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Thiago Vela fue a sus 6 años el escritor más joven del país y va por su segundo libro

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Texto y fotos de Nicole Laura Vallejos para Guardiana (Bolivia)

Lunes 17 de abril de 2023.- Thiago Vela Poveda tiene ocho años y una habilidad poco común entre los niños de su edad. Su cuerpo de un poco más de un metro de altura asoma sigilosamente por detrás de una reja. Está cubierto por un canguro azul de “Dragón Ball Z” y un pantalón deportivo negro con zapatillas blancas. Vestido así pareciera ser un niño como cualquier otro, pero no lo es.

En su corta hoja de vida ya figura un récord nacional. “Hola, soy Thiago y en estos momentos soy el escritor más joven de Bolivia. Digo en estos momentos, porque pienso que en un futuro habrá niños que escriban mejores libros que el mío y a más corta edad”, se describe sentado en lo que él llama su “jardín de ideas”.

Thiago Vela Poveda lee desde sus cinco años. A sus seis ya escribía el libro “Mis cuentos imaginarios”, obra que salió al mercado el 2022. El 25 de octubre de ese mismo año, la Dirección Distrital de Educación de La Paz le confirió un reconocimiento por ser “el autor con menor edad en el territorio boliviano”.

Thiago muestra el libro que escribió cuando tenía seis años.

Un perro de pelaje blanco corretea en el patio mientras Thiago enseña su pequeño mundo de techo bajo y paredes blancas. Habla desde su habitación, en el barrio de Pampahasi (La Paz), donde hay un piano, una cama y pilas de libros. En una esquina muy iluminada está su escritorio cubierto por un mantel blanco, y sobre él reposa un computador con teclado de luces fluorescentes. “Aquí escribo y leo todos los días”, dice con un hilo de vocecita aguda ante la mirada atenta de sus padres Génesis Poveda Flores, de 28 años, y Michael Vela Espejo, de 31 años.

Para esta familia la lectura siempre ha sido parte de su rutina. Thiago aprendió a leer cuando tenía cinco años. “Nosotros tenemos el hábito de leer todas las noches. A Thiago le leí desde que estaba en la pancita, también lo hice a los pocos días de nacido, y ahora lo hacemos una hora antes de dormir. Apagamos el televisor y dejamos los celulares”, cuenta Génesis.

Thiago con su padre Michael Vela Espejo, de 31 años, y su madre Génesis Poveda Flores, de 28 años.

Aunque su pasión por la escritura llegaría un año antes, justo en el preescolar. Un día su maestra de la escuela lo llevó a él y a sus compañeros de curso a la Feria del Libro y allí nació una suerte de enamoramiento, pero no hacía los libros en sí, sino a la forma en que la gente recibe a los escritores. “Había una mujer sentada en un escritorio que estaba rayando libros y muchas personas la veían. Yo les pregunté a mis papás por qué estaba rayando los libros, pero ellos me dijeron que no los estaba rayando, sino firmando porque ella es escritora. Y eso me gustó mucho”.

Desde entonces, se puso la meta de escribir su propio libro y sentir lo que era autografiar una obra suya. Para conseguirlo, se sentaba de lunes a viernes, por las noches, frente a su computadora y daba rienda suelta a su imaginación. “Para nosotros es una inspiración porque nos ha enseñado lo que es la constancia y la disciplina para poder cumplir un sueño”, dice conmovida Génesis.

“Algunas veces muchos piensan que un libro es cosa fácil, pero no ven la determinación, el dolor del fallo o la paciencia para conseguir tus sueños.  Otros quieren hacer un libro, pero lo dejan con un cuento, no hacen nada, lo dejan así, no le riegan a esa semilla que está por crecer, y yo sí lo he hecho, he regado esta semilla y miren lo que me ha dado: un libro”.

Cuenta Thiago Vela Poveda

En sus cuentos, que llevan títulos como “Escucha”, “No desesperes”, “Todo se puede”, Thiago resalta la importancia de la comprensión entre hijos y padres, el amor hacia los animales, los hábitos de los niños, pero sobre todo la compasión hacia los más desprotegidos. Sus finales suelen ser siempre reflexivos, como por ejemplo, en el cuento “El hada de las lágrimas”:

“Su padre y los niños ahora eran más cariñosos. Jugaban todas las noches. Todos tuvieron que hacer su vida y seguir estudiando y trabajando. Esta familia, gracias a la hadita, no se ahogó, sino que siguió adelante. Todos juntos pueden salir de las dificultades. Y con amor las situaciones complicadas se hacen más fáciles”, narra en uno de sus relatos.

Párrafo del cuento "El hada de las lágrimas" de Thiago

Su padre Michael cree que una de las mayores cualidades de su hijo es la observación, pues todo lo ve como si estuviera haciendo una radiografía. Cuando algo le llama la atención de inmediato saca un cuaderno y un bolígrafo y anota sin parar, detalla. Considera que los padres deben estar atentos a esas pequeñas señales para conocer la personalidad de sus hijos y de ese modo ayudarlos a potenciar sus habilidades. “Un día fui a la casa de mi tío y vi que su perrito le ladraba a un pez que estaba en una pecera. Entonces se me ocurrió escribir un cuento sobre un perro que se hace amigo de un pez”, secunda Thiago.

Su madre Génesis agrega que otra clave del éxito para conseguir el óptimo desarrollo de un hijo consiste en compartir momentos especiales con él. En su hogar, por ejemplo, idearon una regla de oro: apagar los aparatos tecnológicos por las noches para alimentar su “botella de la felicidad”, que es un recipiente de plástico donde guardan pequeños trozos de papel en los que apuntan los episodios felices que marcaron su día. “Después vaciamos la botella, leemos los papelitos y conversamos sobre esos ratos de alegría para no olvidarnos de que la felicidad está siempre en nuestras vidas, aunque estemos atravesando momentos tristes”, relata Génesis.

Thiago y su “botella de la felicidad”.

En cuanto sus padres terminan de hablar, Thiago pide la palabra para lanzar una recomendación: “Jueguen con sus hijos, cuando sean grandes ya no van a querer hacerlo”. Y de inmediato saca de su cajita de los recuerdos uno de sus grandes tesoros: los juegos que comparte con su padre los fines de semana. “Viajamos al espacio y nos convertimos en soldados espaciales para atacar a los alienígenas. Mi papá pone sonidos y nos imaginamos que estamos en el espacio”, dice con una mueca de alegría. Y finaliza: “Si hacen lo que mis padres hicieron, quizás tengan al próximo escritor más joven del mundo en sus casas”.

Ahora Thiago alista su segundo libro de cuentos, y aunque por el momento está enfocado en la escritura, tiene muy claro que ese no será el único camino que recorra en el futuro. "Cuando sea grande quiero ser médico y escribir libros de Medicina. Me gusta curar a las personas, quiero ir a otros países a ayudar".

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