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Por Noelia Martínez* //

Desde el mes de julio de este año, los bosques en Bolivia están ardiendo. Cuando se tenía una superficie quemada de aproximadamente 6,9 millones de hectáreas, el Gobierno boliviano decidió declarar “situación de desastre nacional” y de esta manera “activar” los mecanismos de ayuda internacional, hacer modificaciones presupuestarias para sofocar los incendios que están asfixiando al país, tanto metafórica como literalmente, además, generando una emergencia sanitaria, por la pésima calidad del aire.

Es importante conocer algunos antecedentes. El 8 de septiembre, el gobierno declaró “situación de emergencia nacional”, bajo decreto supremo N°5219, y el 30 de septiembre declaró desastre nacional (D.S. 5235), luego de más de tres meses de incendios.

La población boliviana ha estado exigiendo, mediante movilizaciones, plantones, redes sociales y pronunciamientos, la declaratoria de desastre desde hace más de un mes, viendo la ineficiencia en la atención y suponiendo que con esto se activan los recursos nacionales e internacionales para la atención de este evento adverso que ha sido denominado una catástrofe por la sociedad civil.

Pero aquí es importante plantearse ciertas interrogantes y reflexiones: ¿Cuáles son los intereses detrás de los incendios? ¿Cuál es el modelo económico al cual favorece esta situación? ¿A qué se debe la ineficiente respuesta de los diferentes niveles de gobierno frente a los incendios?

Los intereses que están detrás de los incendios son los del agronegocio, que quiere seguir habilitando más extensiones de tierra (llevándose los bosques por delante) para el cultivo de productos como soya, que no son siquiera para el consumo nacional sino para exportación, además, que siguen enriqueciendo a las mismas familias, se basan y promueven un modelo económico extractivista con los recursos naturales.

Pero no es sólo el agronegocio, también es necesario hablar de las colonias menonitas que, de acuerdo con un estudio de la Fundación Tierra, han deforestado más de medio millón de hectáreas de área boscosa en Bolivia, en especial en Santa Cruz, para expansión de la frontera agrícola[1].

Por otro lado, muchos de los incendios están ocurriendo en áreas protegidas, convirtiéndose en una manera de habilitación de tierras para que se puedan asentar poblaciones o como mecanismo de ampliación de la frontera agrícola. En anteriores gestiones, se ha visto cómo avasalladores han ingresado en las áreas protegidas a establecer comunidades, cuando expresamente la ley no lo permite, pero como la zona ya está quemada es mucho más fácil ingresar y asentarse.

Además de esto, los incendios están haciendo que los pueblos indígenas, que son por excelencia los defensores de los territorios, migren. Este año, un ejemplo claro está en la Chiquitanía donde son las poblaciones indígenas quienes no sólo están perdiendo sus casas, pequeñas plantaciones, además los medios de vida que tienen que ver con los productos que el bosque les ofrece y que ellos aprovechan sin deforestar y como una forma de conservación a partir de la economía del bosque.

Hoy ya no cuentan con estos productos y no sabemos si volverán a tenerlos ya que desconocemos cómo se recuperará el bosque en el futuro. Esta migración se evidenciará en los centros urbanos que están recibiendo estas poblaciones generando los anillos de pobreza donde viven en condiciones poco dignas.

Entonces, nuevamente volvemos a la interrogante principal ¿Por qué tardó tanto el gobierno en responder a los incendios?

Una de las razones es que existe una ineficiencia estatal para la respuesta a emergencias y desastres, desde desconocimiento de los mecanismos normativos y menos operativos, como también falta de presupuesto y personal cualificado para ello. En este sentido, también existe una ausencia de prevención frente a eventos de este tipo.

Pero la razón sustancial es que hay intereses económicos más importantes que los bosques, las áreas protegidas, los pueblos indígenas, el medio ambiente y la vida misma, no sé si queda como una afirmación o interrogante, pero considero que toda esta situación nos está mostrando que el modelo económico vigente en el mundo, y que Bolivia también sigue, sólo está en desmedro del medio ambiente, pueblos indígenas, exacerbando la crisis climática que vivimos.

Aquí me pregunto, después de los incendios de este año, ¿qué podemos esperar? ¿Qué futuro avizoramos? ¿Qué alternativas tenemos? ¿Cómo se recuperarán nuestros bosques? ¡¡Este futuro incierto debería obligarnos como sociedad civil a actuar, exigir y proponer!!


[1] En 22 años, menonitas deforestaron casi 500 mil hectáreas de área boscosa | Los Tiempos

*Noelia Martínez es técnica de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC).

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