Por Guardiana (Bolivia)
Lunes 17 de junio de 2024.- La Compañía de Jesús en Bolivia pidió a la Fiscalía la reapertura del caso de crímenes sexuales que involucra al fallecido sacerdote jesuita Luis María Roma Pedrosa, quien reconoció haber cometido abusos a niñas guaraníes cuando era misionero en el municipio de Charagua, entre 1994 y 2005, en el departamento de Santa Cruz.
En un comunicado, la orden religiosa reconoció que las actuaciones de quienes en su momento atendieron “denuncias de abusos sexuales a niñas, niños y adolescentes y actuar en favor de las víctimas fueron negligentes, indolentes y nefastas, sin colocar en el centro de su interés a las víctimas”.
Agregó que esas personas “deberán hacerse responsables de sus acciones en el manejo de tales situaciones, según establezca la justicia boliviana en el marco del debido proceso”.
También forma que ha instruido que una comisión, liderada por la actual Delegada de Ambientes Sanos y Seguros, inicie de inmediato la labor de contactar a las víctimas del caso Roma, y otros más denunciados, para establecer con ellas la mejor forma de atención a su situación particular.
Atrocidades de Luis Roma
Cuando el cura tenía 59 años asumió las funciones de párroco y director de un colegio que los jesuitas habían abierto en esa región del país. Tiempo después fue nombrado superior de la orden jesuita en Charagua. Era común verlo con su cámara fotográfica de carrete y luego con una digital.
El diario español El País reveló que Luis Roma, quien falleció cuando tenía 84 años, fotografió a niñas guaraníes, las grabó en video y escribió sus experiencias en un diario al que se le bautizó con el nombre de “Los manuscritos de Charagua”.
El año 2019, la compañía de Jesús investigó internamente el caso, confirmó los crímenes, incluso el sacerdote confesó haberlos cometido, pero él mismo los calificó de “actos libidinosos”. Esa pesquisa quedó encerrada entre cuatro paredes hasta que los resultados salieron a la luz este 2024.
"Poco después –describe El País– de que losinvestigadores eclesiásticos bolivianos entrasen en la habitación del jesuita español Luis María Roma Pedrosa, las fotografías de decenas de niñas semidesnudas aparecieron por todos los rincones: entre las páginas de los libros, en su agenda personal, del interior de las carátulas de los discos, de los cajones del escritorio, del disco duro de su ordenador".
SE FUE ANTES DE RENDIR CUENTAS
Pero pocas semanas antes de que se redactaran las conclusiones, Roma murió en Cochabamba a causa de las enfermedades que arrastraba durante años. Era el 6 de agosto de 2019 y tenía 84 años.
En marzo de 2023, El País destapó los casos de pederastia de otro jesuita español, Alfonso Pedrajas, en el que admitió que había agredido sexualmente al menos a 85 niños entre 1978 y el 2000, causó un terremoto mediático en nuestro país el año pasado y esto, según ese diario español, habría provocado que salieran más casos a la luz, como el de Lucho Roma.
En este caso de Pedrajas, dos sacerdotes españoles se encuentran desde marzo de 2024 con detención domiciliaria por el delito de encubrimiento. Ellos son: Marco Recolons de Aquer y Ramón Alaix Busquets.
Por su parte, la orden religiosa informó a las autoridades bolivianas sobre la denuncia que había recibido contra "Lucho" Roma y le entregó todos los documentos de sus pesquisas, pero después del escándalo Pedrajas.
El periodista que escribe la nota periodística en El País, Julio Núñez, escribe que los jesuitas durante cuatro años silenciaron todo lo que conocían, tanto el material pederasta que guardaron en sus archivos, como los manuscritos. "Finalmente, ante la presión mediática y popular, actuaron. Pero la justicia archivó el caso al no encontrar a las víctimas, y todos los legajos de la investigación permanecieron inéditos".
Testimonio de una víctima
Susana es el nombre una persona que es identificada como una víctima del cura Luis Roma. Hoy tiene 32 años.
El País consiguió hablar con ella. “Me reconocí y empezaron a venir recuerdos a mi mente de las cosas que habían sucedido”, cuenta. Los abusos ocurrieron entre 1996 y 1997.
"Los papás confiaban en él ciegamente, pues era el padre de la Iglesia. Nos llevaba a bañar a las quebraditas y nos sacaba fotos”, narra la víctima diciendo que era frecuente que Roma las sentase en sus rodillas, frente a su computadora.
Denuncia que los jesuitas no la han contactado para ofrecerle una reparación. Tampoco respondieron al periódico por qué no lo han hecho. “Sé que la escuela de Charagua [propiedad de los jesuitas] maneja una lista con los nombres de todas las niñas que fuimos con él. Lo sé porque una persona que trabaja allí me dijo que aparecía mi nombre. Conociendo la lista, la Iglesia debería haber investigado más”, reclama esta víctima.
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