Con mayor frecuencia me sorprende la insensatez del ser humano. Hasta hace pocos días ya existían 33.959 focos de calor, producto de los chaqueos y quema de pastizales en el territorio boliviano. Nuestro hábitat, nuestra casa se está quemando y qué poco estamos haciendo para evitar que perdamos el techo que nos cobija.
El 27 de julio la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) y la Policía detuvieron a un hombre acusado de provocar un incendio que afectó la Reserva Forestal de Guarayos. Durante ese operativo también se aprehendió a otras dos personas, que fueron sorprendidas quemado pastizales en la propiedad “El Pecho” en Guarayos (El Deber, 27/07/2024).
Actualmente, provocar incendios es penado con prisión según el artículo 206 en el Código Penal, que establece una pena de 3 a 8 años por provocar incendios que afecten una reserva forestal o área protegida. No obstante, tener sólo 3 personas detenidas versus los 33.959 incendios vigentes es una cifra extremadamente baja para dar respuesta a esa amenaza y ni hablar de cumplir con la norma.
La pasada gestión, 51 personas fueron detenidas por causar incendios y quemas ilegales (Efe, 16/10/2023). Al parecer la sanción legal es irrisoria comparada con el problema que genera la deforestación incontrolada, la pérdida de bosques, la pérdida del hábitat de miles de animales y plantas, sin dejar de mencionar la contaminación ambiental que afecta la salud de todos.
Entre las principales causas de los incendios provocados se mencionan: la expansión de la frontera agrícola y la ganadería por la acción humana irresponsable, el cambio climático, la falta de mantenimiento de áreas forestales y la acumulación de material vegetal seco.
Entre los años 2021 y 2022, la tasa de pérdida de bosques primarios creció en 32 % en Bolivia, de acuerdo con un monitoreo de la plataforma Global Forest Watch (GFW). Santa Cruz es la región donde se concentra la mayor deforestación atribuida principalmente a la agricultura intensiva, alentada por las ganancias que genera la producción de soya y sus derivados (Mongabay, 11/01/2024).
Según Lykke Andersen de la Red de Soluciones para Desarrollo Sostenible – Bolivia (SDSN por sus siglas en inglés, 2024) se tendría que evaluar si el beneficio que la sociedad boliviana recibe de la soya y ganadería de Santa Cruz toma en cuenta los costos de la enorme pérdida de biodiversidad y servicios ambientales de los bosques. Y añade: “No solamente tendrían que ser suficientes para pagar los costos directos del alquiler del Supertanker, las incontables horas de vuelos de helicópteros, las cabezas de ganado perdidas, etc., pero también los costos indirectos que surgirán después de los incendios cuando vayamos a experimentar inundaciones y sequías más fuertes debido a la falta de cobertura boscosa para regular el ciclo hídrico”.
Según el estudio de SDSN (2016-2018), los 7 municipios que más deforestan en el territorio boliviano. Todos ellos se encuentran en el departamento de Santa Cruz y son los siguientes en orden de importancia: San José de Chiquitos, Pailón, Santa Rosa de Sara, Cabezas, San Javier, Cuatro Cañadas y El Puente.
“Se debe detener la deforestación y los incendios forestales que están siendo promovidos por los intereses políticos y económicos en el país” reclama Villca Limaco, quien forma parte del pueblo indígena Uchupiamona que radica en el norte del departamento de La Paz, en pleno Parque Nacional Madidi. Según Villca están vigentes diez normas que impulsan la deforestación y el agronegocio, aún no fueron derogadas, pese a la presión de la sociedad civil (Mongabay, 11/01/2024).
En 2023, la soya y sus derivados representaron la tercera mayor exportación de Bolivia, generando ingresos de más de 2. 000 millones de dólares; para 2024 se ha planificado que la producción de soya llegará a niveles históricos. Según el Instituto Ambiental de Estocolmo (Suecia) y Global Canopy para brindar transparencia a la deforestación y el comercio de productos agrícolas (Trase), la tasa de deforestación y conversión de tierras impulsada por la producción de soya en Bolivia es siete veces mayor a la de Brasil (Mongabay, 11/01/2024). En consecuencia, los niveles requeridos de reforestación en nuestro país también son siete veces más altos, el deterioro medioambiental es y será devastador.
Por tanto, los gobiernos municipales a nivel local, las gobernaciones a nivel departamental y el gobierno nacional están llamados a dar respuestas más concretas y rápidas para frenar los incendios. “Como ha ocurrido con otros incendios en el mundo, es solo cuestión de tiempo antes de que los incendios salgan de control y causen pérdidas humanas, económicas y culturales enormes” (Andersen, SDSN, 2024).
Esas soluciones no sólo deberían pasar por mayor apoyo logístico y presupuestario a los guardias forestales y más operativos para frenar los incendios sino también por mayor concientización desde campañas educativas y comunicacionales dirigidas a la población de las comunidades, algunos de cuyos pobladores están “vendiendo por unas monedas” el futuro de nuestro ecosistema y amenazando de muerte su salud y la vida de sus familias. Nuestra casa se incendia y qué poco estamos haciendo para frenar que se nos caiga encima. ¿Cuánto tiempo tendremos?
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