Hace ya veinte años que se terminó mi última suscripción a un periódico impreso. Todos los días, antes del desayuno podía enterarme de las noticias de manera seria y sin riesgos de que me cuenten mentiras. Ya por la tarde, con un poco más de tiempo, disfrutaba de las columnas y las distintas secciones. Eran otros tiempos (¡sin alusiones institucionales!).
Con la llegada del internet, la posibilidad de contar no solo con un periódico sino con muchos y de todo el país, y de todo el mundo, no me quitó el gusto por las ediciones impresas, al contrario, disfruto mucho de tener el periódico en papel. Estos últimos años no faltaron sobre mi escritorio los diarios de al menos dos días de semana y los tradicionales ejemplares dominicales de distintas casas periodísticas.
Todavía recuerdo cuando era niño en la década de los ochenta en La Paz, cómo esperaba el día lunes para comprarme todos los suplementos deportivos que podía. Me encantaba recortar las fotos de los equipos de fútbol. Me aprendía de memoria los rostros y los nombres de los jugadores. A veces las mejores fotos estaban en Última Hora, otras en Hoy, Presencia no se quedaba atrás y El Diario casi nunca me ofrecía algo bueno.
Años más tarde me aficioné con los suplementos educativos como Goyi o Presencia Juvenil, ambos fueron un lujo para la prensa nacional, en su rama educativa. Al ir al colegio a pie me encantaba leer los titulares de un puesto de periódico en la Sucre y Yanachocha, y aunque no lo crean, no estuve ni en el Ayacucho ni en el San Calixto, pero esa esquina era para mí un deleite.
Ya con el pasar de los años me aficioné a un semanario llamado Pulso, era también una verdadera delicia, el papel más grueso, el tamaño medio tabloide (o por ahí) y artículos de política y cultura de un altísimo nivel. Aún conservo mi colección. Todavía lo echo de menos, era mi alimento para el análisis político y social de cada semana.
Estos últimos años en Cochabamba he disfrutado produciendo y editando el suplemento “10 minutos de Lectura”. La escritora e ilustradora Rosario Moyano, más conocida como Charito, escribe literatura infantil como ninguna y este suplemento ha publicado por más de dos años, semanalmente, textos inéditos de la talentosa escritora. El equipo también está compuesto por Cecilia Clavijo, una lúcida maestra de Literatura y Sandra Flores en la creativa y compleja diagramación.
Los periódicos impresos están pasando por una profunda crisis económica. Por un par de meses nada de tinta ni papel y luego solo una vez por semana.
El profesor Enrique Castro, director por varios años del departamento de educación a distancia de la exnormal Católica, plantea como una alternativa para este tiempo de emergencia sanitaria, reactivar los materiales impresos en formato de suplementos para que puedan llegar a todas las regiones del país, sobre todo a los lugares más alejados.
Su contenido sería ameno y atractivo a la vista, pero también profundo. Además, debería contener actividades que ayuden a los niños a practicar las lecciones y los correspondientes ejercicios evaluativos.
Cada día, según la propuesta de Castro, se publicaría un folleto para un grado de primaria. La impresión y la distribución podrían, de alguna manera, ayudar a los medios impresos a salir de la crisis, además de que generarían cierto movimiento económico en todo el territorio nacional.
En nuestro país existe gente experta en la preparación de los materiales; pero la participación de la prensa no solo en temas de formato, sino también en toda la logística, constituiría, sin duda alguna, un aporte valioso para la reactivación de la educación en el país.
No pensemos solamente en las valiosas herramientas del internet, recordemos que muchos no tienen acceso. La televisión y la radio pueden ser eficaces como complementos y reforzadores de determinados aprendizajes, pero el suplemento escrito no perderá el valor, estará allí silencioso, pero preciso y podrá acompañar a nuestros niños de las zonas más alejadas de las ciudades y en el campo, no solo a ese encuentro con el conocimiento cotidiano, sino también a nuevos mundos, a grandes sueños y a diversas aventuras con el poder de la palabra escrita.
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