17 de septiembre de 2024, carretera La Paz–Oruro, Vila Vila, a unos cuantos kilómetros de Caracollo, militantes “arcistas” del Movimiento al Socialismo toman posiciones en los cerros que circundan la señalada vía, aprovisionados de materiales explosivos y armas contundentes, esperando a Evo Morales y su facción que habían partido unas horas antes. Comienza el enfrentamiento, como señalaron varios medios de comunicación, con el uso de petardos, cachorros de dinamita y piedras lanzadas desde lo alto. Luego llega el contraataque y los primeros, al verse superados por los marchistas, se retiran.
9 de noviembre de 2019, una caravana de buses que venía de Sucre y Potosí para apoyar las movilizaciones contra Evo Morales en la ciudad de La Paz es emboscada en ese mismo punto estratégico. El Informe del GIEI-Bolivia señala al respecto:
"Finalmente, las 15 personas, 13 hombres y dos mujeres, quedaron en poder de los captores. Los varones fueron obligados a ponerse de rodillas con las manos en la nuca, forzándolos a desnudarse y tenderse sobre el asfalto caliente boca abajo, caminar largas distancias sin ropa, los amenazaron con quemarlos vivos echándoles gasolina sobre el cuerpo, para luego ser filmados mientras señalaban bajo presión el haber sido pagados por dirigentes cívicos para movilizarse. Las mujeres, tomadas como rehenes, fueron sometidas a humillaciones y vejaciones, siendo golpeadas, arrastradas de los cabellos y hostigadas para desnudarse. (…) La liberación de los 15 rehenes sólo fue posible con la llegada de la policía y del personal médico en ambulancias".
En ese mismo orden de acontecimientos, otra caravana de buses con civiles de Potosí, Chuquisaca y Tarija, encabezados por mineros cooperativistas, anoticiados del ataque en Vila Vila, se dirigen a La Paz. Pasando por Challapata el 10 de noviembre son atacados con armas de fuego en el sector de Playa Verde.
23 de septiembre de 2024, Plaza Murillo por la mañana, ciudadanos y ciudadanas comienzan a alistarse para una revuelta, portan escudos artesanales, objetos contundentes, petardos y cachorros de dinamita. Esperan que la marcha evista se aproxime al centro paceño, ante la mirada complaciente de la Policía Boliviana que también está en el sector. Incluso se observa cómo oficiales policiales conversan cordialmente con los movilizados que se denominan “autoconvocados” y quienes se atreven a señalar que están ahí para la defensa de la democracia, “palo en mano”.
Nuevamente, recordando el Informe del GIEI Bolivia, el mismo se refería a estos grupos de la siguiente manera:
"Por otro lado, también se advierte complicidad entre los miembros de la fuerza policial con los grupos de choque de las 'resistencias' civiles, que en algunos incidentes operaron como fuerzas parapoliciales.(…) Es fundamental que el Estado no estimule estas conductas y actúe para prevenir la organización de grupos que se autoproclaman como fuerzas de seguridad. La constitución de grupos paraestatales de seguridad en contextos de crisis es no sólo ilegal, sino altamente riesgosa".
Son imágenes presentes y pasadas dolorosas para los derechos humanos, que destruyen la verdadera democracia, aquella que respeta la diferencia de pensamiento, que nos obliga al debate y al consenso, aquella que es respetuosa de la posición política e ideológica.
Un demócrata real y de convicción, que ha adoptado esta forma de vida en todos los aspectos de su existencia, no declara que defenderá ésta con un casco en la cabeza, un palo en su mano, piedras y cachorros de dinamita en su bolsillo para dañar a otro ciudadano o ciudadana.
¿Qué tienen en la mente nuestros gobernantes, la clase política y hasta sindical para seguir usando la estrategia de sacar al pueblo para que se enfrente contra el pueblo? Tienen realmente mucha maldad y vileza, angurria de poder, aires faraónicos y, por supuesto, son dictadores. No hay otras razones, porque demócratas, definitivamente no lo son.
¿Todas y todos van a seguir pisoteando la Constitución Política del Estado? Sí, la pisan, la escupen, la lastiman gravemente, porque ésta nos dice que somos un Estado pacifista y que propugnamos una cultura de paz; que tenemos los mecanismos de Derecho para mantener el orden y el gobierno; pero no, a ellos y ellas sólo les importan sus intereses y ambiciones, no el bienestar común, porque si pensaran en ello, jamás, pero jamás enfrentarían a hermano/a contra hermano/a, a vecino contra vecino, a indígenas contra indígenas, a cambas contra collas, etc.
Todos los organismos internacionales de derechos humanos, así como las entidades nacionales, desde hace años recomiendan una “recomposición del tejido social” boliviano, el mismo que a pesar de un ordenamiento constitucional que va en ese sentido, respetando lo pluridiverso de nuestra sociedad, cada vez es más dificultoso lograrlo.
Cuántas entidades de derechos humanos, ONG, fundaciones y cooperación internacional han gastado recursos y tiempo en seminarios, cursos, talleres, escuelas de formación para construir entendimientos, diálogo, paz y unión, pero quienes sólo quieren el desastre destruyen en minutos este loable trabajo de años. ¿Aprenderemos en algún momento? O, más bien, seguiremos siendo conducidos hacia una sociedad fallida y sin paz. Necesitamos un cambio real y reconducir el camino constitucional, de democracia y Estado de Derecho. No perdamos la esperanza.
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