Cuenta la leyenda que un cirujano andino que habitaba en las pampas de Oruro y realizaba trepanaciones en guerreros heridos en combate realizaba sus actividades quirúrgicas bajo el efecto de sustancias alucinógenas contenidas en plantas maestras que los kallawayas le proveían. Así narra la historia de este personaje el investigador y médico orureño Carlos Cáceres en su libro "Kunturi el p’iqi qulliri". Existe evidencia antropológica que muestra nuestra relación cultural precolombina con el uso de plantas maestras, así también lo afirma un reportaje sobre el hallazgo de un morral de hace mil años que contenía las drogas que consumían los indígenas americanos.
El pasado 6 de abril, en ambientes del Colegio de Abogados de la ciudad de La Paz, a través de un foro de interés ciudadano se presentó, por parte de la presidencia de la Comisión de Naciones y Pueblos indígenas e Interculturalidad de la Cámara de Senadores, el proyecto de ley de "Protección a las plantas maestras wachuma planta nativa de Los Andes y Ayahuasca" (Ayawaska).
El cactus San Pedro o Wachuma y la Ayahuasca se han usado como plantas maestras desde hace siglos en nuestras culturas andinas y amazónicas con fines rituales y/o terapéuticos. Algunos alcaloides que tienen estas plantas maestras, como sustancias psicoactivas, están fiscalizados por la Convención de Viena de 1961. La nueva ley de drogas de Bolivia abre la oportunidad de poder usar a las sustancias controladas con fines de investigación científica y con fines medicinales. Este anteproyecto de protección a las plantas maestras reconoce, además de los usos medicinales, su importancia para los pueblos y naciones indígenas originario campesinas como un factor cultural.
El cactus San Pedro o Wachuma, cuyo nombre científico es Echinopsis Pachanoi, es muy usado en la medicina tradicional en pomadas y brebajes y crece en alturas entre los 1.000 a 3.000 m.s.n.m. La Ayahuasca es un brebaje compuesto por la enredadera de Ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y las hojas de un arbusto llamado Chacruna (Psychotria viridis) y su decocción activa el principio activo por el cual se ha convertido en una medicina mundialmente famosa. Estas plantas son endémicas de la Amazonía y se han venido usando ancestralmente en los pueblos aymaras, amazónicos y otras tantas culturas precolombinas.
Se denomina a estas plantas maestras sagradas y Enteogenos, entre otras denominaciones. Esta última denominación es particularmente llamativa pues significa que “tiene a Dios adentro”. Allí radica la divinidad de estas plantas que desde la antigüedad se han vinculado a actividades sacramentales, religiosas y terapéuticas.
El cactu Wachuma tiene como principio activo a la Mescalina, cuyo nombre químico es Trimetoxifeniletilamina, siendo un potente alucinógeno de origen natural. Esta sustancia no solo está presente en los cactus andinos, sino también en los Botones de Peyote, originarios del mundo Amerindio. Por su parte, la Ayahuasca contiene la famosa “molécula de Dios” o DMT, químicamente conocido como Dimetiltriptamina, otro poderoso alucinógeno también natural. Esta última molécula se encuentra en la mayoría de las plantas e incluso nuestro cerebro segrega en algunos momentos de nuestra vida esta sustancia. A pesar de su origen natural, uso ancestral y baja toxicidad, estas dos sustancias se encuentran descritas en la lista I de la Convención de Viena de 1961 y, por lo tanto, son fiscalizadas como drogas duras.
Desde 2017, a través de la Ley de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Sustancias Controladas No. 913 del 16 de marzo de 2017 se abre en Bolivia la oportunidad de poder usar las sustancias controladas con fines de investigación científica y medicinales. Esta ley prevé la posibilidad de autorizar la importación, exportación, comercialización o producción de sustancias controladas para uso humano. También prevé la investigación científica y la fabricación de medicamentos que contengan sustancias controladas, así lo prescriben los artículos 17,18, 19 y 20 de esta norma.
Con estos antecedentes y con base en una inquietud colectiva de revalorizar y tomar en cuenta las terapias alternativas, así como los saberes tradicionales y/o ancestrales, es que este anteproyecto de ley para la protección a las plantas maestras se da en un momento oportuno y ayuda a vislumbrar el fracaso del prohibicionismo. La prohibición solo ha retardado la investigación científica, ha permitido la biopiratería de saberes y plantas ancestrales, así como estigmatizar a las plantas maestras. Este anteproyecto se estructura con el objeto de conservar, proteger y aprovechar de manera sustentable estas plantas antes señaladas. Este anteproyecto declara prioridad nacional y conmina a los ministerios de Medio Ambiente y Agua, de Salud y Deportes y viceministerio Tradicional e interculturalidad a garantizar la conservación y protección de estas plantas.
Si bien estos avances impactan en la reforma de las políticas de drogas, se debe tener especial cuidado respecto a la protección efectiva de estos recursos naturales, ya que en el mundo se ha vendido dando un fenómeno de apropiación cultural y de extractivismo psicodélico, impactando negativamente en las culturas que usan esas sustancias de forma tradicional, así como en la sustentabilidad de este patrimonio biológico.
Es importante difundir la información médica, antropológica y legal en torno a estas plantas, para concientizar sobre sus usos, el respeto que merecen y el cuidado de la salud mental asociados al consumo profano de estas plantas.
A partir de esta iniciativa, se puede buscar ampliar el campo de protección y uso regulado de otras sustancias con características similares, como los hongos psicoactivos y otras plantas enteógenas. Por ejemplo, el estado de Oregón legalizó el uso de hongos con fines terapéuticos por su demostrada evidencia positiva en el tratamiento de adicciones y situaciones de estrés posttraumáticos.
El camino hacia el ocaso del prohibicionismo se está surcando, y con base en nuestra historia cultural y farmacopea andina amazónica estamos demostrando que el problema no son las drogas, el problema es la relación del ser humano con la sustancia.
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