0

En el mundo existen diferentes tipos de fiebre hemorrágica. Bolivia tiene una desde 1958 en que se dio el primer caso en la comunidad de Yutiole, ubicada en el municipio beniano de San Joaquín cuando enfermó Elías Vaca A. y fue tratado por la enfermera Corina Ojopi de Roca como un paratifus. Ese es el virus Machupo cuyo portador es el ratón Calomys Callosus. Pero de la misma familia llamada arenavirus hay otro en el vecino país de Argentina llamado Calomys Musculinus y el virus es conocido como Junín. Esos son solo dos virus de los 19 que hay en el mundo que pertenecen a la familia de los arenavirus. Y, en este momento, lo único que se sabe de las personas recién infectadas en el país es que el virus es un arenavirus, pero no cuál de ellos; aunque lo más probable es que sea Machupo o Junín.

No deja de llamar la atención el hecho de que después de 61 años de sucedido el primer brote en Beni, hasta ahora no exista una vacuna, sobre todo para el virus Machupo porque con respecto al Junín hubo más avances; aunque sí se sabe que la sangre de gente infectada y sobreviviente fue utilizada como base para el tratamiento de personas enfermas. Con el detalle de que la sangre de alguien que sobrevivió después de haber sido infectado con Machupo no sirve para Junín ni la de Junín sirve para Machupo.

A pesar de ello, gracias al tiempo transcurrido y los casos atendidos, sí se sabe cuán importante es el manejo responsable, oportuno y detallado de la información en este tipo de casos, desde la historia clínica del paciente que debe ser llenada cuidadosamente, registrando datos como la fecha de los primeros síntomas (parecidos a los de una gripe) hasta el diagnóstico temprano y los cuidados intensivos necesarios, los que pueden ayudar a que la persona sobreviva.

No es la única información importante. El personal de salud tiene que moverse rápido para dar con toda la gente que estuvo en contacto con la persona infectada, a fin de tenerla bajo vigilancia en una especie de cuarentena para evitar que se siga relacionando con otras personas. Esta información, incluso zonificada, debe ser compartida en línea.

Una vez identificadas las zonas endémicas, la población que allá habita debe ser informada, a fin de que tome las previsiones del caso en sus hogares, una de ellas conseguir gatos, pero no grandes porque experiencias pasadas han demostrado que no se acostumbran y escapan. Y colocar los alimentos en altura y tapados, además de evitar el contacto entre personas porque la incubación del virus tarde entre siete y 14 días.

No hay que olvidar que los ratones portadores de este tipo de virus (Calomys Callosus en el caso de la fiebre hemorrágica boliviana y Calomys Musculinus o ratón maicero en el caso de la fiebre argentina) invaden las casas cuando escapan del agua, del fuego o la sequía. Lo hacen en busca de alimento y/o agua. Una vez en las viviendas, si allí la comida no está en altura y protegida, orinan o defecan en ella y se produce el contagio. Otra lección: cuidar el habitat de cada quien, no invadirlo y tener más higiene en los lugares donde uno vive.

Lamentablemente, lo ocurrido en 1971 en Cochabamba cuando hubo una cuarentena intrahospitalaria en el Hospital Seton a raíz de la llegada de una enfermera infectada, está volviendo a ocurrir. Entonces, uno de los que murió fue el patólogo Donato Aguilar por haberse contagiado durante la autopsia de un cuerpo infectado. Se dice que fue porque estando recién afeitado, le saltó sangre al rostro. Lo mismo acaba de suceder, en otras circunstancias, con personal médico, lo que lleva a pensar en la importancia de que todas y todos los médicos y enfermeras cuenten con la información y materiales adecuados para tomar previsiones. Entonces, hay que reforzar los cuidados y controles en cuanto a barbijos y guantes.

Toda esta información, desde el diagnóstico hasta la investigación del lugar donde habita o habitó el posible contagiado, debe ser generada muy rápido y compartida en línea con quienes deben tomar decisiones, de lo contrario, la situación podría empeorar.

Por eso, mal haríamos de politizar este tema en Bolivia como ya sucedió en anteriores ocasiones desde la primera vez que se detectó el mal en 1958. No es una problemática en la que las y los políticos debieran incluir sus cálculos porque el costo podría ser muy alto. Más bien, tienen que moverse rápido para tomar todas las previsiones, sobre todo para el rápido diagnóstico y los cuidados inmediatos y necesarios de los pacientes.

Estos son momentos en que la información responsable, detallada y no politizada puede salvar vidas.

¡Innovar es fácil!

Noticia Anterior

La Candid #1 que no tiene Bolivia

Siguiente Noticia

Comentarios

Deja un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *