0

Actualmente nos encontramos en una situación muy difícil que se repite en muchas latitudes del mundo con sus propias características y contextos, mitos y hasta leyendas.

La polémica por la vacunación y la presunta afectación a la libertad individual de vacunarse nos muestra nuevamente un elemento adicional a nuestra sociedad dividida por muchos otros factores, principalmente políticos, sociales y económicos.

Los argumentos más comunes de los detractores de las vacunas son variados: alegan que las vacunas son peligrosas; no ofrecen inmunidad; contienen elementos químicos y biológicos que provocan enfermedades en lugar de curarlas o prevenirlas y producen hasta impotencia. Y no faltan argumentos más fantasiosos que rayan en lo ridículo, como que convierten a la persona en “zombi” u “hombre lobo”. Hasta ahora, todas esas aseveraciones carecen de base científica, según los expertos y científicos que vienen luchando contra la pandemia de Covid-19.

Lo más serio de no vacunarse es que la persona se mantiene desprotegida y, por lo tanto, pone en riesgo a toda la población, pues el brote infeccioso continúa y continúa, incluso provocando la aparición de más variantes como es el caso hoy de la presencia de ómicron, luego de pasar durante estos dos años por varias letras del alfabeto griego.

Es evidente y nadie podría negar que en el mundo a partir de la vacunación se logró erradicar otras enfermedades como la viruela, la poliomielitis, el sarampión, las paperas y otras que en la antigüedad causaban estragos en la población. Entonces ¿qué hace diferente a la vacuna contra Covid-19?

Todas las publicaciones especializadas establecen claramente que no hay vacuna que no tenga efectos colaterales, lo que fue aprovechado en el pasado por algunas personas inescrupulosas como el británico Andrew Wakefield que en 1998 publicaba en la prestigiosa revista médica The Lancet un artículo que relacionaba a la vacuna triple vírica, que protege contra el sarampión, rubeola y paperas o parotiditis, con la aparición del autismo y enfermedades intestinales como la enterocolitis en los niños.Posteriormente el artículo fue retirado por fraudulento y Wakefield fue juzgado por un tribunal médico, que le quitó su licencia de médico por fraude en la investigación y por abusos en contra de niños autistas a quienes les realizó procedimientos invasivos e innecesarios sin pasar por un comité de ética. Pero el daño ya estaba hecho, miles de padres dejaron de vacunar a sus hijos, lo que aumentó los casos de sarampión y paperas, disminuyó la confianza de la gente en los planes de vacunación y fomentó la reaparición de los grupos antivacunas.

Y por lo visto estos antivacunas o como llaman otros “negacionistas” no han desaparecido, más bien se han reforzado; aunque mucha gente no pueda entender que un grupo de personas que actúa en forma tan irracional, contra sus propios intereses, contra la ciencia y al final contra la misma historia que ha demostrado una y otra vez que los avances científicos son los que nos han permitido romper la esperanza de vida de siglos pasados.

Pero el centro de la discusión al parecer se encuentra en la libertad individual, la libertad de no vacunarse, de no usar barbijo, de salir, reunirse, etc. Aunque la gente no se da cuenta de que la libertad de una persona termina donde empieza la libertad de todos los demás; que el colocar en riesgo de contagio a otro ser humano es también negarle su libertad.

Es imposible negar que las acciones poco fundamentadas de este grupo de la población se niega a cuidar al prójimo, porque al final vivimos en sociedad y Bolivia, por cierto, constitucionalmente es un Estado comunitario (artículo 1 de la CPE), que va más allá de cualquier otro modelo de convivencia social. Bajo este criterio, el bienestar de la comunidad nos llama a emprender acciones colectivas, restringir conductas que puedan afectar al entramado social.

Como refiere el economista estadounidense Joseph Stiglitz: “Toda sociedad ordenada implica restricciones. Prohibiciones como las de matar, de robar... restringen la libertad individual, pero es evidente que una sociedad no puede funcionar sin ellas. En el mundo que seguirá a la Covid, tal vez haya que interpretar que los Diez Mandamientos incluyen 'no matarás, y tampoco lo harás transmitiendo enfermedades contagiosas cuando puedas evitarlo'".

En este momento, aquellas personas que abogan por una malentendida libertad deben olvidar el “lo hago porque quiero y no molesto a nadie”, pues sí molestan o podrían molestar porque contagian, colocan en riesgo a los demás y la libertad no es hacer lo que nos dé la gana, sino permitir que todas y todos tengamos las capacidades y posibilidades de satisfacer nuestras necesidades o voluntades y es justamente lo que los negacionistas atacan y presumen defender.

Es definitivo que para vivir en una sociedad libre y justa durante la pandemia nuestras decisiones deberían tomarse teniendo en cuenta la situación de la salud, la economía y lo social de todas las personas. Es decir, el vacunarse, usar el barbijo adecuadamente, seguir las medidas de bioseguridad, debe ser percibido como un gesto de generosidad, porque más allá de nuestra propia protección, debemos tener en cuenta que podemos contagiar Covid-19 de manera asintomática.

El libre albedrío o esa concepción de “libertad” según la cual nos desentendemos de la suerte del prójimo aumenta las posibilidades de que nos contagiemos y no podamos continuar ninguna de nuestras actividades cotidianas, poniendo incluso en riesgo nuestra propia vida y la de los demás.

Si continuamos definiendo la libertad a partir del criterio de que podemos hacer lo que querramos sin tener en cuenta las capacidades de todos, seguiremos haciendo sufrir a los más vulnerables durante esta crisis sanitaria y, lo que es más contradictorio, reduciendo sus libertades. Por eso, ojalá en algún momento entendamos que la salud es de todos y todas.

Creencias, fiestas y salud pública

Noticia Anterior

¿Qué sabemos hasta ahora de la Covid-19?

Siguiente Noticia

Comentarios

Deja un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *