La llegada de una o un niño a la familia cambia su estructura y organización. Se ha creído muchas veces que la integración de este ser en el centro de la familia, lo convierte en una o un niño mimado o en un “niño rey”. Sin embargo, al llegar al seno familiar, tan solo busca pertenecer. Sus padres vienen a ser el lazo con el mundo exterior para hacerlo partícipe de la humanidad. Este niño, futuro adulto, al estar en contacto con el mundo real, ese que se puede palpar, que es en 3D y que gracias a las experiencias que se le ofrezcan, podrá conocerlo.
Si bien nuestro mundo cambia cuando esta niña o niño llega porque asumimos un nuevo rol que no teníamos antes, para el nuevo ser este hecho representa ingresar a un mundo completamente desconocido y nuevo. Hay un cambio efectivamente para este niño porque pasa de un mundo seguro como era el vientre de su madre al exterior en el que le queda todo por aprender. Nos vemos en el papel de ofrecerle un ambiente adaptado que le permita desarrollarse y encaminarse hacia la autonomía. Esa independencia que le lleva de la mano a realizar actividades por sí mismo; así como la Dra. Montessori nos recuerda que la o el niño nos estaría transmitiendo el mensaje: “Ayúdame a hacerlo solo”. Puede que dejarle este rol de actor nos presente situaciones en que vemos que hace diferentes tareas lentamente, que le toma tiempo y por ende a nosotros también, y lastimosamente el tiempo es lo que nos falta. Sin embargo, la interpretación de esta llamada pérdida de tiempo a la larga llegaría a ser más bien una inversión. La o el niño podría hacer muchas cosas por sí solo y ocuparse de muchas tareas a una corta edad si se le enseña pacientemente lo que debe hacer paso a paso, desintegrando una actividad en varios movimientos.
Por otro lado, realizar algo por sí mismo se va a traducir en el fortalecimiento de su autoestima, ni más ni menos, simplemente consolidando su amor propio. ¿Y esto por qué? Porque a través de ir perfeccionando movimientos; gracias a la ejercitación podrá valerse por sí mismo como poder servirse un vaso de agua, abotonarse el abrigo o limpiar algo que haya derramado y eso llega a ser una verdadera satisfacción. Por tanto, al comprender que toda ayuda innecesaria e inoportuna afecta a su desarrollo, vamos a optar por dejarle el espacio y el tiempo que necesita.
Como el niño irradia una iniciativa y voluntad hacia el mundo que se le abre a todos sus sentidos, nos queda ser más observadores que nunca para así poder ofrecerle oportunidades para su desarrollo, como por ejemplo muebles a su talla y poner objetos necesarios a su disposición.
Asimismo, como este niño o niña tiene una sensibilidad extrema y una gran capacidad de observación, es importante vigilar nuestras actitudes, palabras y gestos. Estamos llamados a cuidarnos más que nunca porque ese niño será el reflejo del espejo que somos. Hay un camino que transitar en el que es conveniente despejar prejuicios e ideas erróneas que se encuentran a veces arraigados en lo más profundo de nosotros y también se respiran en la atmósfera. Entonces, poco a poco iríamos reflexionando sobre el por qué se hacían las cosas así o por qué no. Este trabajo interno daría sus frutos y nos sentiríamos tranquilos de ser aptos para educar a un niño. Es así que nuestras actitudes y la madurez en nuestro comportamiento pervivirán en su memoria y lo que viva en su primera infancia le acompañará por el resto de su vida. Por ello, aparte de preocuparnos por su vida física, también cuenta su vida psíquica.
La fuerza misteriosa de su vida interior que le mueve muchas veces se contrapone a la visión que tiene el adulto y suele emerger un conflicto. Nos vemos sumergidos entonces en una relación tirante de niño-adulto. Sin embargo, la o el niño ama al adulto y siente un deseo de obedecerle porque confía y sabe que es el adulto que le permitirá ingresar al mundo a través de infinitas experiencias. Ahora bien, como tiene esa confianza, es algo que debemos proteger y cuidar como un tesoro.
Como se menciona en el libro cuyo título original es ‘Il Bambino in famiglia (1936)’, “si la civilización consiste en la ayuda progresiva facilitando la adaptación del hombre a su entorno, la educación del niño resulta ser el problema más importante de la humanidad”. A nuestra escala, nos queda crearnos o reinventarnos como padres. Se nos ha presentado un camino que es nuevo, confuso, misterioso y por el que pasamos seguramente en un abrir y cerrar de ojos. Llegará ese día en que el tiempo se nos haya ido de las manos y ya no habrá nadie que llore para que nos quedemos a su lado.
LAS PRÓXIMAS COLUMNAS DE ESTA SERIE
En honor al Día del Niño, nace una serie de artículos sobre Montessori que serán publicados durante tres meses los días viernes, cada dos semanas, y abordarán los siguientes temas:
- Valores para el desarrollo de la humanidad
- Rutinas constructoras
- Tareas en el hogar
- Desarrollo del vocabulario y la lectura
- Movimiento, la atención y concentración
- Representación del trabajo
Esta propuesta radica, en una primera instancia, en el objetivo principal del trabajo científico de la Dra. María Montessori que es la construcción de una sociedad pacífica. En una segunda instancia, esta filosofía es la que nos acompaña toda la vida porque responde a las tendencias humanas: imitación, orientación, adaptación, orden, trabajo, actividad, curiosidad, exploración, abstracción, perfeccionamiento, exactitud, comunicación, movimiento, creatividad, gregarismo, espiritualidad e independencia, que van a estar presentes hasta el último día de nuestras vidas. Sin duda alguna, esta armonía tan anhelada puede ser factible por medio de la atenuación de la competitividad, el cambio de óptica respecto al error, el desarrollo de la paciencia, entre otros. Llegar a esta filosofía permite ver al niño con otros ojos, sabiendo que “cada niño es único y necesita una libertad para crecer y explorar el mundo por sí mismos, porque sólo de esta forma estaremos educando a los futuros hombres (y mujeres)”.
La Dirección de Guardiana le da la bienvenida a Micaela Montaño Carrión a la sección Opiniones de Guardiana. Ella viene de la carrera de Administración, siempre se sintió atraída por la “educación”, incursionando a sus 20 años en el mundo de la enseñanza del inglés a niños. Después trabajó en el área de la educación a distancia en la UMSS. Actualmente, es profesora de español de negocios después de graduarse de Idiomas y Ciencias de la Educación. Ella cuenta que aprendió mucho de sus estudiantes y de su experiencia como madre, lo que le motivó a formarse como asistente Montessori para Casa de Niños desde hace cuatro años y como facilitadora en Disciplina Positiva unos años después. "Siento -dice ella- un profundo agradecimiento por lo aprendido y mucho interés en contribuir con mi granito de arena compartiendo con ustedes lo que transmiten estas filosofías de vida y poder reflexionar juntos".
Comentarios