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A Carmen quisieron sacarle los ojos con clavo y se convirtió en Mujer de Fuego

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Texto y foto principal Carlos Tellería para Guardiana (Bolivia)

Jueves 27 de mayo de 2021.- María del Carmen Bernal nació el 28 de febrero de 1979. Casi al final de la adolescencia conoció a un hombre al que recuerda como "un poco impulsivo" y al que le gustaba el fútbol y también beber. Ella tenía 17 y él 21 años cuando firmaron los papeles del matrimonio. Pero a esta mujer que ahora tiene 42 años, su expareja quiso sacarle los ojos en 2014 y cuatro años más tarde intentó asesinarla. Fue entonces que se transformó en Mujer de Fuego, algo necesario para no sentirse sola y soportar luego la pérdida de una de sus hijas, en 2020.

CÍRCULO DE VIOLENCIA

Fue con la llegada del primogénito y cuando este ya tenía un año de edad que ambos se casaron frente a un Oficial de Registro Civil o Cívico. Ella dice que no pensaba casarse, pero los padres de él, provenientes de La Paz, presionaron. Recuerda que decían que “es una tradición (el matrimonio) y que se ve feo cuando las mujeres van a convivir y no están casadas”.

Al jugador y bebedor que María del Carmen tuvo como pareja, ella había perdonado más de una vez porque él juraba que cambiaría. Incluso le había indicado que sería distinto cuando llegaran los hijos. Llegó el primer hijo, efectivamente cambió era más atento y dejó la bebida, dice la mujer, pero aclara que después rompió su promesa.

A medida que llegaban los hijos, seis en total, también aparecieron otros problemas, dice Carmen. Cuenta que su exesposo repetía que iba dejar la bebida, pero no lo hacía, incluso a veces no llegaba a dormir y al día siguiente repartía chocolates y otras golosinas a sus hijos para compensarlos por su ausencia.

La mujer empezó a lavar ropa y limpiaba casas porque faltaba dinero para mantener a sus descendientes.

“Como era jovencita y estaba enamorada creía en sus palabras. El círculo de la violencia se ha generado así, ese círculo ha crecido porque yo no hacía nada”.

SOBRE MOJADO, LLOVIDO

Carmen narra que el ciclo de violencia en el que vivía aumentó en 2014. Relata que su expareja intentó sacarle los ojos con clavos. Presentó la denuncia y el caso fue etiquetado por las autoridades como violencia intrafamiliar.

No tenía los recursos suficientes para continuar con el proceso que avanzó hasta la emisión de una orden de apremio. Había pagado 3.500 bolivianos por los servicios de una abogada. El denunciado, según la mujer, se había dado a la fuga durante un año y cuando regresó a Cochabamba se fue a vivir a la casa de sus padres, donde también estaban tres de sus hijos que eran muy apegados a él. Ella vivía con el resto en un cuarto alquilado.

El exmarido pretendía retomar la relación de pareja, incluso por la fuerza, pero la respuesta fue negativa, dice Carmen y asegura que solo le permitía ver a los hijos que estaban a su lado.

EMBARAZO PRECOZ

A raíz de ese problema, la relación que ella tenía con los hijos e hijas se deterioró. Y reitera: “Mis hijos siempre han sido muy apegados a su papá”. Una de las hijas quedó embarazada a sus 14 años y de ese suceso, el exesposo le echaba la culpa a ella y decía que nada de eso hubiera pasado si ambos padres hubiesen permanecido  juntos.

Carmen recuerda que su joven hija que ya era mamá se fue a vivir con el padre del bebé, pero las cosas no funcionaron entre ellos y la muchacha regresó a casa, y su madre ayudó a criar al nieto.

GOBERNACION
INTENTO DE FEMINICIDIO

Pero hubo más violencia. Carmen relata que aproximadamente a las 09:00 del 10 de julio de 2018, recibió cuatro puñaladas en la espalda de parte de su expareja, quien después de los hechos volvió a desaparecer. Uno de sus pulmones fue perforado. Fue llevada a un centro médico para recibir atención. Una vez que pasó el peligro, allí en la habitación donde se restablecía recibió la visita de Ángela Nogales, la fundadora de Mujeres de Fuego.

La activista recuerda que Nogales le ofreció apoyo de abogados y terapia psicológica, y le animó a llevar su caso ante la justicia. Además, le explicó en qué consistía el trabajo del colectivo y que había muchas mujeres en situación de violencia que a veces callan y no denuncian a su agresor.

Poco después, la denuncia por la agresión con cuchillo llegó a conocimiento de las autoridades. El proceso fue abierto y avanzó hasta la etapa de la emisión de mandamiento de aprehensión.

HIJA ENAMORADA Y CON PROBLEMAS

María del Carmen explica que mientras ella permanecía hospitalizada, su hija había abandonado su casa junto con su bebé porque había discutido con sus hermanos que querían controlar la hora en que ella llegaba a la casa y salía. Se habían enterado de que estaba con otra persona.

Un año después, la hija regresó al seno materno porque había tenido problemas con el nuevo muchacho con quien convivía. Los problemas se fueron complicando porque la hija bebía y, como seguía enamorada de su pareja, regresó con este joven.

En julio de 2020, en plena pandemia por la Covid-19, Carmen se enteró de que la joven madre había ingerido veneno y que agonizaba en la casa de su pareja. Se movilizó en busca de ayuda médica, pero los esfuerzos resultaron inútiles.

“Era muy duro para mí —recuerda la mujer con la voz entrecortada por los sollozos— porque ella agonizaba en el auto y yo no sabía qué hacer. Era una impotencia muy grande ver que una de mis hijas estaba falleciendo en mis manos”. El 20 de julio de 2020, la joven falleció.

DETENCIÓN EN EL ENTIERRO

Carmen volvió a ver a quien quiso sacarle los ojos y asesinarla cuando iban a ser enterrados los restos de su hija. Como ya se había emitido el mandamiento de aprehensión, el papá fue detenido. El juicio se llevó adelante y salió la condena a 20 años de prisión que debe cumplir en el penal de El Abra. La sentencia aún no está ejecutoriada, razón por la cual el hombre y su defensa insisten en apelar el fallo, según ella.

María del Carmen cree que esa situación volvió a dañar la relación con sus hijos, quienes se volcaron en contra de ella, al menos tres de ellos. Cuenta que cuando se reúnen, porque no viven bajo el mismo techo, le reprochan por lo sucedido con su padre. Además, aclara que el caso por el intento de arrancarle los ojos sigue abierto.

Hoy vive en casa de sus padres con su hija menor y el nieto de cuatro años, hijo de la hija fallecida. Indica que lo más bonito para ella sería saber que jamás pasó lo que pasó, y que en algún momento las heridas familiares podrían cicatrizar.

Integrantes del colectivo Mujeres de Fuego (foto: Los Tiempos).
UNA MUJER DE FUEGO

María del Carmen es voluntaria de Mujeres de Fuego, una organización sin fines de lucro que vio la luz en 2016, en Cochabamba, con la misión de defender y acompañar a sobrevivientes de la violencia de género y familiares de las víctimas de feminicidio, y ejercer tareas de control social en los casos de violencia de género.

Cuenta que pasa la mayor parte del día en esas actividades “para no estar sola”. Dice estar ocupada en la atención a mujeres que buscan apoyo e información sobre violencia de género y también participa en actividades para recaudar fondos con los que se cubren gastos de transporte y alimentación.

Cuenta que participó en una veintena de talleres de capacitación acerca de las normas que protegen a las mujeres y sus derechos. Desde 2018 se prepara para ayudar porque señala que conoce la ruta que siguen los trámites en oficinas judiciales, policiales y otras instituciones. Aclara que no terminó sus estudios de colegio, pero dice que siente que aprendió mucho de otras personas. Pide a las mujeres víctimas de violencia denunciar las agresiones ya que así se podría evitar que las agresiones sean naturalizadas y destruyan las relaciones.

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