica vertical, violenta y que además contradice la cita constitucional con la que empezábamos esta columna, aunque afecte a muchas/os, ningún régimen totalitario de izquierda o derecha realmente cumple con garantizar y proteger la dignidad de la persona.
Desde una óptica de derechos humanos, podemos ejemplificar como sigue: Tenemos un progenitor (sea madre o padre), que representa al Estado, el cual brinda educación a sus hijas e hijos en escuelas y universidades de calidad. Los lleva a los mejores médicos como medida preventiva o cuando se enferman. Los alimenta muy bien, les brinda una vivienda adecuada, servicios, entre otros, es decir cumple con varios de los aspectos básicos de la vida y, por lo tanto, podríamos pensar que es un excelente progenitor. Pero qué pensaríamos si este padre o madre obliga a pensar como él o ella a sus hijos y les prohíbe o les limita al extremo salir de su casa; no les permite tener grupos de amistades para hacer las actividades que les plazca; les impide escribir o expresar lo que piensan; no les deja desarrollar sus potencialidades para que puedan impulsar su iniciativa; no les deja escuchar, ver o disfrutar de actividades de recreación que para los demás son normales- Y, por último, si la hija o hijo se rebela por todo esto, le grita, insulta, presiona, extorsiona y finalmente recurre a la violencia, con el agregado de que les dice a sus hermanas y hermanos que también le violenten y, para colmo, ordena que se diga a los vecinos que es una excelente persona ¿Seguiría siendo un buen progenitor?¿Le defenderías ante la sociedad?
Lo descrito es lo que ocurre en muchos países del mundo que no respetan todos los derechos de la persona, y lo que viene ocurriendo en esa maravillosa isla cubana desde 1959; aunque muchos y muchas no lo quieran admitir o traten de tapar con un dedo el sol, y solamente aplauden la parte buena del progenitor de nuestro ejemplo, y sacrifican, se ciegan, a lo segundo por el bien de una ideología extremista que hasta el momento no ha tenido un solo ejemplo de éxito en la historia de la humanidad.
Los derechos humanos contienen una característica fundamental, que se denomina interdependencia, la cual nos manifiesta que todos los derechos humanos sean civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales, colectivos, son un solo cuerpo, y la afectación de unos repercute en los otros, por lo que los Estados están obligados a garantizarlos, protegerlos, promocionarlos todos, caso contrario, salen de la órbita de un cumplimiento integral de los mismos, así como refería el profesor Antônio Cançado Trindade, en sentido de que muchos Estados en ciertas partes del mundo siguen minimizando y sistemáticamente violando los derechos civiles y políticos con el pretexto de seguir una política denominada de "realización progresiva" de los derechos económicos, sociales y culturales. Por otro lado, numerosos Estados en otras partes del mundo, que han progresado en materia de derechos civiles y políticos, continúan practicando políticas que sistemáticamente violan los derechos económicos, sociales y culturales. No puede haber prueba más sólida que las propias distorsiones para la urgente necesidad de reemplazar estas perspectivas fragmentadas por una concepción necesariamente integral de todos los derechos humanos”.
Las sorpresivas movilizaciones cubanas, así como las colombianas de hace poco tiempo, las olas chilenas, que lograron arrancar una Asamblea Constituyente, y todas las que ocurrieron a lo largo y ancho de nuestra región y el mundo, siempre buscaron y buscan reivindicaciones y afirmación de derechos y garantías, mejores días para todas y todos, pero de manera integral. El hombre es un ser holístico y por sobre todo busca libertad, igualdad y el reconocimiento de su dignidad plena y esto solo se logra a partir de una democracia plena y un respeto total a los derechos humanos (lo cual ha sido comprobado en el mundo), contrarios siempre a los regímenes totalitarios y dictatoriales.
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