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A seis meses de las próximas elecciones generales en Bolivia, seguimos sumidos en un caos e incertidumbre muy profundos sobre las siglas, alianzas, propuestas y principalmente sobre quienes candidateen, y el futuro de nuestro bello país.

Se han sumado varios actores a la contienda como Rodrigo Paz y Eva Copa. Muchos critican que exista una cantidad alta de frentes; sin embargo, para la ciencia política y también para la doctrina de los derechos humanos, el pluralismo político es un principio que sostiene la democracia, y es lo más aconsejable cuando existen varias tendencias ideológicas, pues ninguna debería tener un control absoluto o hegemónico.

Siempre lo mejor será que diversas voces sean escuchadas y representadas en el proceso de toma de decisiones, en una sana competencia, al final quien debería decidir al mejor es el pueblo, para que asuma la conducción del Estado.

Aunque suena obviamente utópico, es el ideal al que deberíamos apuntar, pero la realidad nos desborda y nos muestra que las propuestas se convierten en eslóganes de mercadotecnia y las y los candidatos en actrices y actores que quieren ganar el Oscar o el Grammy, y creo que nadie podrá negar esto al ver las entrevistas y apariciones públicas de todos los “mesiánicos salvadores de la Patria”.

Pero estoy convencido de que no importará quién gane estas elecciones y por eso le puse a esta columna de opinión el título "Pocas esperanzas", me explico:

La “juntucha neoliberal” está colada con chicle y me parece que lo más probable es que alguno de sus egocéntricos actores buscará de alguna forma poner zancadilla a los demás para lanzarles la responsabilidad de su fractura total e irse a competir en agosto por su lado, sin importarle los acuerdos alcanzados y seguramente haciendo la vista a un lado, si la famosa encuesta de abril financiada por Claure no responde a sus intereses.

Bajo la hipótesis contraria, que se conforme un bloque de oposición, que como van las consultas y encuestas quizá no llegue al 30% de preferencia electoral, tendría que vérselas en un eventual balotaje con el masismo duro (evistas) y desteñido (arcistas), bajo la candidatura de Andrónico Rodríguez que está casi cantada, salvo algún desvarío muy fuerte del jefazo, que siempre es posible.

Pongámonos en el escenario de una victoria de cualquiera de los opositores (Tuto, Doria Medina, Reyes Villa, etc.). ¿Usted realmente cree, conociendo a las y los candidatos de la juntucha neoliberal que van a poder gobernar? ¿Van a tomar las decisiones tan fuertes y profundas que el país necesita para salir del abismo en el que estamos cada día cayendo más y más? ¿Usted cree que el masismo fortuito perdedor, pero con un 30% o más de presencia electoral y parlamentaria, va a permitir gobernar a sus enemigos históricos? ¿Cree realmente que si éstos continúan con su discurso del siglo pasado lo van a lograr, volver a la República excluyente, discriminadora y racista tendrá algún apoyo popular? Lo único que provocarán es que se repita el ciclo de crisis del 2000 al 2005 con casi los mismos actores y seguramente el mismo resultado.

Y ahí viene el análisis del otro lado: es claro que Evo Morales a pesar de sus pataleos públicos y sus mensajes diarios de que es el único jefazo, además de su actuada resistencia a Rodríguez, que obviamente parece que hace con plena convicción por sus problemas conductuales y mentales, en lo más profundo sabe que no va a poder ser candidato en esta oportunidad, encontrando que la única válvula de escape es Andrónico (aunque su preferencia quizá sea Loza) y a regañadientes lo utilizará como fusible, pero jamás cometerá el error que cometió con Arce y que le está costando su casi reclusión en el “México Chico”.

Pero imaginemos una victoria masista, don Andrónico Rodríguez como primer mandatario, ¿Cree usted que asumirá las grandes decisiones y un cambio de timón en la conducción económica del Estado o seguirá al estilo arcista bicicleteando la rota economía boliviana? ¿Bajará el gasto público afectando los intereses de sus seguidores que están en todas la entidades y empresas públicas? ¿Privatizará o cerrará las empresas deficitarias? ¿Ampliará el universo de contribuyentes y hará una reforma tributaria para que cooperativistas mineros, comerciantes informales, cocaleros, paguen impuestos? ¿Nacionalizará la minería cooperativista aurífera para recibir las pingües ganancias que hoy se van quién sabe dónde? ¿Reformará la justicia para que por fin sea independiente o la mantendrá domesticada y sumisa como siempre hizo el masismo? ¿Detendrá la destrucción de la madre tierra por mercurio, desmontes, quemas, etc. afectando a sus grupos de apoyo como mineros, interculturales y contrabandistas?, ¿Institucionalizará el Estado? ¿Impulsará el pluralismo político o seguirá el debilitamiento de sus oponentes? Improbable ¿verdad? Por lo tanto, la economía en crisis será la gran golpista y lo que la gente está esperando paciente y tolerante es ya no seguir retrocediendo económicamente.

Lógicamente el gran ganador será Evo Morales, pues se librará de sus procesos que son los que actualmente lo tienen desterrado, comenzaría, con toda seguridad, su trabajo para lograr su gran retorno como el verdadero salvador, incluso podría minar la misma gestión para provocar elecciones anticipadas. Sabemos que del señor podemos esperar cualquier cosa por retomar el poder. Incluso pasaría más o menos lo mismo si es la oposición la que asume el poder, con la única variante de sus procesos, que quizá continuarían.

Finalmente comprenderá estimada o estimado lector el motivo de la poca esperanza que guardo por las elecciones y el siguiente gobierno, sea cual fuera la tendencia política que tenga. La pena es que la gran mayoría de bolivianos y bolivianas seguiremos siendo víctimas del sistema político y sus actores.

 Al parecer no existe Chapulín Colorado que nos vaya a salvar. Algunos estarán pensando en Claure, pero el señor tendría que cumplir primero sus cinco años de residencia en Bolivia como manda la Constitución (art. 167), pero además parece que tiene una tendencia republicana muy fuerte y tampoco desearíamos un remedo de Trump en Bolivia, pues tampoco funcionaría.

Conviene realmente ir pensando muy bien en lo que pasará en un futuro muy cercano con Bolivia y los grandes desafíos que tenemos como sociedad y Estado. Al parecer, vienen días muy grises y una larga espera hasta un nuevo amanecer.

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