0

Unos niños que no han llegado a los 12 años juegan en línea. Ella está en Cochabamba, conectada por medio de una Tablet. Él está en Argentina, con su hermana al lado, utilizando la computadora de escritorio de su casa. Más allá está otra jugadora, se encuentra en Paraná, Brasil, y tiene una portátil y un juego de audífonos y micrófono. A ratos se colaboran, a ratos compiten, pueden hablarse y escribirse, cada uno aporta al equipo los secretos que ha aprendido, todos se divierten y enriquecen.

Esta imagen nos da una idea de la fuerza de las redes que se construyen por medio de internet. La idea de la red nos indica que muchos puntos están interconectados, pero que no existe un centro. También nos da a entender que no existe una ruta establecida, se puede transitar de un punto a otro según las necesidades y los intereses. La red, sin embargo, es fuerte justamente por la relación de todos los puntos y las líneas de transitabilidad entre ellos.

Participar en una red es sumamente interesante, puesto que se generan canales de intercambio de conocimientos, como en el ejemplo de los niños jugando, sin penalizaciones, sin trabas y sobre una diversidad de temas. De aquí que nos podemos encontrar con redes de booktubers que comparten libros, reflexiones y críticas; comunidades científicas; estudiosos y amantes del rock; teletrabajadores; grupos de viajeros y un largo etc., pasando incluso por ese famoso grupo denominado “¿Alguien sabe?”.

En las redes también encontramos comunidades que se encargan de desarrollar soluciones para una diversidad de problemáticas, que crean utensilios reales y virtuales para pasar al siguiente nivel de un juego o para resolver ecuaciones trigonométricas o progresiones aritméticas. Gente que desarrolla aplicaciones relacionadas con la seguridad ciudadana, con el control de alguna enfermedad, o con las líneas de trufis que pasan por la zona de mi chica.

Todos estos no solo son espacios de servicios, sino también de aprendizaje, espacios súper alejados de horarios, cursos o materias absolutamente cerradas que no te dejan la libertad de aprender ni de respirar. Espacios de aprendizaje lejanos a la caduca idea de la escuela actual.

Ante la inminente llegada del nuevo año escolar, podríamos preguntarnos si alguna vez el actual Ministro de Educación y su equipo se preguntaron si podían poner la sinergia de las redes a favor de la educación escolar en Bolivia.

Me permito pensar en voz alta algunos de los beneficios que nos podrían traer las redes si fuéramos capaces de salir de los esquemas de la educación presencial y dejar de trasladarlos a la educación virtual.

Si rompiéramos con los esquemas de la escolaridad podríamos aprovechar la gran cantidad de información y de recursos que nos ofrecen las redes. Podríamos, por ejemplo, realizar convenios para el uso de laboratorios de física, química o biología, en línea. Podríamos también utilizar bibliotecas de distintos lugares del mundo y tener acceso a todo tipo de textos.

Se podría también adquirir cursos ya diseñados en plataformas, como Khan Academy, por ejemplo, para la enseñanza de las matemáticas y muchos otros cursos de todo tipo, desde cocina hasta historia.

Utilizar la sinergia de la red nos permitiría enseñar a nuestras niñas y niños a desarrollar aplicaciones de distintos tipos para responder a las necesidades de sus contextos. No sería siquiera necesario capacitar a nuestros maestros, sino que se aprovecharía de las capacidades de institutos que ya han desarrollado su propio know how.

Si usáramos bien las redes podríamos visitar museos y conocer las más importantes obras de arte, podríamos también visitar lugares arqueológicos o ciudades históricas con visitas guiadas y en 3D.

Si nuestras autoridades educativas pudieran salir del esquema de la escuela, se podría aprender idiomas en los lugares donde se hablan y con nativos de esas lenguas.

Si, por un momento, se nos pasara por la cabeza que podemos salir de horarios, espacios y currículo preestablecidos, podríamos ofertar una serie de conocimientos y una diversidad de horarios para que las y los niños escojan lo que desean y necesitan aprender, que se hagan responsables de sus aprendizajes y que su proceso sea divertido, agradable y satisfactorio.

¿Nos atrevemos a pensar la educación fuera de la escuela?

Manual práctico para tener éxito en Bolivia

Noticia Anterior

¿La justicia puede aguantar?

Siguiente Noticia

Comentarios

Deja un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *