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Sigue la lucha desigual contra el cáncer por los altos precios de fármacos prometidos

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Por Esther Mamani para Guardiana (Bolivia)

Lunes 11 de abril de 2022.- “Como una velita se va a apagar”, dijo la doctora sin más detalles. Irma Zoraide no iba a aceptar esa respuesta. ¿Cómo entender que Javier, el hombre que ama, padre de sus hijos y compañero de vida se irá para siempre? El cáncer de hígado hizo metástasis. “Ella dijo que si lo operaban tendrían que quitarle más de cinco órganos y eso es imposible”, detalla la mujer que desde el 4 de enero hace sus mejores esfuerzos para calmar el dolor físico de su pareja mientras la vida de él se apaga.

Javier Alavi tiene 45 años, trabajó como comerciante y hoy espera la muerte en su natal Apolo, en el norte de La Paz. En diciembre lo operaron de la vesícula, creyendo que se trataba solo de algo menor.  Cada semana necesita una ampolla de 5 mililitros de morfina para calmar el dolor. “Yo no soy enfermera, no le puedo inyectar y por eso así le atiendo. La receta cuesta como 600 bolivianos, pero me dura una semana y media”, cuenta mientras ve su ficha que la pone en el puesto ocho para cuando la doctora vuelva de su reunión y atienda a los pacientes y sus familiares. Irma llegó con el objetivo de llevar más morfina.

Este medicamento es el principal alcaloide del opio. Es un fármaco que calma el dolor porque reduce los efectos de las endorfinas, esas moléculas que intervienen en la transmisión de la aflicción desde el cerebro al resto del cuerpo. También compran tromadol y metamizol. Dos fármacos que no se venden sin prescripción médica y que no están en las droguerías del sistema público de salud. Están a la espera del retorno del responsable de la Unidad de Cuidados Paliativos en el Hospital de Clínicas.

Acceso a la la unidad donde son atendidos quienes enferman con cáncer.
Imprecisión de términos

“Desde julio vamos a producir nuestros propios radiofármacos”, prometió el ministro de Salud, Jeyson Auza, el 6 de marzo. Los radiofármacos son soluciones que permiten detectar el cáncer, pero técnicamente no son medicamentos que los pacientes usarán para su tratamiento, sino para conocer qué tipo de cáncer padecen. Sin embargo, el mensaje que llegó a cientos de familiares y pacientes enfermos de cáncer fue que se producirían estos medicamentos en el Centro de Medicina Nuclear de El Alto.

En esta institución todavía hay muchas tareas que hacer para llegar a los plazos, cumplir las promesas lanzadas en televisión y sobre todo porque hay familias detrás que esperan esos medicamentos y así paliar sus gastos. Sus trabajadores aseguran que las tareas se están ejecutando conforme al cronograma y aclaran que se trata de una primera fase con equipamiento de alta tecnología. ¿Se producirán medicamentos?, todavía ven prematuro dar fechas, aunque las autoridades nacionales indicaron que sí, desde julio.

Isabel Acopa, de 47 años, tiene cáncer de mama. Ya cumplió con seis de ocho sesiones de quimioterapia. Ella se siente fuerte; aunque reconoce que los diez días después de una sesión “queda en la lona”. Las esperanzas de vida para ella son altas porque la detección de su enfermedad fue temprana. Ella tiene una hija mayor de edad. Calcula que estará libre de la enfermedad en junio.

“En las farmacias no te quieren decir ni los precios cuando vas porque es caro y cuando les muestras tu receta ya te advierten que no hay y por eso cuesta. Más que todo lo de laboratorios chilenos”, dice Irma, mientras ve llegar a la doctora del área. Ingresa al consultorio. En el patio se habilitó una ventanilla para sellos. La fila es larga, pero avanza rápido. La mayoría de los pacientes que esperan con sus recetas en mano necesitan radiofármacos para sus sesiones de quimioterapia. Las mujeres que se animan a explicar sus casos reclaman porque en la farmacia del hospital no tienen todos los medicamentos. Como prueba muestran sus documentos con muchas equis marcadas en los nombres de fármacos que no están disponibles.

Irma, esposa de un paciente, aguarda en un pasillo del Hospital de Clínicas.

A inicios de 2019, quien fuera Presidente de Bolivia firmó la Ley del Cáncer donde se estipula que el Gobierno se encargaba de los costos de quimioterapias y radioterapias. En Bolivia, esos tratamientos gratuitos se hacen solo en el eje central. En Santa Cruz, en el Instituto Oncológico del Oriente; en Cochabamba, en el hospital Viedma, y en La Paz, en el Hospital de Clínicas. Se calcula más de 15.000 personas registradas en el Programa Nacional de Cáncer. La cifra varía entre nuevos 50 casos por día y otras 10 a 15 muertes por males relacionados al cáncer o complicaciones tras los tratamientos.

Lo que hay

“Que no hagan promesas falsas, si dicen que va a haber algo, eso tienen que cumplir”, exhorta la paciente. “Suero fisiológico tenían que darme uno y no había. Dexametasona igual, son dos meses que no me entregan. Eso cuesta más de 50 bolivianos la ampolla. Una amiga pagó su alquiler porque se ha confiado que todo le iban a dar de su receta, pero nunca te dan completo”, explica Isabel mientras continúa en la fila de una de las ventanillas.

La doctora Reyna Copana, responsable de este programa, aseguró que aún no se puede hablar de fechas concretas, pues todavía se realizan labores de construcción de infraestructura. “Será uno de los espacios con mejor tecnología”, explicó. Sobre las farmacias sin medicamentos oncológicos en hospitales públicos, aseguró que las direcciones de estos centros deben hacer la correcta administración de su dinero.

Rosario Calle, representante de la Asociación de Personas y Familiares con Cáncer, sigue de cerca estas batallas desde 2015 cuando su padre enfermó. Para ella los medicamentos son asunto aparte, pero lo que sí se tiene garantizado y ya en operaciones son las detecciones de tipos de cáncer con los nuevos equipos en El Alto.

“Producirán soluciones químicas para detectar el tipo de células cancerígenas y eso es algo muy bueno”, asegura. Le dicen doña “Charito” porque siempre da orientación, apoyo moral y hasta económico a quienes acuden a ella aquejados por esa enfermedad que hasta parece una mala palabra cuando llega. 

Irma e Isabel, antes de iniciar sus batallas, cada una con sus particularidades, también recibieron esa orientación. Desde saber a cuál ventanilla acercarse hasta en busca del tratamiento hasta entender qué es posible y que es solo un sueño de sanación. “El gobierno central, las gobernaciones y los municipios tienen responsabilidades. A veces se pasan la pelotita y juegan con los números del presupuesto, pero es tarea de todos”, reclama Calle.

Irma calcula 3 mil bolivianos de gastos al mes solo en medicamentos y otros mil entre sueros, viajes a La Paz y jeringas. Isabel por su parte cree que está gastando más de 4 mil al mes, pues debe consumir alimentos proteicos para no perder musculatura y energías durante su proceso de curación.

Según cálculos del Programa Nacional de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud, el tratamiento del cáncer cuesta entre 80 mil y 150 mil bolivianos al año, Calle dice que esos estándares son para personas adultas y en el caso de niños son costos más elevados porque se suministran inyectables de hasta 2.200 bolivianos y requieren hasta 15 en un mes.

Con cinco hijos, Irma y Javier vendían comida, hoy no generan ingresos y se hicieron de deudas para comprar los medicamentos que escasean en la farmacia del Sistema Universal del Salud. Como advirtió la médica, él se va de a poco. Ya no come y en reemplazo están los sueros. En el caso de Isabel, algunas sonrisas ya se acercan porque está terminando sus quimioterapias. La diferencia fue la detección a tiempo y el contar con los insumos para el tratamiento. Ella no sabe hasta qué punto podrá usar sus ahorros y por ahora tampoco está trabajando. Mantiene la esperanza de vivir.

Una de las puertas de ingreso y salida del Hospital de Clínicas.

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