Sí, quejémonos de lo mal que se dispone la basura en Bolivia. Residuos en los lechos de los ríos, botaderos a cielo abierto sin ningún tipo de vigilancia, vertederos controlados con fallas estructurales, rellenos sanitarios que no son garantía de un correcto tratamiento de los desechos. Quejémonos, pero antes démonos cuenta de que esas administraciones fallidas son el reflejo de nuestra forma de actuar como sociedad.
A julio de 2019, sólo el 8% de los municipios de Bolivia tiene un relleno sanitario. El dato corresponde a un documento del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), publicado en un reportaje de Página Siete sobre la basura en las nueve capitales de Bolivia. Según ese informe oficial, el restante 92% cuenta con un botadero a cielo abierto o, en el mejor de los casos, con un vertedero controlado.
El 8 de octubre de 2015 se promulgó la Ley de Gestión Integral de Residuos. En su artículo transitorio 2°, esa norma establece que “los botaderos y áreas contaminadas por residuos deben ingresar a procesos de clausura, cierre técnico y saneamiento ambiental, en cumplimiento con la normativa vigente y protección a la salud, en un plazo máximo de cinco (5) años, de acuerdo a la planificación que emita el Ministerio cabeza de sector”.
A un año y tres meses de ese plazo fatal para que los botaderos desaparezcan, queda mucho por hacer. Quizá la meta no se cumpla, al menos no de parte de un buen porcentaje de los municipios.
La ruptura de la macrocelda 4 del relleno sanitario de Alpacoma en La Paz alarmó a los responsables de los vertederos de Bolivia. Desde ese 15 de enero de 2019, comenzaron a hacerse visibles los inconvenientes en esos espacios.
Existen fallas que van desde un vertedero que no tiene un cierre perimetral adecuado hasta uno en el que el tratamiento de los residuos hospitalarios es cuestionado por legisladores locales. El problema de los líquidos lixiviados es quizá el problema más recurrente en los botaderos o rellenos sanitarios, según corresponda, de las capitales del país. Y hay empresas municipales de aseo cuyo máximo escollo es la falta de recursos económicos, lo cual desencadena en una gestión deficiente.
En medio de esta trama están los vecinos. ¿Quién quiere un botadero cerca de su casa? Nadie. Menos cuando no se hace una disposición adecuada de los desechos. Según el cruce de varios datos, en las nueve ciudades principales de Bolivia se generan al día más de 3.600 toneladas de residuos sólidos.
Entretanto, es normal observar cómo personas de todas las edades no ponen de su parte. Es tan común ver a cualquier hora del día y en cualquier sitio de cualquier ciudad de Bolivia gente echando basura en las calles, plazas, parques… que esas acciones pasan desapercibidas.
¿Cuál es la diferencia entre ese ciudadano que no cumple su deber constitucional de proteger y defender el medio ambiente y el administrador de la basura (empresario, funcionario municipal, legislador), que no logra generar condiciones mínimas para tratar los residuos?
*La Dirección de Guardiana da la bienvenida a la sección Opiniones al comunicador y periodista Gabriel Díez Lacunza.
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